Quito 3

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QUITO 3

Y los parques no se acaban.

Ya de regreso al barrio histórico y a mi hostal, vi en el mapa que había otro parque de aún mayor tamaño con tan solo una ligera desviación, no la pensé dos veces y comencé a subir un cerro rumbo al Parque Itchimbia. Una de las principales bellezas de este parque es su altura, el lugar sirve de mirador para apreciar el landscape de la ciudad, cuenta con una enorme trota/ciclo pista, cancha de futbol y también podemos encontrar el Centro cultural Itchimbía.

En la imagen: Un mapa del parque Itchimbia donde se puede apreciar un poco la magnitud del mismo. 

El Centro Cultural Itchimbia se caracteriza por su bella estructura de acero y cristal, en la actualidad se usa para exposiciones y eventos culturales pero en el pasado era el edificio del Mercado de Santa Clara, su construcción inicial se remonta al período de las exposiciones universales, donde el hierro comenzaba a tomar un fuerte auge y estructuras como la torre Eiffel, el mercado de les Halles,  servían para denotar el poderío de una nación, esa era la principal finalidad de estas exposiciones. Por lo que se manda a traer de Alemania la majestuosa estructura para ser usada como el antiguo mercado de Santa Clara, cuando yo visité el lugar había varios pufs que, si lo vemos desde un punto práctico, prácticamente solo estaban para llenar el lugar, sin ningún objetivo en específico.

En la imagen: El Centro Cultural Itchimbia visto desde lejos.

Desde el parque Itchimbia también existe la posibilidad de apreciar distintos puntos de la ciudad, el Cerro del Panecillo es uno de esos, en el cual se encuentra una gigante escultura de la Virgen de Quito, pero vámonos por partes, ¿Por qué se llama El Panecillo? A la llegada de los españoles, vieron un punto estratégico en el cerro y por su “parecido” con un pan pequeño, lo denominaron así. Ahora, ¿De dónde surgió la Virgen de Quito? Esta enorme escultura de aluminio es una réplica de la escultura que está en el altar mayor de la iglesia de San Francisco, representa a la Virgen María con alas sobre la serpiente del apocalipsis, esta escultura se desplanta sobre un pequeño museo que explica acerca de la historia del cerro y de la misma escultura; para finalmente llegar a lo que es un mirador 180° de la ciudad de Quito.

En la imagen: La escultura de la Virgen Maria imponentemente sobresaliendo del cerro El Panecillo.

En la imagen: Una de las escalinatas que conecta el parque con la parte central de la ciudad de Quito.

Ahora si, de regreso.

Me dirigí nuevamente hacia el hostal, tenía que recoger mi equipaje hace unas cuantas horas antes así que aceleré el paso, ya en lo que fue mi hogar por uno o dos días no recuerdo bien, le pedí consejos a la anfitriona y el método para llegar al barrio de el Mariscal en transporte público, ella me acompañó hasta la parada y me indicó el autobús, no cabe duda que los Ecuatorianos son personas muy agradables y cálidas, me perdí por unas cuadras pero al final ya llevaba caminados varios kilómetros en el viaje y comenzaba a acostumbrarme al peso de la maleta sobre mi espalda, fue justo sobre una de las vialidades importantes del barrio donde vi casas de cambio y decidí aprovechar para cambiar mi dinero.

Finalmente me topé con el hostal que había reservado vía internet, no quería estar tocando de puerta en puerta y perder más tiempo del que había perdido la primera noche, eran alrededor de las seis o siete de la tarde y había recorrido una buena parte de la ciudad por lo que simplemente me senté guardé mis cosas y me puse a conversar con los otros viajeros del lugar, algo que siempre me ha gustado del viajar, son exactamente esos momentos donde conoces a una persona con un contexto completamente diferente y que te das  cuenta que al final no son tan diferentes, entiendes el porqué de muchas de las noticias mundiales y un punto de vista interno de los afectados, no solamente lo que los medios te quieren mostrar, todo esto lo digo porque uno de los viajeros era de Venezuela, para los que no tengan mucha información al respecto, Venezuela se encuentra en una situación prácticamente inhabitable, obtener los recursos básicos es una pesadilla y hay que formarse para conseguir leche, el gobierno impone unas leyes absurdas y por el incremento de la malaria se declara emergencia sanitaria en el país, la gente no deja de emigrar y sin importar dejarlo todo atrás temen más por sus vidas y que por la incertidumbre de que harán en un país ajeno.

Se empezaba a hacer tarde, y opté por ir al supermercado para comprar algo que me pudiera preparar para cenar, no estaba tan lejos, a unas pocas cuadras del hostal, por lo que no me molestó la caminata, compré pasta, mantequilla y únicamente la acompañé con un sobre de carne machacada que había cargado desde México. Mi cena no fue la maravilla, pero fue bastante y no sabía mal, me ayudó bastante para recuperar energía y probablemente kilos que había perdido. 

Al siguiente día me dirigí a la mitad del mundo, creo que no tenía una clara idea de que era o que me iba a esperar, además no conocía algún amigo que hubiera ido por lo que no sabía de que se trataba, a todos los que actualmente se encuentre en mi situación de ese entonces les explicaré un poco, prácticamente es una pequeña “ciudad”, que al parecer creció y sigue creciendo año con año en torno al monumento de la mitad del mundo (para más información específica buscar en mi perfil en la sección de lugares “la mitad del mundo”). Se debe destinar al menos medio día, hay diversas actividades que realizar y un pequeño museo dentro del mismo monumento. Yo llegué aproximadamente a las 10am, compré mi ingreso completo y recorrí el museo, el planetario, el museo del cacao, y otra exposición de la historia de Ecuador, ya para las tres o cuatro me moría de hambre y comí un rápido tentempié en una especie de restaurante, los precios eran muy caros así que fue algo ligero que únicamente me sirvió para no desmayarme de hambre.

Salí de la ciudad y crucé la calle para ir a la parada de autobuses que me regresaría a la capital de Ecuador, tras lo que fueron cerca de treinta o veinte minutos quizá, regresé a Quito, comí en un negocio local lo que en México se conoce como “comida corrida”, prácticamente consta de una sopa, en ocasiones un arroz o espagueti, luego el plato fuerte y finalmente el postre, todo acompañado de agua y tortillas, digamos que es lo más hogareño que se puede encontrar.

Ya de vuelta en el hostal, tomé mis cosas, caminé a una parada de autobús que me llevaría a una de las estaciones principales de Quito porque ya llegaba el momento de partir a mi siguiente destino, no sabía con exactitud como hacerlo, pero sabía que de alguna forma todo se iba a resolver (algunas veces simplemente hay que dejarse llevar), probablemente no fue la mejor idea viajar ya en la tarde pues llegue a mi destino entre las diez u once de la noche, pero yo que sé, algo me decía que podía confiar en Baños, así es, mi siguiente destino tenía un nombre de lo más curioso... 

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