De Ipiales a Ecuador
La sorpresa del viaje.
Después de visitar el santuario de Las Lajas me dirigí rumbo a Ecuador un país que rompió completamente con mis expectativas, ¿Porqué? Primero, porque no tenía una idea de qué tan verde y natural podía llegar a ser, segundo, porque se me hizo uno de los países más tranquilos y seguros qué visité en Sudamérica y si no lo es, al menos esa fue la percepción que me dio, una anécdota curiosa relacionada con esto es que cuando llegue a uno de los hostales de Quito, el dueño, el cual es Venezolano, me platicó que la ciudad es demasiado tranquila y que hasta los ladrones eran muy educados, y bromeo con que si a un Colombiano, a un Venezolano o a un Mexicano lo asaltaban en Quito, le había fallado a su nacionalidad.
Regresando a la historia, estaba en el autobús cruzando la frontera desde Colombia cuándo pasamos dos puestos de inspección y fue ahí cuando corroboré la mala fama que se tiene de los colombianos ya que fue a la nacionalidad que más bajaron del autobús para inspeccionar, tristemente la segunda nacionalidad que más bajaron fue la mexicana o se hace yo, supongo que estamos empezando hacernos de mala fama a nivel internacional a causa de las drogas, el narcotráfico y la delincuencia, estos males se están volviendo parte de nuestra vida cotidiana y eso es con lo primero que nos relacionan a nivel internacional, pero somos muchos más los buenos, los alegres y buena vibra, los acogedores y que recibimos a los extranjeros con mucho cariño, si no me creen, los reto a hacer la prueba.
Regresando a mi primera impresión de Ecuador, me viene a la mente un paisaje montañoso verde y de tranquilidad de cuando iba en camino a la capital, el paisaje es difícil de describir, pero era una belleza. Por lo que me contaron, Ecuador se divide en tres regiones principales: la región costera, la región montañosa y la región del Amazonas y cada una con un encanto en particular; yo principalmente recorrí la zona montañosa del centro, en la que están incluidas zonas como: Quito, Cuenca, Baños el punto de la Tierra más cercano al cielo, el volcán el Chimborazo.
Siempre hay que tener un plan B.
No recuerdo claramente cuánto tiempo fue de trayecto a partir de Colombia hacia Ecuador, probablemente unas ocho horas o algo similar porque salí de Colombia aproximadamente a las 12 del día y llegue como a las ocho o nueve a Ecuador, Tampoco recuerdo claramente el proceso de migración, pero si recuerdo que la bienvenida que me dio la ciudad no fue de lo más agradable. Desde antes yo había programado quedarme con una chica de Couchsurfing, estaba todo relativamente organizado, pero olvidaba que sin celular era casi imposible comunicarse con ella, al llegar a una de las estaciones me bajé del autobús y comencé a pensar cómo podría actuar, caminé un poco por la estación (que estaba al descubierto) pero no podía explorar tanto porque comenzaba a llover, pensaba en pedir prestado un teléfono o buscar algún lugar con Wifi cuando de pronto me di cuenta que había uno pequeño puesto con teléfonos, le marqué a mi contacto repetitivamente haciéndome creer que quizá no tenía el teléfono a la mano, comenzaba a oscurecer y quedarme en la estación no parecía la opción más viable, no importa lo más organizado que puedes tener tu plan siempre hay que estar listo para tomar decisiones drásticas y opta por un plan B, yo decidí ir al centro a buscar un hostal, servía que al menos podía conocer la ciudad de noche, pero la ciudad no me quería cerca, comenzó a caer un diluvio como para buscar a Noé y resguardarse en su arca, la ventaja es que iba preparado, llevaba mi impermeable y mi mochila tiene su plástico contra la lluvia, fui preguntando por que autobús tenía que tomar y en que estaciones me tenía que bajar, a que rumbo tenía que caminar y porque calles tenía que preguntar, exploré la zona buscando hostales sin embargo no tenía demasiado éxito en la búsqueda, caminé por una de las plazas principales y driblando encontré señal de Wifi gratuito por 30 minutos.
Gastar media hora buscando contactarme con mi host de Couchsurfing ya no tenía caso, y podía quedar nuevamente varado sin algún rumbo, ingresé a la página de Hostelworld y busqué entre las opciones de hostales el que estuviera más cercano, fuera económico y estuviera bien rankeado (con buen ranking o puntuación) y volví a emprender la búsqueda por la lista de hostales que había visto, no sé que pasaba que no encontraba casi ninguno y los que encontraba tenían ya cupo lleno, no obstante he ido aprendiendo que siempre de los siempres, va a haber un hostal con espacio, quizá un poco más retirado o unos dólares más caro y quizá es por eso que tengan lugar.
Coincidencias de la vida.
En uno de los hostales a los que pregunté me sugirieron ir en búsqueda de otro que estaba a unas cuadras, después de agradecer la ayuda y encaminarme a la salida, entra al lugar un argentino que de igual manera buscaba un lugar para dormir, le ahorré el tiempo señalándole a donde me había dicho el recepcionista y nos encaminamos juntos a preguntar, la dueña del “hostal” como le denominan muchos, pero en realidad es un hotel de bajo costo, nos ofreció un cuarto que acababa de arreglar por 9 dólares por persona, sabíamos que podíamos encontrar algo más barato pero el cansancio y el cargar con la mochila por la noche terminó haciéndonos desistir al intento. El cuarto no era malo, al contrario, contaba con una pequeña cocineta, un cuarto para cada uno y un espacio común era más un pequeño departamento de unos 60 metros cuadrados o poco más/menos. Salimos a buscar una tienda para comprar algo que cenar y de paso recorrer un poco de la zona.
Al día siguiente disfrutamos de un desayuno que venía incluido en el pago y consistía en té y café ilimitado, unos cereales, fruta y pequeñas porciones de queso, jamón y pan para hacerse unos pequeños sándwiches o emparedados.
Retroceso de cinta.
Justo en este momento cuando iba a comenzar a contar como tenía poco dinero y tenía que buscar una casa de cambio, recordé súbitamente mi proceso en migración. En Ipiales, lugar donde está el Santuario de las Lajas (más información de mi último destino de Colombia en la sección de “lugares”) tomé un autobús que me dejaría en el puente Rumichaca, aquí es importante mencionar que el autobús llegaba hasta una ciudad fronteriza de Colombia y podías quizá saltarse el proceso de migración, pero en cuanto te detenga un policía o cruces la frontera y se den cuenta que nunca registraste la entrada podrías meterte en un problema, así que vale más la pena el esperarse una hora para todo el proceso de migración que sufrir con la burocracia de una nación. Ya en el puente fui a la zona de migración en donde no había muchas personas, pasé relativamente rápido y pregunté a todos los que cambiaban dinero si me cambiaban pesos mexicanos, comenzaba a entrar en preocupación cuando me daba cuenta de que nadie aceptaba pesos mexicanos y los pocos pesos colombianos que me quedaban no me servían para la gran cosa, necesitaba al menos unos ocho dólares para el autobús que me llevaría al poblado donde tenía que tomar el autobús a Quito.
Siempre carga con dólares de emergencia, esa fue una de las primordiales lecciones de vida que aprendí en esa ocasión, de pura casualidad tenía dos dólares en mi riñonera/cangurera que junto con el poco dinero colombiano que me sobraba, pude llegar a Quito…
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