Navidad en la playa

Después de la loca fiesta de cumpleaños del sábado estaba contenta de que hubiera un domingo de descanso para mí. Dormí de más, desayune en la cama y vi programas de la tele de esos que van sobre renovar casas, comprar casas y vestidos de novia. En la televisión de españa podías encontrar series americanas como "Tu casa a juicio", "Castle", "CSI Miami" y cosas así que presentaban un doblaje horrible. Pero como no tenía Internet en mi apartamento, mi único pasatiempo para cuando me sentía vaga era ver la televisión española. Lo bueno era que me había ayudado a mejorar mi nivel de español. Al principio era difícil entender el argumento de los capítulos, pero como estas series no eran muy complicadas con el uso de subtítulos empecé a entender más y más poco a poco. Después de una temporada era muy normal para mí ver la televisión en español, aunque echaba de menos algunas series alemanas que habían empezado a emitirse durante mi semestre afuera.

Después de desayunar limpié mi apartamento un poco e intenté pensar en la comida que iba a hacer para los siguiente cinco días antes de volver a casa por navidad. Quería gastar toda la comida que tenía abierta antes de coger el vuelo. Tan solo estaría fuera unos diez días, pero prefería saber durante ese tiempo que no había bichos en mi cocina en mi ausencia. Así que le di rienda suelta a mi imaginación para hacer de comer y de cenar. Al final hice una lista con las cosas que tenía que comprar para cocinar todo lo que había pensado. Después de eso me tomé un descanso, me dí una ducha, me cambie de ropa y fui a la playa. Hacía muy buen día, así que me senté en mi toalla en la arena de color negro y me puse a mirar a los surferos que intentaban surcar las olas del mar. Para mí escuchar el sonido de las olas y sentir la arena bajo mis pies era como hacer terapia. Podría haber estado ahí horas enteras, pero por desgracia me había olvidado el protector solar en casa y no quería acabar roja como un tomate. Si eres una persona rubia eso pasa muy rápidamente.

Como todos los demás domingos de no hacer nada, el día paso muy rápido y de repente eran las seis de la tarde. Tenía que preparar la comida y la cena para el día siguiente. Era una de las cosas que más odiaba de mi periodo como interna: que tenía que cocinar todas las noches. Sé que no hay nada de malo en cocinar, y tampoco odio cocinar. Pero como no era mi cocina y no tenía mucho equipamiento (y para seis meses que iba a vivir, no iba a comprar cosas que luego tendría que dejar atrás) no podía hacer muchos platos diferentes. Podía hacer arroz con verdura, pescado, pollo, pasta con tomate frito y con queso o gambas, ensalada con diferentes componentes o rollitos con ensalada, verdura y pollo. No tenía mala pinta, lo sé, pero tras seis meses terminas aborreciendo los mismos platos. Pero para un periodo de tiempo menor no estaba mal. Tampoco quería tirarme mucho tiempo cocinando pero tampoco quería comer comida rápida y pizza todos los días.

Estaba muy contenta de que solo me quedasen tres días de trabajo más hasta las vacaciones de navidad. No iba a haber nada interesante que hacer en el trabajo y sabía lo que íbamos a hacer: hablar, ver vídeos de animales graciosos en Internet y hablar de nuevo. Aunque también había terminado de estudiar para mi primer examen de Adwords, así que tenía dos horas para hacer el examen. Era un examen tipo test con cien preguntas con diferentes respuestas y se tenían unas dos horas para completarlo. La semana de antes había visto un montón de vídeos de YouTube de gente que se había grabado haciendo exámenes antiguos, e intentaba contestarlos a la vez. Como no se me daba mal quería hacer el examen antes de navidad. Tenía tiempo, y si no aprobabas podías intentarlo de nuevo en una semana. Así todas las veces que quisieras.

Navidad en la playa

Así que ya era lunes de nuevo y uno de nuestros compañeros no paraba de dar el follón con las vacaciones. Parecía estar más emocionado que un niño antes del día de navidad, y el otro interno y yo estábamos un poco molestos. Como ya veía venir, pasamos la gran mayoría del tiempo hablando y viendo vídeos de animales. A veces venía otro compañero a mandarnos una tarea fácil, pero nunca era algo que necesitase más de media hora, mientras ellos estaban muriéndose por el estrés que tenían. El martes y el miércoles fueron como el lunes: aburridos, largos y con pocas tareas importantes. Finalmente, aprobé el examen de AdWords, por lo que estaba bastante orgullosa. Esperaba aprobar el siguiente examen después de vacaciones. Sería el primer interno en hacerlo. El miércoles de repente un compañero nos puso una tarea muy importante, que era bastante aburrida, ya que consistía en copiar y pegar básicamente. Pero al menos teníamos algo que hacer, así que de momento no podía ver vídeos graciosos de animales. Después nuestro compañero molesto pregunto varias veces si era posible salir del trabajo antes porque él había terminado todas la tareas (si ese fuera el caso, hubiéramos podido irnos dos semanas antes) a las tres de la tarde (tres horas antes de que termináramos la jornada de trabajo) y nuestro jefe estaba de acuerdo en que nos fuésemos si lo habíamos terminado todo. El otro interno y yo fuimos al pequeño restaurante del centro comercial a comer una hamburguesa para celebrar nuestras vacaciones. Habíamos estado soñando con este momento durante todo el día. Después de nuestra merienda salimos del trabajo juntas e hicimos planes para el día siguiente. Era navidad y como nuestro inflexible jefe no quería que nos fuésemos a casa el día 23 de diciembre, el siguiente vuelo salía el mismo día 25. Así que queríamos pasar el día juntas para no sentirnos muy solas. Le preguntamos a las otras chicas de nuestro grupo de Whatsapp si querían irse de cena pero decían que no tenían dinero para ir a un restaurante y querían comer en su apartamento. No nos sentó muy bien, pero tampoco íbamos a decirles que no nos importaba y que íbamos a ir a un restaurante igualmente, así que quedamos en ir a la playa.

Navidad en la playa

En casa me puse a descansar un poco mientras pensaba en el equipaje que me iba a llevar para navidad. No era fácil meter de todo en una maleta en la que solo podía pesar 8 kilos, pero por suerte tenía toda mi ropa de invierno en casa, así que solo tenía que llevar un poco de maquillaje, ropa interior y regalos. También metería mi chaqueta de invierno, mis zapatos y unos cuantos accesorios más que mi padre me trajo cuando vino de visita en octubre. Durante esa época me pensaba que iba a pasar el año nuevo en París. Como las cosas eran tan grandes y pesadas casi lleno toda la maleta tan solo con ellas. Esperaba que no controlasen mucho el peso de las maletas. Era imposible llevar tan solo 8 kilos. Así que después de pensar que me iba a llevar y que iba a dejar en la isla, cene un poco y me quede en mi cama el resto de la noche.

Navidad en la playa

El día siguiente finalmente pude abrir la última puerta de mi calendario de aviento, esa cosa que me acompaño durante todo el aburrido mes de diciembre. Tenía un efecto psicológico que me hacía ver que el tiempo pasaba aunque a veces no sintiera lo mismo. Y ahora, un día antes de mi vuelo a Alemania, estaba vacío. Hacía muy buen tiempo fuera, con mucho sol y ni una sola parte de mi cuerpo sentía que era Nochebuena. Terminé de hacer el equipaje, me pegué una ducha y limpie un poco el baño. Después, salí de mi casa y fui al lugar donde iba a reunirme con la otra interna. Queríamos ir a la playa a disfrutar de este increíble clima en este día tan especial. Era de locos llevar bikini un 24 de diciembre. Empezamos nuestro trayecto de veinticinco minutos a través de la ciudad y pensamos en comer un sándwich vietnamita antes. No sabíamos que iban a cocinar los demás por la noche, y ella quería probar unos de esos sándwiches desde hace tiempo. Estaba bastante bueno. Mientras comíamos, seguimos nuestro camino hasta Playa Jardín, y en ese momento me di cuenta de que estaba siendo una Nochebuena rara pero muy interesante. Había sol, una playa, buena comida, y una buena amiga a la que le gustaban los perritos tanto como a mí.

Llegamos a la playa y nos tiramos en la arena. No quería meterme en el agua porque estaba bastante fría y las olas eran muy grandes. Así que descansé un poco al sol, leyendo un libro. También llamé a mi pareja, quién estaba en el aeropuerto esperando un vuelo a Argelia. Todavía lo echaba de menos más que a nada, pero ahora me resultaba mucho más fácil vivir de esta manera, porque no podía cambiar nada y podía entender que él quería ir a ver a su familia antes de volver al trabajo. Así que hablábamos por teléfono una o dos veces por semana y estaba deseando verle después de volver a Alemania en febrero. No sabía cuándo iba a volver a verle y cómo iba a ir todo, pero era bastante optimista respecto a que íbamos a vernos de nuevo y a que íbamos a pasarlo muy bien juntos. Era difícil, por supuesto, pero no quería que esto acabase. Era muy feliz teniendo a alguien como él en mi vida e incluso cuando no pudiéramos vernos cuando queríamos, las veces que habíamos estado juntos eran increíbles. Así que escuchar su voz de vez en cuando me ponía muy contenta, sobre todo ahora que estaba en la playa mirando al mar.

Navidad en la playa

Por desgracia, el tiempo pasaba muy rápido y enseguida teníamos que irnos porque teníamos que ir a ver a las otras chicas para tener nuestra cena de Navidad. Cogimos nuestras cosas y llegamos a su casa en diez minutos. Como nosotras hubiéramos preferido ir a un buen restaurante, no estábamos muy contentas pero nos habíamos comido un sándwich y las chicas se habían esforzado mucho en hacer una buena cena, así que no queríamos arruinar el ambiente. Habían preparado una ensalada con granada y pollo con pasta y salsa de tomate. La pasta tenía buena pinta incluso cuando el pollo todavía no estaba preparado, así que nos pusimos a hablar un poco mientras nos tomamos una copa de vino. Nos sentamos en la mesa a comer la ensalada. Después de que el pollo estuviese hecho (una hora después) nos comimos el segundo plato. Tras eso nos lo pasamos muy bien contando anécdotas de nuestro compañero de trabajo gracioso. Todo el mundo se reía de sus historias, así que se nos olvidó que la cena hubiera estado mejor en un restaurante. Después de unas pocas galletas de postre nos pusimos a escuchar música en un portátil mientras cantábamos mientras las chicas se preparaban para salir de fiesta. Iban a juntarse con otras chicas para salir de fiesta en Santa Cruz, lo que me sorprendió porque decían que no tenían dinero. La otra interna y yo no nos fuimos con ellas porque teníamos nuestro vuelo el día siguiente, pero nos quedamos un rato hasta que ellas se prepararon. Tengo que admitir que fue una gran Nochebuena. Nunca había pasado una Nochebuena sin mi familia, así que este día veinticuatro era algo nuevo para mí. Cuando volví a mi apartamento hablé con mi padre por Skype. Me dijeron que tenían miedo de que hubiera pasado la noche sola en casa. Hablamos un poco y estuvo bien saber de ellos. Finalmente me di una ducha y me fui a dormir. Estaba muy nerviosa por el día siguiente, por lo que no dormí mucho.


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