La última semana en el trabajo - Parte 1
Planes para el fin de semana
Como la semana que viene era la última semana de mis prácticas como interna, este fin de semana era el último fin de semana que iba a tener con normalidad. La semana que viene tendría que hacer las maletas y mudarme al hotel que mi madre me había reservado para mis últimos diez días en la isla. Tenía por seguro que iba a ser algo muy trabajoso, porque todavía tenía que hacer muchas cosas y tenía que decidir que iba a llevarme conmigo y que iba a tirar. Esperaba que no fueran muchas cosas, ya que no quería tirarlo todo a la basura. Algunas cosas, como los recipientes de plástico de la comida, las tazas o las toallas que había comprado para el apartamento las iba a dejar ahí, porque tenía muchas de estas cosas en Alemania y no las necesitaba. Además, las había comprado pensando que después las iba a dejar aquí, así que la gran mayoría de estas cosas eran las versiones más baratas que había podido encontrar. Así que para mi último fin de semana normal había planeado varias cosas: después de nuestra noche de ensueño en La Laguna con nuestro compañero de trabajo, queríamos ir a Santa Cruz el día siguiente para ir a un restaurante cubano que nos habían recomendado. Y cuando estuviésemos allí también íbamos a irnos de compras, ya que todavía habían rebajas en mucha ropa de invierno. Lo gracioso era que no eran necesarias allí, ya que hacía suficiente calor para ir en camiseta de manga corta, e incluso, para ir con pantalones cortos. El domingo una de las otras chicas nos invitó a ir con ellas a hacer senderismo. Querían ir a unas ruinas que estaba cerca de Puerto de la Cruz, y como ninguna de nosotras había hecho senderismo por la isla aceptamos su proposición.
Experiencia culinaria cubana
Después de haber confirmado todos los planes y tras nuestra experiencia en La laguna, el día siguiente quedamos en la estación de autobuses para ir a Santa Cruz a comer. Hacía mucho calor y me arrepentí de llevar pantalones largos mientras subía por las escaleras de la parada del autobús. Esperaba que hiciese más frío en la capital, porque estaba más al oeste y normalmente las temperaturas eran más bajas. En el autobús hacía un montón de frío, porque siempre ponían el aire acondicionado muy alto. Cuando hacían unos 25ºC afuera la temperatura de dentro era de unos 15ºC, extremadamente fría. Cuando llegamos buscamos el restaurante en Google Maps, ya que estábamos muertas de hambre y muy emocionadas, ya que nuestro compañero había dicho que este sitio era muy especial y que tenían comida muy buena. Como mi amiga vietnamita estaba intentando hacer un blog de comida con su mejor amiga, y siempre estaba encantada de probar platos nuevos, habíamos decidido probar la comida de este restaurante por nosotras mismas.
Llegamos tras unos quince minutos andando (que con este calor era mucho tiempo andando) y nos pusimos muy contentas al ver que el restaurante estaba abierto. Entramos al pequeño restaurante y nos sentamos en una mesa. Era un sitio muy pequeño, ya que no había espacio para más de veinte o veinticinco personas. Pero nuestro compañero tenía razón, el ambiente era increíble. Incluso cuando el mobiliario no era nada en especial, la decoración era increíble: cada uno de los huecos de la pared estaba recubierto con fotos antiguas, cuadros y trozos de periódico. También había objetos pegados a la pared y trozos de papel en los que antiguos clientes de Casa Nelson habían escrito que les había gustado la comida. También había un cuadro que representaba una persona un poco rara y un montón de cosas más. Era muy difícil parar de mirar las paredes y cada vez que echaba un vistazo me daba cuenta de algo nuevo. La forma de pedir también era diferente a los restaurantes corrientes. El dueño del restaurante viene a nuestra mesa, nos da la bienvenida y nos pregunta lo qué queremos para beber. Cuando le preguntamos si nos podía traer el menú nos enseño que el menú estaba escrito en la mesa. Era una idea excelente. Así que pedimos la bebida y para pedir la comida teníamos un papel con nuestro número de mesa en el que teníamos que escribir los platos que queríamos comer.
Vimos que el menú era muy pequeño pero tenía de todo tipo de comida. Desde platos principales, platos de carne hasta platos con marisco y pescado. De postre también tenían muchas cosas que parecían deliciosas, así que nos costó bastante decidir que probar. Después de un rato pedimosgambas a la plancha y tacos como platos principales, así que lo escribimos en el papel. El dueño volvió a nuestra mesa y cuando vio que solo habíamos pedido dos platos nos recomendó el aperitivo de aguacate. Nos pareció buena idea y el se fue a preparar la comida. Como solo había otra pareja más en el restaurante y no podíamos ver que estaban comiendo, no teníamos ni idea de como iba a estar la comida de buena. Pero nuestro compañero nos había recomendado este restaurante, así que eramos optimistas y estábamos emocionadas, por lo que no podíamos esperar hasta que nos trajeran la comida. Por suerte, nos trajo el plato de aguacate y podíamos empezar a comer. Estaba increíble aunque solo fuese aguacate con aceite y vinagre balsámico. Puede que fuese un aguacate raro, o que lo hubiera plantado en su propio jardín, porque nunca había probado uno como este, y había comido muchos aguacates desde que llegué a Tenerife. Nos llenamos mucho con este entrante, pero todavía estábamos ansiosas por los platos principales.
Mientras esperábamos la comida nos pusimos a admirar la decoración de las paredes y a echar fotos de este restaurante tan especial. Parecía que estábamos en otro mundo. Por suerte, no tardaron mucho en traernos el primer plato, y comimos unas gambas riquísimas. No eran algo muy especial, pero estaban muy buenas y hacía mucho tiempo desde la última vez que comí gambas. Cuando terminamos con el plato de marisco nos trajeron el segundo plato, que era carne con verduras y patatas de bolsa. No era lo que me esperaba cuando pedimos tacos, pero tenía muy buena pinta, así que nos pusimos a comer. No solo tenía muy buena pinta, si no que sabía increíblemente bien. Después de un rato de habernos comido todo todavía teníamos un poco de hambre. La comida estaba riquísima, pero no había mucha cantidad. Las porciones eran como tapas, pero como eran más caras que un plato principal pensábamos que llevaría más comida. Así que nos pedimos un Barraquito de postre (era un café espresso con leche condensada, nata, licor 43 y canela) para terminar nuestra experiencia culinaria cubana. Nos quedamos un rato más en el restaurante porque todavía era pronto y teníamos mucho tiempo libre para ir de compras. Además, nos gustaba mucho el ambiente y el dueño era muy agradable. Seguro que sabía que no eramos españolas, así que por eso nos explicaba todo y nos recomendaba platos. Al pagar nos dio un póster con publicidad del carnaval de Santa Cruz y nos deseo unos buenos días.
De compras en las rebajas
Cuando salimos del restaurante fuimos al centro de la ciudad, que estaba a tan solo cinco minutos. Habíamos comido, pero no demasiado, así que era la primera vez que salía de un restaurante y podía andar si tener que respirar profundamente constantente. Paseamos por la calle comercial (por suerte, solo había una calle única llena de tiendas) y entramos en tiendas de ropa como Mango y H&M. Esta vez estaba más motivada para comprarme algo porque era mi última oportunidad para comprar cosas baratas. Sobre todo porque los impuestos eran un diez por ciento más baratos en Tenerife que en Alemania, y se notaba mucho cuando había rebajas. Así que pasamos mucho tiempo en el centro de la ciudad, antes de llegar en veinte minutos al centro comercial. Allí pasamos varias horas probándonos ropa, probando perfumes, y mirando zapatos y otros accesorios. Después de un rato nos comimos un yogur helado (teníamos mucha hambre porque la comida en el restaurante cubano había sido muy suave). Iba a echar de menos estos fines de semana de compras con mi compañera vietnamita. Solíamos comprar cosas diferentes pero siempre nos iba genial y nos lo pasamos muy bien juntas. Después de un rato miramos la hora y nos dimos cuenta de que habíamos perdido el autobús a Puerto de la Cruz, así que fuimos al Corte Inglés, porque estaba de camino a la estación de autobuses y quería comprarme una agenda de 2016.
Pasamos un rato allí, paseando por los nueve pisos teniendo en cuenta el tiempo. Mi amiga estaba viendo cosas para comprar a una amiga suya, como unos pintalabios de Chanel y otros productos de belleza, mientras yo buscaba agendas. Después de un rato nos reunimos y vimos que ya era hora de volver a a la estación de autobuses, así que salimos del centro comercial para llegar en cinco minutos a nuestra parada de autobús. . Llegamos a tiempo, justamente cuando llegaba el bus, así que todo nos salio muy bien y regresamos a casa con nuestras bolsas de la compra. Fue un poco vergonzoso porque necesitábamos dos sitios cada una por todas la bolsas que llevábamos encima. Por suerte no había mucha gente y todo el mundo tenía un sitio. Hablamos un poco sobre el día siguiente y sobre lo que nos íbamos a llevar porque no teníamos mucha experiencia en hacer senderismo. Pero estábamos muy emocionadas y quedamos a las nueve de la mañana siguiente antes de despedirnos.
Galería de fotos
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- English: The last "Working Weekend" Part 1
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