Empezando las vacaciones

Maletas y decisiones

La mañana siguiente tenía que levantarme pronto porque todavía tenía que hacer las maletas y además quería llegar al hotel antes de la hora de comer. Me levanté, desayuné un par de galletas (no me quedaba nada más que galletas y agua) y comprobé si la colada de la noche anterior se había secado. Por desgracia, casi la mitad de mi ropa todavía estaba mojada, así que no podía meterla en la maleta. Eso influyó en mis planes y no sabía qué hacer. Me di mi última ducha en el pequeño y asqueroso baño y organicé mis cosméticos. Me los había traído casi todos al hotel y no quería dejarlos después de diez días. Tampoco quería tirarlos ya que todavía podía usarlos. Además, esperaba tener suficiente tiempo libre para poder cuidar de mi cuerpo en estos días de vacaciones. Incluso cuando ya había decidido que me lo iba a traer todo conmigo, todavía tenía problemas de espacio con las bolsas. La ropa ocupaba mucho espacio y sabía que iba a necesitar mucho más espacio del que había en mis dos maletas y en mi mochila. No era un gran problema porque tenía un montón de bolsas, pero tendría que pedir un taxi y meter todas las cosas al mismo tiempo, así que solo podía meter las cosas que podía llevar por mí misma.

Eso lo hacía todo incluso más complicado, sobre todo porque todavía no podía meter mi ropa porque estaba mojada. Después de haber organizado y guardado todos los productos de belleza puse toda la ropa que se había secado en el sofá para hacerme una idea de cómo meter la ropa y mis otras cosas como mis libros, lápices, auriculares y demás en mi maleta pequeña. Eso era todo lo que podía hacer de momento. Esperaba que la ropa mojada no tardase mucho en secarse. Abrí todas las ventanas y, odiando el hecho de no tener ningún balcón, puse la ropa en una de las esquinas de mi apartamento a la que le daba un poco el sol. También puse una lavadora con la ropa de la cama y las toallas, pero tardaría unas dos horas, así que cuando acabase tendría que tender la ropa en un tenderete justo antes de salir de mi apartamento. No había nada más que hacer, así que marché de camino a la playa. Paré en un McDonald´s para comer algo. Comía mucho en McDonald`s porque no había otra manera de comer barato y rápido, ya que todo estaba lleno de restaurantes para turistas. Además, tan solo eran las once de la mañana. No soportaba tener que esperar. Tan solo quería dejar mis cosas en mi habitación de hotel y descansar en la piscina. No quería seguir tirada en mi cama viendo series de televisión americanas con doblaje en español sin subtítulos, mientras intentaba mejorar mi español. Pero la ropa mojada iba a tardar un poco más en secarse, así que fui a la playa después de mi almuerzo a mirar las olas y a los turistas que paseaban con sus perritos. El hotel estaba colina arriba, así que no iba a tener la playa a cinco minutos. Pero tenía muchas ganas de estar en un sitio donde yo no tenía ni que limpiar, fregar o cocinar. Otra persona se ocuparía de todo eso en estos últimos diez días.

Mudanza al hotel

Después de más de dos horas esperando la gran mayoría de la ropa se había secado y tan solo estaban mojadas una chaqueta y la toalla de la playa. Pero no me importaba, porque me las iba a llevar conmigo y las iba a poner a secar en el balcón de la habitación del hotel. Muy motivada, empecé a meter la ropa en la maleta grande. Bueno, intenté meter la ropa, porque casi la mitad de la maleta ya estaba llena. Empecé a tener un poco de miedo, porque no quería tirar a la basura tantas cosas, pero después de unos cambios pude poner toda mi ropa en una maleta a excepción de dos chaquetas grandes y mi bata de baño, que ocupaban mucho espacio. Las metí en la mochila, esperando que mi madre tuviera espacio de sobra en su maleta para que se las llevara a Alemania. El siguiente problema era que tenía que hacer espacio en la maleta para mis zapatos y mis productos de limpieza. Era un problema de logística enorme, pero después de una hora ya lo había metido todo dentro de las dos maletas (una grande y una pequeña), de una mochila, una bolsa de plástico y un bolso. Todo pesaba mucho, pero no era demasiado pesado para no poder llevarlo todo a la vez. Además, no estaba muy lejos de la parada del taxi (incluso si tenía que ir andando hasta la que estaba al lado de mi casa tenía que dejar las llaves del apartamento en el buzón de la inmobiliaria), y después me dejarían en la misma entrada del hotel.

Descansé un poco en el sofá mientras miraba al apartamento, que estaba vacío. A excepción de las bolsas del medio de la sala no parecía que alguien hubiera vivido en el apartamento. No había ni sábanas en la cama, ni cosas en las estanterías y la cocina estaba totalmente limpia, sin ninguna migaja en el suelo. El único detalle que demostraba que alguien había estado viviendo allí, era el tenderete, que estaba al sol hasta arriba de toallas y sábanas. A la una de la tarde ya estaba segura de que podía entrar a la habitación de hotel (si no podía, dejaría mis cosas en la entrada y me daría una vuelta por la piscina), así que miré por las esquinas por si me había dejado algo y cuando vi que no me había dejado nada que quisiera llevarme, cogí todas mis cosas y salí del apartamento. . No era fácil moverse con todas las bolsas. Me sentía como una tortuga y esperaba que nadie me viese así y que nada se me cayese. Fue todo un desafío entrar en el pequeño ascensor; con todas las cosas que llevaba encima iba lleno. Salí del apartamento y empecé el trayecto de diez minutos que había hasta la agencia inmobiliaria y la parada de taxi. Era mucho más agotador de lo que me esperaba, pero después de veinte minutos pude dejar las llaves en la oficina y ya iba de camino a la parada del taxi. El conductor del taxi era muy amable y me ayudó con mis maletas mientras me sentaba y le decía a dónde tenía que llevarme. Cuando se dio cuenta de que yo sabía un poco de español nos pusimos a hablar sobre el caluroso invierno y sobre mi experiencia en la isla. Llegamos tan pronto que tan solo me costó cinco Euros, y encima el conductor incluso me ayudó a llevar todas las cosas hasta recepción.

Starting the Holidays

Starting the Holidays

Enseñe la confirmación de la reserva y mi documento de identidad a la mujer de la recepción. Me dio un documento para rellenar y me preguntó cuándo iban a venir el resto. De primeras estaba un poco confusa, porque no sabía a quién se refería, pero entonces me acordé de que mi madre y su pareja llegaban por la noche. Le dije que iban a llegar más tarde y que yo ya había estado antes en Puerto de la Cruz, así que me dio las llaves de mi habitación. Me dijo las horas para desayunar y comer, dónde estaba la barra de la piscina y todas las demás cosas importantes antes de que pudiera subirme al ascensor con todas mis cosas para ir a mi habitación. Por supuesto, era la última habitación del piso, así que me puse muy contenta cuando llegué. Me tiré en la dura cama y descansé un poco. Hacía mucho calor afuera, como siempre, y me había cansado mucho el traer todas mis cosas de mi apartamento hasta el hotel. Tras recargar un poco las pilas, salí al balcón a disfrutar de las vistas. Se podía ver todo desde aquí: el Teide, el valle de Orotava, el mar, el Puerto de la Cruz y la piscina del hotel. La piscina era mi siguiente parada, pero primero tenía que ir al supermercado y a visitar a la chica vietnamita. Me había hecho unos rollitos de primavera y le había dicho que iría a su casa a recogerlos. Así que me cambie de ropa, ya que hacía mucho calor, y dejé mi equipaje tal cual estaba cuando salí de la habitación de hotel. Ya estaba pensando en el descanso que iba a tener más tarde. Por suerte antes de que llegara mi madre y su pareja yo tendría un poco de tiempo para mí.

Starting the Holidays

Encuentros incómodos

Tras salir del hotel emprendí el camino para ver a la chica vietnamita, quien vivía en un hotel que estaba en una zona colina arriba pero en dirección al mar y al centro de la ciudad, así que tenía un largo paseo por delante. No sabía muy bien en qué calle estaba el hotel, pero no fue muy difícil encontrar el camino hacia mi antigua compañera de trabajo. Bajar de la colina no era muy agotador pero como ya estaba cansada de antes y todavía hacía mucho calor no estaba muy contenta de mi situación. Al llegar al hotel le escribí un mensaje a mi amiga diciéndole que ya estaba afuera. Como ella estaba descansando en la piscina no tardó mucho en venir. Me dio una bolsa de plástico pequeña y nos pusimos a hablar sobre nuestro sábado y sobre los planes que teníamos para lo que quedaba de domingo. Ella estaba muy emocionada porque iban a entrar a trabajar dos becarios el lunes y no sabía nada de ellos. Estaba contenta de no tener que pensar en el trabajo nunca más pero intenté darle algunos consejos. Después de un rato ya no teníamos nada más que decirnos, así que dijimos de hablarnos el día siguiente (ya que tenía curiosidad sobre los nuevos internos) y de quedar el fin de semana cuando mi madre y su pareja se hubieran ido. Después ella volvió a la piscina y yo fui al supermercado a comprar dulces, fruta y agua para mi habitación de hotel.

Fui por una calle paralela a la calle principal porque quería evitar a la gente que se ponía en las puertas de los restaurantes a asaltar a los turistas diciéndoles que si querían entrar a probar sus platos. Aunque este tipo de marketing era normal en una zona turística después de seis meses viviendo aquí me resultaba algo molesto. Así que seguí por una calle casi vacía. Era temprano por la tarde y un hombre se cruzó conmigo. No pensé nada malo, incluso cuando se me quedó mirando, así que seguí andando. Pero después de unos pasos me di cuenta de que se había dado la vuelta y me estaba siguiendo. Estaba un poco confusa y asustada aunque no parecía estar fuerte ni nada por el estilo, así que seguí mi camino mientras caminaba más rápido. Pero la calle parecía no terminar y no podía dejar de escuchar como el hombre se acercaba cada vez más. Él decía cosas sobre mi cuerpo y que no debería de ir tan rápido y demás cosas asquerosas. Me arrepentí de haber echado por esta calle tan vacía en la que tan solo estábamos ese hombre y yo. Empecé a tener mucho más miedo y esperaba que el tipo se fuera después de que yo hubiera llegado a la calle principal. Pero cuando ya casi estaba a mi altura, decidí parar en seco, esperando que el tipo siguiese su camino. Me miró y me dijo algo pero simplemente le dije que se callase y que me dejara en paz. Salí inmediatamente por una calle que daba a un parque infantil y a un centro comercial y me sentí segura de nuevo. Nunca me había pasado algo así y estaba un poco atónita. Además, sabía que tendría miedo de andar sola por la calle el resto de mi vida.

Starting the Holidays

Antes de volver al hotel pasé por el supermercado del centro comercial que estaba cerca de mi antiguo trabajo y compré un par de botellas de agua, dos latas de Fanta, fruta y dulces. Después subí la cuesta que iba hacia el hotel mientras no paraba de darme la vuelta, ya que todavía tenía miedo de que ese hombre me estuviese siguiendo. Por suerte no había nadie siguiéndome. Llegué al hotel totalmente cansada del calor y del peso de la bolsa de la compra. Fui a mi habitación, deshice la maleta (lo que me costó un poco) y me bajé a la piscina un rato. Hacía un poco de frío porque el sol se había escondido tras las nubes y hacía un poco de viento, pero estaba muy tranquila y esperaba tener unos días increíbles con mi madre aquí en Tenerife antes de irme a Alemania.


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