Visitando Praga: la zona oeste

¡Hola a todos, viajeros! En esta entrada voy a hablaros de mi viaje a Praga, ciudad que he visitado dos veces, pero en que cada una de estas dos ocasiones, la vi de manera completamente diferente. Esto se debe a que la primera vez que fui a Praga, fue para celebrar la entrada de año con mi familia y, como seguramente estéis sospechando, hacía muchísimo frío. Si hay algo que no me gusta de hacer turismo en invierno, es que me congelo, lo que resulta bastante incómodo porque, en el caso de Praga, teníamos que ir yendo de cafetería en cafetería para entrar en calor. No obstante, el ambiente de Praga en Navidad fue realmente increíble, sobre todo el mercado que se organiza en la plaza central. Por mucho frío que pasara, cuando recuerdo ese viaje, me acuerdo sobre todo de lo preciosa que estaba la ciudad en esta época. 

Por otro lado, el segundo viaje que hice a Praga fue justamente todo lo contrario: en pleno julio. Parecía una ciudad totalmente distinta, porque obviamente se hacía de noche mucho más tarde, y me hizo un tiempo increíble. La parte más negativa, y algo que agradecí mucho durante mi primera visita a la capital checa, es que había muchísimos turistas, y esto hacía que el turismo se fuese bastante más pesado y estresante. 

Aún así, recomiendo que vayas a Praga en algún momento, sea en la estación del año que sea, porque es una ciudad que enamora haga el tiempo que haga, llena de historia y monumentos impresionantes que te dejarán sin aliento. 

Qué ver en Praga: zona oeste

Como voy a dividir la experiencia de mi viaje a Praga en dos entradas diferentes, en esta primera os voy a hablar de la zona oeste de la ciudad, cruzando el río Moldava. 

• El Castillo de Praga

De todos los lectores que hayáis visitado Praga, la mayoría seguramente coincidáis conmigo en que esta lista no podía encabezarla otro monumento que no fuese el Castillo de Praga, el más grande del mundo. Es cierto que esto tiene un poco de trampa, porque el castillo es en realidad un enorme conjunto de diferentes edificios por entre los que hay callecitas pequeñas. Por tanto, cuando entres en el recinto del castillo, recomiendo que cuando vayas a comprar la entrada, te hagas también con un mapa para asegurarte que no te pierdes ninguna de las importantes construcciones, de las que ahora os hablaré de manera separada, porque lo merecen. 

Podrás visitar el castillo de 9 de la mañana a 6 de la tarde, pero si vas en verano, te recomiendo que lo hagas cuanto antes mejor, para asegurarte de que no hay tanta gente. Esto lo digo porque yo tuve la suerte de visitarlo durante mi viaje en diciembre, pero cuando fui otra vez en verano la cola era tan larga que al final decidí no entrar. Tened esto en cuenta si no queréis estar más de una hora haciendo cola... El precio es de 350 CZK, y podrás llegar en la línea 22 de tranvía y bajarte en la parada de Prazsky Hrad. Está un poco apartado de lo que es el centro de Praga, ya que tienes que pasar al otro lado del río, pero aún así merece muchísimo la pena ir a visitarlo. Aún así, puedes ir caminando perfectamente, y aunque hay una escalinata bastante grande para llegar, ¡ya sabéis que yo siempre soy partidaria de ir andando a los sitios!

• Callejón del Oro

El Callejón del Oro es una de las callecitas que, como os he comentado, conectan los diferentes monumentos del Castillo de Praga; pero es, obviamente, la más importante. Es una calle muy cuca, con casitas bajas y pequeñas de colores muy llamativos, entre las que se encuentra aquella en la que vivió Franz Kafka, que seguro conoceréis porque en algún momento de vuestros años en el instituto estudiásteis La Metamorfosis.

He de reconocer que, aunque el Callejón del Oro me pareció muy bonito, me decepcionó un poco. Para empezar, por alguna razón que desconzco, cobraban entrada aparte. Había unos tornos de metal en la parte de la entrada a la calle, y tenías que haber comprado el ticket con antelación para poder pasar a la calle. Ahora, sin embargo, está incluida en la entrada del castillo así que no tendrás que preocuparte por ello. Y, por otro lado, me disgustó ver que no habían dejado ninguna de las casitas vacías, sino que habían convertido prácticamente todas en tiendas de souvenirs. En algunas era interesante entrar porque había mobiliario originario de las casas, pero por lo general llamaban más la atención por fuera que por dentro.

• Catedral de San Vito

No sé ni cómo empezar a describir la Catedral de San Vito, porque es sumamente bonita. Sin ninguna duda fue mi monumento favorito de Praga, y me dio mucha pena no poder visitarlo la segunda vez que viajé a la ciudad. Sólo por poder ver esta catedral, ya te habrá merecido la pena cruzarte toda Praga para llegar. La entrada es gratuita (ni siquiera tienes que pagar la del castillo para poder entrar), así que ni se te ocurra irte sin haberla visto. Tiene una arquitectura impresionante en la que se aprecian diferentes estilos, pero lo que más me gustó de la catedral fueron las vidrieras, ya que además cuando entré había mucha luz y desde el interior se veían preciosas.

Está abierta de 9 de la mañana a 6 de la tarde, y si quieres disfrutar de unas increíbles vistas de la ciudad, te recomiendo que subas a las torres de la catedral, que aunque hay que subir unas cuantas escaleras, tendrá su recompensa. 

• Mala Strana: el muro de John Lennon y la Iglesia de San Nicolás

Malá Strana, conocida en español como Ciudad Pequeña, es el área de Praga que se sitúa en la parte baja de la zona del Castillo, y la que seguramente habrás visitado antes de llegar si has ido andando, porque comienza nada más cruzar el Puente de Carlos, del que os hablaré en mi próxima entrada. Lo que más me gustó de esta zona fue el ambiente de las calles, ya que tanto en invierno como en verano estaban súper concurridas y con mucha actividad. Hay un montón de restaurantes por la zona, artistas callejeros, cafeterías y tiendas de souvenirs, así que en esta parte de la ciudad también tendrás muchas cosas que admirar. 

No puedes marcharte de Malá Strana sin pasarte a ver el Muro de John Lennon, uno de los puntos turísticos de la ciudad. Este muro me encantó, en especial porque digamos que los turistas pueden "interactuar" con él, en el sentido en que puedes escribir, dibujar o hacer grafittis como te plazca, siempre y cuando respetes la idea de transmitir un mensaje de paz y convivencia (de ahí el nombre del muro, dedicado al principal representante de los Beatles). Lo de que los visitantes puedan pintar en el muro me parece una idea genial, porque cada día que vas es diferente, y esto lo hace único. En la foto podéis ver el mensaje que yo escribí durante mi última visita. Encontrarás este muro en la Plaza del Gran Priorato, y obviamente no tiene horario ni coste alguno porque se encuentra en una calle cualquiera, al aire libre. Para poder llegar hasta aquí, puedes ir andando sin problema, o coger los tranvías de las líneas 12, 91, 20 ó 22. 

Otro monumento que no puedes dejar de ir a ver a tu paso por Malá Strana es la Iglesia de San Nicolás. En Praga hay dos iglesias con este nombre, y aunque no he visto la segunda, después de ver esta estoy segura de que se quedaría corta. Las cúpulas de esta iglesia me parecen impresionantes vistas desde fuera, pero sin duda lo que más me gustó es el interior, que al ser de tonos blancos y dorados le da mucha luminosidad, además de todas las pinturas murales que adornan el techo. Recomiendo también que subas a la torre de la Iglesia de San Nicolás, porque las vistas son espectaculares, y en especial el Puente de Carlos se ve especialmente bien porque está a poca distancia. En verano podrás visitarla de 9 de la mañana a 5 de la tarde por 50 CZK si eres estudiante, y 70 CZK si no es el caso, pero merece mucho la pena.