Praga bonita
Desde Viena fue muy fácil llegar a Praga. Con Student Agency el ticket salió en 10 euros y fue sencillo llegar a la estación desde el hostal. El bus es uno de los más cómodos en los que he viajado, con buen wifi y café gratis. Unas 4 horas y media de viaje sin complicaciones. Finalmente llegamos a una de las ciudades más bonitas en las que he estado. Nos alojamos en el Hostel Tyn Prague, que queda en pleno centro de la ciudad. Pagamos 23 euros cada uno por las dos noches y ofrecían desayuno, nada muy elaborado: cereal, café, jugo y un sandwich de jamón y queso perfecto para guardarlo y comerlo media mañana. Una de las cosas que no me gustaron del hostal es que había solo un baño por piso, y con un baño me refiero a un retrete, y lo mismo con la ducha; hay varias habitaciones asi que el baño estaba casi siempre ocupado cuando lo querías usar. Además, fuera del precio de la habitación, deben dejarse 15 euros en efectivo como depósito para prevenir los daños y, como no lo sabíamos, fue una molestia volver a sacar dinero y todo lo que conlleva.
A diferencia de Viena, para Praga no hicimos una investigación exhaustiva. Ya sabíamos que teníamos free tours y confiaba en que allí nos dirían qué ver. Así que esa tarde nos limitamos a callejear por el centro y buscar un sitio donde comer. Nos terminamos metiendo en una de las calles más caras, en un sitio llamado Little Break, donde la cuenta salió el doble de cara de lo que debía por los cubiernos y las propinas, etc. La verdad es que nos sentimos robados y la comida no estuvo muy buena. Ese día fuimos también al Puente Carlos IV -todo lleva su nombre en esa ciudad, pues fue el Emperador que la hizo más o menos lo que es hoy día- Y fue precioso verlo de noche. Cenamos en un sitio recomendado por una de las chicas que cazan gente para ir a los free walking tour; fue un sitio genial, muy barato, donde comimos un codillo de cerdo buenísimo con cervezas sin pasteurizar típicas de Praga. Queda muy cerca del inicio de la Avenida Larga donde está el Museo del comunismo. Ese día decidimos que, ya que no teníamos nada mejor que hacer, iríamos a un Strip Club, ya que Praga es reconocida por la cantidad que tiene. Luego de caminar mucho, preguntar y sentirnos bastante underground, conseguimos un sitio llamado Hot Pepper, donde la entrada era gratis y pues, no es que yo sepa mucho de este tipo de sitios, pero se veía bastante bien. La presentación estelar fue la de Pole Dance y fue genial. Fue una experiencia interesante, no está mal ir para conocer parte de la vida nocturna de Praga.
Al día siguiente tratamos de despertarnos temprano pero terminamos saliendo a las 10:30 para ver el "espectáculo" del reloj astronómico. Hicimos el tour a las 11 por el old town, la plaza, el barrio judío, etc. La chica era una valenciana muy divertida que nos contó anécdotas muy interesantes acerca de la historia de la ciudad, sus edificios y personajes. Hacía mucho frío, pero fue muy interesante y valió la pena. Al terminar el tour comimos en un restaurante que estaba al lado del hostal llamado Cathedral Cafe; era un sitio pequeño con comida riquísima y el menú del día siempre eran precios accesibles -alrededor de 5 euros-. Luego de comer una sopa de papas y champiñones riquísima y un risotto de vegetales, nos fuimos al castillo. Ya eran casi las 4 así que íbamos cortos de tiempo, pero al llegar al puente nos hicimos mil fotos -por supuesto- y a medida que íbamos subiendo hasta el Castillo, no nos cansábamos de ver el mismo paisaje que el día anterior pero ahora al atardecer. Llegamos al Castillo -el más grande de Europa, a pesar de que en realidad es un Complejo Palacial- y tuvimos unas vistas preciosas de la ciudad y pudimos ver la Catedral imponente y los distintos edificios y patios por fuera. Caminamos por una callesita muy linda que luego descubrimos era la calle del oro -parecido a lo que nos pasó en Viena-, reconocida porque los alquimistas se concentraban allí para trabajar. Bajamos, compramos souvenirs y regresamos al hostal para descansar e ir a cenar.
Aquí pasó algo que debo comentar. Uno de nuestros amigos estuvo enfermo todo el tiempo en Praga y finalmente decidimos llevarlo al hospital -mejor prevenir que lamentar- y luego de coger un taxi, en el hospital nos dieron que no tenían a nadie que le revisara la garganta al pobre niño, que fuera a otro hospital en el otro extremo de la ciudad. Puntos menos para Praga por la mala atención médica a los turistas.
Luego de haber superado este incoveniente, salimos al restaurante llamado Vytopna, cuyo principal atractivo es que todas las bebidas son llevadas a la mesa a través de un trensito. La decoración es genial y es lindo ver todos los trenes con su carga de bebidas alcohólicas. La comida estuvo bien, pero es un poquito caro. Luego de esto fuimos a la discoteca más grande de Europa Central, donde tuvimos que pagar 7 euros para entrar y 2 euros para dejar los abrigos. Esta es la única cosa de la que podría arrepentirme en Praga. Es una discoteca que se nota llena de turistas porque los locales no pagan eso para ir a una disco cuyo único atractivo es que tiene 5 pisos. Estuvimos poco tiempo allí, y nos fuimos a descansar para aprovechar nuestro último día en la ciudad.
Nos levantamos temprano, desayunamos, hicimos el check out y seguimos nuestra ruta establecida: iglesia cerrada, muy bonita por dentro; una iglesia que tiene la lámpara de cristal de bohemia más grande de Europa; muro de lenon. El muro de Lenon es precioso. Es bastante pequeño, no es como el muro de Berlín, pero es un sitio que al menos a nosotros nos inspiró mucha paz. Luego de esto, y como teníamos una arquitecta en el grupo, fuimos andando hasta el Dancing Building, del arquitecto Frank Gehry. No puedo decir mucho del edificio, pero sí que la avenida por la que caminamos para llegar a él era muy linda, con edificios muy coloridos y a la orilla del río.
Luego de esto era hora de comer -de nuevo en Cathedral Cafe- e ir a la estación de trenes para volver a Cracovia. Nos fuimos con Leo Express, una empresa muy resposable con la que pudimos resolver rápidamente el incoveniente que supuso haber comprado los boletos para un mes después. Lo resolvimos por internet: cancelamos el ticket e inmediatamente el crédito está en la cuenta de la empresa para comprar otro. También puedes cancelarlo en taquilla y te dan el efectivo. El punto es que la empresa te lleva en tren hasta la frontera con Polonia y un bus te espera para llevarte a Cracovia. El tren era muy, muy cómodo y el bus estaba bien. El pasaje salió en 20 euros. Así, ir de Cracovia a Viena, de Viena a Praga y de Praga a Cracovia, salió en aproximadamente 50 euros. Más los 14 zl de Cracovia a Katowice. Alrededor de 52 euros en hostales (4 noches) y alrededor de 100 euros en turismo -ya esto depende del ritmo que lleven en su viaje-
Por cierto, en Praga nunca tomamos el transporte público. Todo lo que era de interés estaba a una distancia caminable, incluso las paradas de bus y tren al hostal. Es un dinero que se ahorra y la ciudad es tan preciosa que provoca caminarla.
Y así terminó nuestro viaje por las ciudades del Danubio. La pregunta evidente es ¿Praga o Viena? pues son muy diferentes. Praga es preciosa, es como una niña encantadora, que te enamora por cómo es y no por su maquillaje y vestidos; a diferencia de Viena, que depende de todos sus edificios, historia y cultura. A Praga volvería sin dudarlo, sólo por caminarla, por ver el rio de nuevo, por caminar el Puente. Fue un viaje genial, porque las ciudades son bellas, pero más por la gente con la que lo compartí.
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