VIAJE A PRAGA
Día 1
Bueno, tras varias ciudades y días, llegamos por fin a nuestro destino final: Praga. Cogimos el bus nocturno en Budapest sobre las once de la noche y llegamos bastante pronto a la capital checa, sobre las seis de la mañana. La verdad es que pensaba que se nos iba a hacer mucho más largo de lo que realmente fue ya que nos pasamos prácticamente todo el trayecto dormidos. La cosa es que en Praga teníamos también alquilado un piso, pero esta vez no nos podíamos meter según llegásemos porque, al haber otros inquilinos dentro, tenían por un lado que abandonar el domicilio, y por otro, prepararlo para nuestra llegada, así que hicimos tiempo desayunando en un Mc Café.
Finalmente, tuvimos suerte, dentro de lo que cabe, y pudimos entrar al piso sobre las nueve de la mañana, no sin antes ir a buscar las llaves a otro lugar totalmente distinto con las maletas a cuestas (¡qué bien!).
Nuestro alojamiento estaba bastante cerca del centro, a unos quince minutos a pie, con lo cual estábamos bien situados. Además, como ya nos pasó también, nuestro piso tenía más camas de las que realmente necesitábamos y es por ello, que me pedí una de matrimonio solo para mí y he de decir que dormí como una reina todos los días.
Con la tontería, no pudimos dormir más de lo que ya habíamos dormido en el autobús porque nuestro Free Tour comenzaba a las doce. El punto de encuentro del tour fue en una plaza cercana a la plaza de la Ciudad Vieja, así que cuando todos nos hubimos reunido, nos dirigimos a la misma.
La Plaza de la Ciudad Vieja, como su propio nombre indica, se encuentra en la Ciudad Vieja de Praga, y para mí por lo menos, es una de las plazas más bonitas que he visto nunca, sobre todo si se ve bajo el efecto de la Golden Hour.
En esta plaza podemos encontrar varios edificios y estatuas muy interesantes:
Por un lado, encontramos el Reloj Astronómico; sin duda una de las atracciones más turísticas de la ciudad y con razón. No es un simple reloj y se compone de tres partes: el cuadrante astronómico, las figuras animadas y el calendario circular.
En el cuadrante astronómico se muestran las 24 horas el día, los signos del zodiaco, las horas en la antigua Bohemia y los símbolos del sol y la luna; un ejemplo de su funcionamiento sería saber que la hora local se muestra mediante el sol, es decir, que el sol se encuentra sobre un número romano cada vez, que viene siendo la hora exacta.
Por otro, encontramos a las cuatro figuras animadas: la vanidad, representada por un hombre que sostiene un espejo, la avaricia, representada por un comerciante judío con su bolsa, la muerte, representada por un esqueleto con un reloj de arena y la lujuria, representada por un príncipe turco con su mandolina. Cada hora, desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche, estas cuatro figuras se empiezan a mover: ya sea mirando el espejo, moviendo su bolsa, izando su guadaña o moviendo la cabeza. Algo curioso, es que de las cuatro figuras solo una, la muerte, mueve su cabeza afirmativamente, demostrando que tiene a última palabra.
Y por último, nos encontramos el calendario, en donde los doce medallones representan los doce meses del año. Las cuatro esculturas situadas a los laterales del calendario son (de izquierda a derecha): un filósofo, un ángel, un astrónomo, y un cronista, representando las cuatro modalidades que se enseñaban en la universidad en aquel tiempo.
El reloj astronómico forma parte del Antiguo Ayuntamiento de la ciudad, construido en el siglo XIV. Está formado, aparte de por el reloj, por una torre con capilla abovedada, aunque el ala este del edificio fue destruida con motivo del levantamiento praguense del 45 y desde entonces, no se ha vuelto a construir.
En la misma plaza, observamos la presencia de una iglesia, la Iglesia de Nuestra Señora ante Týn. De estilo gótico, esta iglesia comenzó a construirse a mitad del siglo XIV y es desde entonces la principal de esta parte de la ciudad. Sus torres alcanzan los ochenta metros de alto y están rematadas por cuatro pequeñas espiras. Es parte del patrimonio cultural de la Unesco y contiene el órgano más antiguo de toda la ciudad.
En el centro de la plaza también podemos encontrarnos con la estatua de Jan Hus, quien fue quemado en la hoguera bajo el castigo de herejía. Hus fue un predicador del movimiento protestante y uno de los pocos que defendió la misa en checo y no en latín y es por ello que es considerado el padre del nacionalismo en checo.
Después de la explicación de todos los componentes de la plaza, nos dirigimos al Barrio Judío de Josefov. Uno de los elementos más característicos del barrio es el cementerio judío que alberga hasta casi 11 000 sepulturas. Sin embargo, no es gratuito y nosotros optamos por no visitarlo. Otra de sus características, sería sus sinagogas. Como la más destacable tenemos la Sinagoga Vieja Nueva o Staronova, la cual fue construida en el siglo XIII con una mezcla de estilos románico y gótico, y que es la más antigua de Europa entre las que se siguen utilizando para el culto.
Después nos desplazamos a Rudolfinum, sala de conciertos conocida a nivel mundial. Es la sede de la filarmónica checa desde 1896 y está construida en el estilo neorrenacentista. En el pasado, albergaba una pinacoteca, un museo y una sala de conciertos y entre los años 1918 y 1938, y 1945 y 1946 fue la sede de la Asamblea Nacional. En la sala Dvořák, que es la principal, se realizan conciertos de música clásica de primer nivel.
Seguido, visitamos la plaza de la República, donde se encuentra la Torre de la Pólvora. La plaza debe su nombre a que en la Casa Municipal que allí se encuentra fue proclamada la República Checoslovaca en el año 1918. La Torre de la Pólvora es una torre gótica que data del siglo XV y forma parte de una de las trece puertas por donde antiguamente se accedía a la ciudad (estaba amurallada). Hoy, alberga en su interior un museo sobre la historia de Praga.
Entre la Ciudad Vieja y Malá Strana, se encuentra el Puente de Carlos. A los lados está repleto de estatuas y nos da la sensación de estar incluso dentro de un museo al aire libre. Es el puente más viejo de la ciudad y el segundo del país y atraviesa el río Moldava. En la época de su construcción, entre el siglo XIV y XV, era la única manera de cruzar el río y es por ello que se proclamó como la vía de comunicación más importante entre la Ciudad Vieja, el Castillo de Praga y las demás zonas. Además fue una pieza clave para mejorar la conexión del comercio entre Europa Oriental y Occidental. En el puente puedes encontrarte muchos puestos ambulantes que venden todo tipo de manualidades, como por ejemplo cuadros o pendientes. Lo curioso es que, aparte de no ser muy caros, tienen la opción de pagar con tarjeta y está muy bien para llevarse un souvenir un poco fuera de la norma.
Nos movimos más tarde a la Iglesia de San Nicolás, una obra de arte del barroco. Su construcción comenzó en el siglo XVII por orden de los jesuitas. La torre tiene 65 metros de largo y se puede ver un precioso paisaje del barrio de Malá Strana. Como curiosidad, durante el régimen comunista fue utilizada por las fuerzas secretas para vigilar las embajadas extranjeras.
Durante todo el Free Tour, el guía también fue contando las diferentes “épocas” por las que ha pasado el país: el nazismo y comunismo en Praga, así como la Revolución de Terciopelo y por ende, el fin del régimen comunista en el país.
En Praga no comimos ningún día en ningún restaurante ya que la mayoría de platos típicos, son también platos típicos de los países de al lado debido al gran contacto que habían tenido, de modo que la mayoría ya los habíamos probado. Sin embargo, comíamos casi siempre de un supermercado llamado Albert en donde podías encontrar alimentos bastante baratos.
La tarde nos la tomamos bastante relajada y simplemente dimos un gran paseo por la ciudad ya que tampoco nos queríamos cansar demasiado porque el Pub Crawl lo teníamos esa misma noche (por no mencionar el cansancio ya acumulado de haber dormido toda la noche en el autobús desde Budapest).
Sobre las siete nos subimos al piso ya que nuestro Pub Crawl empezaba a las 20:45 y al ser un grupo de seis personas, el tiempo es muy necesario. El recorrido costaba unos 22€, algo caro, pero realmente merecía la pena, por un lado, porque en el primer bar al que entramos hubo barra libre durante una hora, y por otro porque el último era la discoteca más conocida de Praga, Karlovy Lazne, y la entrada era gratuita. Esta discoteca es una de las más grandes de Europa central y tiene nada más y nada menos que cinco plantas en las que, dependiendo en cual te encuentres, puedes escuchar un estilo de música u otro. La que más nos gustó fue la planta de los “antiguos temazos” en los que se podía variar desde ABBA hasta Britney Spears. Además, dentro puedes meterte en el Ice Bar, que como su propio nombre indica, es un bar hecho de hielo y a una temperatura de bajo cero; no obstante, había que pagar y nosotros no estábamos por la labor.
Cuando estábamos volviendo a casa vimos por el taxi la famosa Casa Danzante, edificio que me impresionó gratamente pero que sí que es verdad que se sale del estilo de los edificios de su alrededor.
Día 2
Este día visitamos el Castillo de Praga (Pražský hrad en checo), un conjunto arquitectónico. Es el castillo más grande del mundo y el más importante de la República Checa, así como una de las muestras del gran pasado histórico, cultural y social de la ciudad.
Dentro del castillo, visitamos el Callejón de Oro o la calle Zlatá, en donde encontramos una fila de once coloridos edificios bajitos que fueron construidos con un estilo manierista a finales del siglo XVI, para albergar en un principio a los veinticuatro guardias del emperador Rodolfo II de Habsburgo y a sus respectivas familias. Además, más adelante en estas casas vivieron famosos escritores como Franz Kafka y Seifert Jaroslav. Yo os recomiendo ir a partir de las cuatro de la tarde para que os salga gratuito, si no tendréis que comprar un ticket.
Cerca de ahí, encontramos la Catedral de San Vito, catedral que se empezó a construir en el siglo XIV pero que no fue acabada hasta el XIX. En el interior encontramos la tumba de Wenceslao IV, conocido como “el Rey bueno”.
No entramos en más edificios porque se debía de comprar un ticket, pero que sepáis que estos no son los únicos edificios dentro del complejo; el Antiguo Palacio Real, la Basílica y Convento de San Jorge, la Torre Daliborka, la Torre Negra, la Torre Blanca y la Torre de la Pólvora son los demás edificios a los que podéis acceder si disponéis del ticket.
A la tarde, visitamos el Muro de John Lennon, que se encuentra bastante cerquita del Puente de Carlos. Tiene su origen en el día en el que el artista fue asesinado ya que para muchos pacifistas era considerado un héroe, al que, debido al gobierno comunista no podían escuchar. Es por ello, que cuando este murió, apareció una pintada de su retrato y alrededor frases desafiantes a la autoridad. Esto no quedó ahí, ya que cuando se borró la pintada, más y más surgieron, hasta hoy en día, donde el muro, más allá de ser una memoria del artista, está considerado un símbolo de libertad de expresión. He de decir que las pintadas que se encuentran hoy en día en el muro son mucho menos bonitas que las que se encontraban hace años, y esto se puede corroborar debido a la gran cantidad de artistas que venden cuadros suyos de las pintadas de este muro de hace algunas décadas.
También nos pasamos por la estatua de Kafka; esta estatua tiene 42 niveles movibles que forman el rostro del escritor y que se van rotando. Tiene una altura de once metros y pesa 39 toneladas.
Estábamos tan cansados de toda la paliza del viaje, que nos fuimos pronto a casa, hicimos las maletas, y nos acostamos relativamente pronto para que al día siguiente cogiéramos el tren y después el bus que nos llevaría de vuelta a casa.
Espero que os haya servido mi experencia en el caso de que estéis pensando en visitar alguno de estos lugares.
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