Portugal, Día 3
El tercer día en Portugal empezó muy pronto por la mañana. Queríamos visitar unos pueblos antes de ir a Lisboa, entonces teníamos que levantarnos pronto por la mañana. Después de desayunar en nuestro hostel, nos fuimos para poder verlo todo y llegar a Lisboa antes de la noche.
Nuestra primera parada fue un pueblo que se llama "Aveiro". Es un pueblo pequeño y su parte más importante que atraviese los turistas es su puerto. Hay canales y algunos dicen que Aveiro es "la Venezia de Portugal". Aunque el pueblo era bonito, eso nos pareció un poco gracioso, especialmente con dos italianos entre nuestro grupo. Ellos sabían muy bien que el pueblo no tenía nada que ver con Venezia y lo único que los dos sitios tenían en común fueron los canales y el agua. Entendimos que es una de las cosas que escriben en los diarios de viajes, donde hay que comparar algo nuevo con algo ya conocido -y así el sitio nuevo se convierte en algo más familiar. Pero para nosotros, Aveiro -aunque no nos recordó de ninguna ciudad italiana- fue el lugar donde pasamos unas horas juntos, caminando por sus calles y tomando el sol. Después de dos horas en el puerto y sus alrededores, nos sentamos en una cafetería para tomar un café antes de seguir el viaje.
Nuestra próxima parada fue Cabo da Roca. Es un sitio que se encuentra en una parte muy alta y desde ahí la vista es perfecta. Cabo da Roca se encuentra en Sintra y es un sitio muy turístico, pero es normal -hay gente de todo el mundo que quiere ver la belleza de Portugal. Y esa belleza está más evidente de nunca si estás mirando la vista desde Cabo da Roca -ese sitio que simboliza la parte donde la tierra se acaba y empieza el mar. Hay un faro, un museo y nada más. Pero es suficiente. Cuando estás mirando a esa vista -ese mar que parece infinita, no necesitas nada más. Así nos quedamos juntos, riendo, sacando fotos y disfrutando del paisaje. Así pasó el tiempo sin darnos cuenta. Y teníamos que seguir ya para nuestra próxima parada.
La última parada antes de llegar a Lisboa, sería Nazaré. Había visto fotos de Nazaré mientras estábamos haciendo el plan del viaje, pero las fotos de google no podían mostrar nada de su belleza -y no estoy exagerando. Nazaré hay dos cosas que la hacen perfecta: primero su playa, con la arena que parece tener un color único que nunca has visto en ninguna otra playa -algo entre amarillo y naranjo, un color muy intenso. La segunda cosa es la vista desde una altura que hay en un lado del pueblo. Entonces, primero nos quedamos en la playa y luego fuimos a la altura esa para ver la puesta del sol. Era una tarde muy bonita y llena de recuerdos sobre todo de lo increíble de esa playa.
Después de ver la puesta del sol, nos dimos cuenta de que era un poco más tarde de lo que habíamos pensado. Entonces, llegaríamos a Lisboa a media noche, más o menos, aunque habíamos dicho a los propietarios del hostel que estaríamos ahí vers las 9. Entonces, les queríamos llamar para informarles y así no perder nuestra habitación, pero nadie había guardado su teléfono. Por eso, empezamos a buscar algún sitio, donde habría internet, pero era bastante difícil, porque estábamos en un pueblo pequeño y casi todo ya estaba cerrado por la noche. Entonces, intentamos a encontrar alguna cafetería o restaurante, donde a lo mejor hay internet. Eso también fue mucho más difícil que parezca, porque los primeros restaurantes que encontramos no tenían connexión de internet, pero después de preguntar a dos o tres sitios sin éxito, al final pudimos encontrar wi-fi, conectaros y así detectar el número de teléfono del hostel. Les informamos sobre nuestra llegada y no había ningún problema, porque habría gente en la recepción toda la noche y, como les habíamos informado, no darían nuestra habitación a nadie. Así, empezamos el viaje hasta nuestro destino de ese día: Lisboa.
En la mitad de la ruta, dicidimos de parar en algún pueblo para comer, pero, como no habíamos mucho tiempo, al final paramos en una esquina de la carretera y fuimos a cenar en un restaurante que se encontraba ahí. La comida no nos gustó demasiado, pero teníamos mucha hambre, entonces, en el momento, eso no nos importaba tanto.
Después de la cena, quedaba una hora para llegar a Lisboa. Estábamos todos cansados, pero sobre todo Christophe y Jonathan que conducían los coches. En llegar al hostel, nos mostraron nuestra habitación, que estaba en el primer piso, y luego fuimos al salón, que estaba al lado de la recepción, para sentarnos ahí y relajar. No había mucha gente, como ya era tarde, solo un par de personas que trabajaban en el hostel. Después de poco, fuimos a dormir. Había sido un día larga, pero estábamos contentos de haber visto tantos paisajes y de haber conocido muchos pueblos de Portugal sólo en un día. Y ya estábamos en Lisboa, entonces una nueva aventura iba a empezar la mañana siguiente...
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