Alto Tatra: paseo al aire libre (3/3)

8 de mayo de 2016

Día 3: la frondosidad de la naturaleza, el lujo de los hombres

La salida del refugio (6:30) fue antes de lo previsto, como la hora a la que me acosté (21:30) la noche anterior. Hacer senderismo durante varios días es pasar a otro ritmo de vida. Para los refugios de verdad, de los que ofrecen una comodidad rural, el Internet es una floritura de la vida moderna. Así no existe el riesgo de caer en la tentación o dejarse llevar por el universo de Internet por la noche. Pero he de confesar que pasarse todos los días andando... ¡no te dan ganas de quedarse a trasnochar!

Retomé mi ruta a pie una vez ya habiendo descansado cuerpo y mente. Era el último día en el macizo, y la mayor parte del tiempo se resumió en admirar lo extraordinario que son los Tatras. El equivalente a nivel de popularidad sería el G-20 de Córcega. El sendero del Alto Tatra, nivel rojo de riesgo, está en dirección este-oeste y se extiende a lo largo de 70 kilómetros. No elegí este itinerario como primera opción, porque al coger esa ruta tan solo se podía tocar por encima el corazón de estas montañas. En resumen, nos quedamos un poco marginados. Tenía pensado adentrarme hasta lo alto de los valles, pero a principios de mayo aún había nieve desde el principio del camino. Era muy peligroso. Así que me lo pensé dos veces.

Pero el día que se avecinaba tenía pinta de ser difícil. Tenía previsto andar unos quince kilómetros desde Hrebienok, por encima de la estación de Stary Smokovec, hasta Strbské Pleso al oeste. Serían unas 6 horas y media. Al principio durante los primeros kilómetros me cuesta coger el ritmo.

Riqueza material en contraposición con la riqueza natural

hautes-tatras-aerienne-randonnee-33-5853El refugio de Sliesky Dom, de 4 estrellas, está situado en el famoso sendero de las montañas Tatras.

He de decir que salí sin haber desayunado. Así que, dos horas después de haber salido, hice una parada en el refugio de Sliesky Dom para repostar energía. Media hora después, me di cuenta de un cubo horrible repleto de listones de madera que había que imitaba malamente el estilo de un verdadero chalet de montaña.

Uno de los lados no cuadraba con el hotel de 4 estrellas incrustado en el Valle de Velicka, donde también había un lago color azul turquesa situado a 1670 metros de altitud. La noche en el Slieky Dom cuesta una fortuna, como si el hombre quisiera competir con las riquezas que nos ofrece la naturaleza.

Si no llega a ser porque me moría de hambre, jamás hubiera entrado en ese lugar tan insípido y antinatural. No había ni una gota de zumo de naranja en el borde de la mesa, ni una sola mancha de café en la moqueta y ni una sola huella en los ostentosos cristales. Hasta la gente que hay allí es demasiado perfecta. Ni si quiera el camarero tenía un pelo fuera de su sitio, más bien lo tenía peinado y cortado a la perfección para recibir a esa señora que entra del brazo de su marido. Un pequeño almuerzo me saldrá por el precio de un desayuno completo, pero he de decir que era bastante copioso.

Una hora más tarde, me encuentro con el segundo lago, que se despliega sin que ningún edificio contemporáneo lo profane. El Batisovské Pleso es el nombre en eslovaco, y está a 1900 metros de altitud y está aún parcialmente congelado. A la derecha del lago está el pico Gerlackovsky, oculto por la niebla. Este pico mide 2654 metros y es el punto más alto del Alto Tatra y de toda la cadena montañosa de los Cárpatos.

De pronto escucho como a una pareja se le escapa un comentario en ese entorno casi polar. Y digo escapa porque se veía que querían ser discretos; a mi se me escaparon unas palabras que me dije a mi mismo. Estaban haciendo un descanso como yo, pero después de hablar un poco, me enteré de que venían en sentido contrario de las montañas Tatras. Eran las primeras personas que me cruzaba desde que salí por la mañana a las 6:30. Habérmelos encontrado me dio esperanzas, porque venían desde lejos (el primer pueblo, Popradské Pleso, estaba a 2 horas y media andando) y me convenció de que podría seguir el camino sin importar las zonas nevadas que me encontrara.

Los lagos, los espejos de las montañas

Después de dejar el lago atrás, las siguientes dos horas fueron de fondo físico. Tenía que avanzar pasito a pasito por las cuestas nevadas, siguiendo los pasos que habían dejado los temerarios que iban delante de mi para evitar las grietas. Trazarse un camino por los taludes de los peñascos, cuyo tamaño era desmesurado, sería también una labor agotadora. No sabía que después de pasar el collado de Ostrvou a casi 2000 metros, la bajada al lago de Popradské sería también complicada. En lugar de tardar 45 minutos para bajar rápidamente haciendo zig zag, me llevó el doble de tiempo. Encima aún había nieve y seguiría habiendo sobre las empinadas cuestas.

hautes-tatras-aerienne-randonnee-33-1370El lago de Popradské a 1494 metros de altitud.

Sin embargo, no tenía razones para quejarme de la dureza de ese tramo. Pude contemplar los dos lagos, el Strebské Pleso sobre todo el Popradské, que es al que iba. Con un rayo de sol, una nube que trajo el viento y el azul celeste de fondo parecía que se hubiera perforado el cielo sobre una esquina de la orilla. Alrededor estaba rodeado por una ristra de montañas nevadas se reflejaban en las aguas de ese pentágono irregular. Pero tampoco me olvidaré de que en ese descenso pude observar por segunda vez en mi vida una gamuza (la primera vez fue ayer). Aproximadamente hay unas mil en las montañas Tatras, aunque va en aumento desde el año 2000 y desde que se estableció una política de conservación.

Finalmente llegué agotado a las 15:00 para comer al lago Popradské, que está a 1494 metros de altitud. Me reí casi sin fuerzas al ver casi las mismas indicaciones de distancias que había delante del refugio. El Mont Blanc está a 1060 kilómetros y a 146 días a pie, el Everest está a 5 060 kilometros y a 372 días y 16 horas. Como solo quedaban unas horas antes de que se pusiera el sol, me marqué como objetivo seguir andando durante una hora y media más hasta llegar a Strbské Pleso, un pequeño pueblo que hay al oeste del Tatras.

Alto Tatra: paseo al aire libre (3/3)

Un refugio más autentico que cualquier lujo de 4 o 5 estrellas

Strbské Pleso es el Thonon-Les-Bains eslovaco. En la estación de esquí y la estación para aclimatarse (para las personas con enfermedades respiratorias) se encuentra el único hotel de 5 estrellas de Eslovaquia (Hviezdoslav), berlinas procedentes de toda Europa y dos hoteles más de 4 estrellas (LD Solisko et Patria). La belleza que se disputaba entre las montañas que podía ver desde el refugio de Sliesky Dom ahora estaba que se desbordaba. Por suerte había un recorrido pedagógico alrededor del lago de 20 hectáreas sobre la flora y la fauna del Alto Tatra que compensaba un poco el aspecto antrópico de la estación.

¡Dormir sobre sábanas en un alojamiento de 5 estrellas es poco para mi! Por eso decidí sumarle una hora y media más a mi jornada de senderismo para poder dormir en lo alto. Era realmente lo que más me apetecía porque, por la mañana del día siguiente tenía que volver a Strbské Pleso para coger el tren eléctrico.

hautes-tatras-aerienne-randonnee-33-c25bEste es el lago de Strbské desde el refugio Pod Soliskom, a 1810 metros de altitud, que acoge en su orilla a una de las estaciones más solicitadas de Eslovaquia.

En busca de autenticidad, por si fuera poco al llegar al refugio de Pod Soliskom a 1810 metros de altitud la luz de la tarde se tornó en un tono rosáceo. Tras haber pasado 10 horas haciendo senderismo, ya muerto, devoré el paisaje con los ojos. Oculta por la neblina, emergió una cabaña de madera. Parecía una isla desierta que se abre paso en la bruna marina.

Se respiraba una tranquilidad tan absoluta que parecía que todo estuviera cerrado. Pero tras haber pasado dos puertas de entrada con un poco de aprehensión, un hombre me recibió y me condujo hasta un pequeño dormitorio vacío y muy rústico. La calefacción estaba al mínimo. Cuando fui a buscar la ducha, después de buscarla durante mucho tiempo, ¡el hombre me explico que no había! Tan solo había váteres y un lavabo pequeño con agua fría. Pero electricidad sí que hay, así es como pude ver el partido de hockey que daban por la noche. "¿Sabe que juega Francia? " consigue decirme, el eslovaco era el único y delgado puente lingüístico que nos separaba.

El viejo guarda del refugio, tras haber pasado una semana solo, pasaría al día siguiente el relevo a otro. Y yo, tras haber pasado andando tres días solo, cedería mi sitio a otros senderistas de los 600 kilómetros de senderos que hay en el Velky Tatry.


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