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Perugia - la señora mayor con las rodillas magulladas


Bienvenuti in Italia... il paese dove tutti amano tutti! (Bienvenidos a Italia. ¡El país donde todos aman a todos! ). Esta expresión estuvo durante un tiempo en una pequeña pizarra que había en nuestro piso de alquiler, la escribí yo. Creo que estas palabras reflejan claramente a los italianos. Italia es el país del amor.

Esta es una historia sobre Perugia, una ciudad italiana en la región de Umbría, donde pase 5 meses de Erasmus como estudiante de Turismo. Perugia y Cerdeña son totalmente diferentes, así como lo es esta historia.

Durante el primer mes, me sentía un poco perdida andando por Perugia, buscando italianos sinceros, pero fue muy difícil encontrar algo en esta ciudad tan colorida. Como ciudad, Perugia es preciosa. Podría reconocer con los ojos cerrados las blancas luces del alba, o los atardeceres pintados de fuego. La otra estudiante letona y yo alquilamos un pequeño apartamento justo en el centro de la parte antigua de la ciudad, en el último piso, con una espaciosa terraza arriba del apartamento desde donde disfrutábamos de unas vistas magníficas. Vale la pena vivir en el centro de la parte antigua solo por tener estas vistas. Parece como si pudieras tocar el cielo estrellado con las manos, solo un poco... y andar sobre la niebla matutina cubriéndote los pies y creando una alfombra blanca perla delante de ti.

Una ciudad en las nubes. Perugia es la ciudad más elevada de todas las ciudades italianas por encima del nivel del mar. Sin embargo, un dato interesante es que durante el invierno no hay nada de nieve. Todas las ciudades que hay más abajo sí que tienen, pero Perugia no. Y cuando miras las montañas a lo lejos, ¡puedes ver que todo está blanco! La nieve y mi gato Hercogs fueron las únicas cosas que eché de menos durante el invierno.

Lo mismo pasa cuando vas al casco antiguo, mires donde mires verás edificios antiguos, terrazas llenas de flores, palmeras viejas... Podrás escuchar a las pequeñas y estrechas calles susurrarse cosas las unas a las otras mientras vas en buscar de un croissant recién hecho. Hay vistas fantásticas, las ventanas están tan juntas que echando un pequeño vistazo accidentalmente a la cocina del piso de al lado, juro que pude escuchar la pasta cociéndose en la cacerola. Hay espléndidas paredes de piedra y muchos arcos donde los etruscos inmigraron en su tiempo, y millones de escalones por toda Perugia, es un continuo subir y bajar.

He de admitir que Perugia es la ciudad con menos mujeres con celulitis. Haces ejercicio natural cada día... Es imposible ir a ningún lado sin subir alguna montaña, sea grande o pequeña. ¡Olvídate de los tacones! ¡Todo aquí es grandioso y precioso! Y justo aquí, después de las palabras "grandioso" y "precioso", ¡empieza la verdadera historia de Perugia!

La señora Perugia es una anciana aristócrata pequeña y gris. Labios rojos, ojos negros, nariz fina y de huesos pesados. Se sienta en la plaza del IV de Noviembre en las escaleras del ayuntamiento y habla con los recién llegados. De nuestro primer encuentro recuerdo su risa hueca y penetrante, que en mi opinión, no pega para nada con su elegancia. Es un milagro que no llevara puesta ninguna marca italiana, llevaba un abrigo hecho a mano, un sombrero negro y pequeño, unos zapatos de Prada muy elegantes y unas medias agujereadas. Tenía arañazos en las rodillas, estuvo cubriéndose las rodillas ensangrentadas con las manos durante toda la conversación. Ya había visto y experimentado demasiado como para ser igual de ágil. Sí, incluso las estadísticas muestran que Perugia es uno de los sitios donde ocurren accidentes graves más habitualmente... (no entraré en detalles ni diré esa palabra letal). Honestamente, puedes notarlo, o por lo menos mi sensibilidad lo notó desde el principio.

Vine a Perugia directamente desde Cerdeña, donde había pasado 3 meses increíbles. Eso parecía no gustarle a la anciana de Perugia. Estaba demasiado feliz, demasiado libre, confiaba en la gente, me reía y tenía determinación. Mi soltura y ligera feminidad le escocieron en los ojos. "¡Así no es como lo hacemos nosotros! ", se reía de mis tacones, de mi falda, de mi ropa ligera que encajaba tan bien en Cerdeña, se burló de mi y me hizo entender que nada de lo que yo tenía valía un centavo. Las miradas lascivas de los hombres y las avalanchas de piropos eran incontables. No sabía que pasaba conmigo, pero no me podía mover por la ciudad de forma normal. A veces, llegaba a sentir tanto las ávidas miradas de los hombres que parecía como si alguien hubiera dibujado con un alambre afilado sobre mi cuerpo.

Un día todo cambió. Cansada de gritos y miradas me fui a una tienda y desesperada le dije a la dependienta: "¡Por favor, ayúdeme! ¡Vístame de forma que parezca como todos los demás! ". Me miró y me dijo: "¡Eres demasiado diferente como para pasar desapercibida! ¡Los italianos se vuelven locos con mujeres como tú! ". Sin embargo, ¡encontramos ropa oscura y lentamente fui cambiando mi estilo de vestir! Debo decir que iba vestida totalmente normal, mi único error fue llevar medias color carne con unos shorts. Las mujeres italianas llevan medias negras. Oh... En Letonia nunca me he sentido incómoda por la ropa que llevo, ¡estamos acostumbrados a ver chicas preciosas!

Creo que cada país y ciudad, así como cada persona, tiene su propia aura que se ha ido desarrollando a lo largo de los años, o incluso de los siglos. Pienso que Perugia está saturada de infidelidades, cambios y del deseo de probar todo lo que se te ponga por delante, lo cual en cierto modo es totalmente lógico, ya que aquí la gente viene y va. Perugia es una ciudad de estudiantes y por eso la mayor parte de los ciudadanos son antiguos estudiantes o estudiantes actuales de todas las partes del mundo, así como de italianos del sur donde el desempleo es bastante alto. Así que se van al centro de Italia para trabajar. Por supuesto, también hay libaneses, marroquíes, un montón de albaneses, rumanos... a los que puedes encontrarte en cualquier esquina. Aunque he de decir, que todo esto le sienta bien a Perugia. Cada cinco meses viene una nueva tanda de estudiantes y no te imaginas lo diferentes que son unas naciones de otras. Americanos, japoneses y chicas de la UE. Todas las chicas nuevas llaman la atención de los chicos, salen de fiesta cada noche, y guiñándole un ojo al camarero te llevas una bebida que cuesta 5 euros. ¡La vida es bella! Al principio.

¿Sabéis lo que dijo el director de la universidad el día en que llegamos todos los estudiantes de Erasmus? "¡Bienvenidos a Perugia... Esperamos que os entretengáis, conozcáis gente nueva, hagáis amigos, disfrutéis y que no os olvidéis de estudiar de vez en cuando! " Los estudiantes italianos también estudian de forma diferente a nosotros. No tienen que atender seminarios o trabajos en grupo, solo tienen clases a las que no están obligados a ir, solo han de aprobar los exámenes finales. Los estudiantes salen de fiesta durante todo el semestre, y luego se matan a estudiar durante la época de exámenes. Se pueden examinar tres veces de una misma asignatura. Si no sabes nada la primera vez, ya has leído las preguntas y puedes volver otra vez. Al principio, estaba sorprendida de su forma de estudiar, pero bueno... Es Italia. No vamos a complicarnos la vida.

Es increíblemente difícil encontrar fidelidad en esta ciudad, todo cambia demasiado deprisa. La constancia es imposible, todo el mundo juega con sus propias reglas. Observando a la gente, me he acordado muchísimas veces de nuestros valores letones y me he preguntado cómo es posible que la palabra FIDELIDAD tenga tantos significados. Obviamente, no hablo de todos los italianos, pero no me da miedo decir que en general un nuevo término le ha robado el puesto a la palabra FIDELIDAD, ¡es el arte de amar! Los italianos viven amando, pensando que el arte de amar es lo más importante en las relaciones, mientras que nosotros, los letones, buscamos la armonía en una relación, que sea preciosa y conmovedora. Otra cuestión es la facilidad con la que la encontremos.

Si estás en Italia y sabes un poco de italiano, tienes que leer los apellidos que hay escritos en las puertas de las casas o de los pisos. Es muy emocionante. Por ejemplo: Claudia Speranza - Esperanza, Antonella Gioia - Alegría, Vincenzo Pulito - el Limpio, Simone Voto - Promesa, Cataldo Ferrari, Mozzarella, etc. A veces, ando durante horas mientras voy leyendo los nombres de las calles: Vial del Paradiso, Via della Cometa, Via dell'Oro (Calle del Oro), Via della Bella, etc. Mmm... ¡tan sublime!

No hay muchos problemas para resolver que no sean de amor. Una vez le pregunté a un chico: "Oye, ¿por qué todos engañáis a vuestras novias? ". Y lo que me respondió fue: "¡Porque somos jóvenes (una media de 26-30 años) y esto es Perugia! ". Eso me dio que pensar. Supongo que Perugia es como una parada de "un día" que ¡puede durar años para algunas personas! Un tren para en Perugia. Una persona baja al andén. Va a algún sitio. Se pierde en el agujero. Vaga durante un tiempo. Busca una cosa. Encuentra otra. Disfruta. Se marea. Se despierta. Se recompone. Coge el siguiente tren y se va. ¡A seguir viviendo! Es una ciudad muy extraña...

¡Oh! Los italianos sí que saben disfrutar de la vida, siempre encuentran la manera de vivir sin prisas y llegar un poco tarde a los sitios. Incluso yo he aprendido a disfrutar del aperitivo. Suele ser alrededor de las 19:00, montones de personas se reúnen en una cafetería, y durante una hora se toman un vaso de vino o un cóctel mientras les sirven algo gratis para picar, hablan con sus amigos, conocen gente nueva, normalmente hay un DJ pinchando música, y al final, si alguien te está esperando en casa para cenar te vas y si no, cenas con tus amigos (los italianos normalmente cocinan en la casa de algún amigo). Y si no pasa nada de esto, ¡puedes continuar conociendo gente y disfrutando del vino! El aperitivo es una tradición típica italiana que no pude entender durante mucho tiempo, porque me parecía algo inútil; desperdiciar varias horas solo para charlar. Pero ahora me he acostumbrado a muchas cosas raras.

De camino al aeropuerto para ir a Cerdeña, conocí a un chico en el autobús. Era argentino. Me quedé pasmada con su libertad interior. Antes de que empezáramos a hablar, me miraba y me sonreía todo el tiempo. Yo le devolvía la sonrisa. Siempre sonrío aunque no esté sonriendo. Se va a algún sitio cargado solo con una mochila. Quizá se vaya a París... pero no lo tiene claro. Va a mirar adonde se dirige el primer vuelo. Está cansado de Italia. "Llevo aquí un mes", dice, hace una pausa, me coge de la mano y me suplica: "¡Ven conmigo! ".

No me sorprende en absoluto. Aquí, cada día es como un nuevo y emocionante capítulo de una novela. Corriendo para coger el vuelo a Cerdeña y con todo el pelo cayéndome por la cara, me fui gritándole una combinación de 8 números que podría haber sido mi número de teléfono, pero que no era... Espero que cuando intente llamarme encuentre a la chica que esté dispuesta a ir con él. Le volví a mirar por última vez, nos sonreímos, y al cabo de un rato yo estaba a punto de subirme al avión... Y él se quedaba en la cola para averiguar adonde iba el primer vuelo. ¡Cómo me encanta esa vida!

Me fui durmiendo en las nubes... solo hay una hora de vuelo hasta Cerdeña. No pude dormir la última noche en Perugia. Me la pasé despidiéndome... Puedes despedirte de muchas formas. Creo que me he hecho mayor, ya que nunca lloro en las despedidas y sé que no vale la pena arrastrar tu pasado al futuro. ¡Ups! De repente me duele el corazón, creo que me he olvidado algo en Perugia y empiezo a echarlo en falta... Sí, olvidé quitarle los zapatos de Prada a la señora mayor de Perugia. Me enamoré de ellos desde la primera vez que los vi y creo que me sentarían mejor que a ella...


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