Erasmus en Perugia

Perugia es una ciudad muy bonita para visitar pero muy difícil para vivir. El centro está construido sobre una montaña, por lo que todo son cuestas, tanto que muchas partes de la ciudad tienen escaleras mecánicas. Las calles son estrechas y los aparcamientos difíciles, pero tiene mucho encanto. 

Para conectar el centro con el resto de la ciudad, aparte de los autobuses, hay un mini metro, que es muy curioso, porque es un pequeñísimo vagón rojo que va parte por dentro de la montaña y parte por encima de la ciudad, de manera que a veces para más una montaña rusa. 

Se come bien y bien de precio, pero para salir de fiesta no hay hasta muy tarde. Eso sí, hay pubs chulísimos que conservan la construcción etrusca y queda un contraste muy bonito. En el centro aparte de los pubs no hay gran cosa, para ir al cine tenías que coger transporte público e ir a algún centro comercial. 

Los alquileres en el centro me parecieron caros para lo antiguas que son todas las casas. Y el inconveniente más grande que encontré fue la comunicación con España: tiene un aeropuerto enano sin casi ningún vuelo directo (por lo menos a Alicante) y carísimos, por lo que tenía que ir a Roma y volar desde allí. Se hacía pesadísimo. 

La gente en general me pareció amable. Hay muchos extranjeros de todas las nacionalidades que van a la Università per Stranieri, por lo que es muy plural. También me resultó llamativo lo aceptados que estaban los perros, que entraban a restaurantes, comercios, transporte público etc. 

El clima muy húmedo y frío en los meses de invierno, la última nevada nos cayó en marzo, pero las casas son de paredes gruesas y aislan muy bien.  

En general, mi opinión es que Perugia es preciosa, con vistas increíbles desde varios miradores y con muchos rincones con encanto. Pero el día a día se hace complicado.