VIAJE A PARÍS – DÍA 4: Último día en París

Publicado por flag-es Noelia Correa — hace 5 años

Blog: Viajes de mi Erasmus
Etiquetas: flag-fr Blog Erasmus París, París, Francia

En la anterior entrada os contaba el tercer día del viaje en el que visitamos los dos museos de arte más conocidos de la ciudad: el Museo del Louvre y el Museo de Orsay.

En esta entrada os contaré lo que hicimos el cuarto día, el último día que pasamos en la ciudad parisina antes de coger un tren a nuestro próximo destino, Dunkerque.

Día 4

El cuarto día que pasamos en París, el día de nochebuena, nos despertamos bastante temprano para aprovechar las últimas horas que nos quedaban en la ciudad. Después de desayunar en el bufé libre del hotel, cogimos el metro para dirigirnos a nuestro último destino, Monmartre.

En busca de un mercadillo de Navidad que habíamos leído que se hacía por la zona, acabamos encontrando un precioso mural que no conocíamos. Le Mur des je t'aime, o lo que es lo mismo, el Muro de los Te amo, es un mural compuesto por 311 «te amo» escritos en 250 idiomas. Este muro se encuentra en la Square Jehan Rictus, un pequeño parque en el que estuvimos un buen rato buscando el «te amo» en nuestro idioma.

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Nuestra siguiente parada fue la Basilique du Sacré-Cœur. Para llegar allí recorrimos los callejones llenos de tiendas de souvenirs en las que pudimos comprar algunos recuerdos para traer a España.

A continuación, llegamos al inicio de los 200 escalones que hay que subir para llegar hasta la entrada. Unos minutos más tarde, llegamos a lo alto donde se encontraba el templo y desde donde teníamos unas impresionantes vistas. Fue ahí cuando nos dimos cuenta de que había un funicular que te transportaba desde la parte baja hasta donde habíamos llegado. Aun así, os recomiendo sin duda hacer un poco de deporte y tomar las escaleras, ya que podréis ir admirando las preciosas vistas de la ciudad de París.

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Antes de entrar a la basílica, tuvimos que pasar por un control de seguridad en el que los guardias nos pedían que abriéramos la mochila para mirar que no metiésemos cosas prohibidas. Nada fuera de lo normal.

Estuvimos un buen rato dentro de la basílica admirándola por dentro. No está permitido sacar fotos dentro de ella, por lo que no tengo muchos recuerdos.

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Al salir, empezamos a tener hambre, por lo que estuvimos dando vueltas buscando un restaurante donde comer, por fin, un plato típico francés. Por el camino, encontramos La Maison Rose, un restaurante con la fachada pintada de color rosa que nos llamó bastante la atención. Este restaurante fue en su tiempo un lugar frecuentado por numerosas personalidades entre las que podemos encontrar al mismo Picasso.

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Después de unos minutos andando, encontramos una calle llena de restaurantes y tiendas de souvenirs, y muy a pesar de que sabíamos que iba a ser caro comer por allí, decidimos probar. Después de observar diferentes menús situados fuera de los restaurantes, uno de los numerosos camareros que intentaban atraer clientes nos llamó la atención y acabamos en un restaurante llamado Chez ma Cousine.

Este restaurante, que ofrece espectáculos durante las cenas, tenía buenas puntuaciones cuando lo buscamos en internet, pero no nos llevamos una buena impresión finalmente.

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Al entrar, había bastante gente ya dentro del local y nos colocaron en unas mesas con asientos todos unidos, por lo que para entrar y salir tuvimos que pedirle permiso a las personas que estaban al lado para mover todo.

La comida no estaba mal, y para el postre, pedimos unas crêpes. Ante nuestra ignorancia del tamaño de dichas crêpes, decidimos preguntar el tamaño para saber si merecía la pena pagar un dineral por ellas, esperando que nos diera una respuesta satisfactoria al compararlo con el tamaño de un plato, por ejemplo. La respuesta del camarero ante mi pregunta de “¿Cuál es el tamaño de las crêpes?” fue “Normal”. No quedamos muy conformes con la respuesta, pero al final sí resultaron ser de tamaño “normal”, aunque nos esperábamos que el tamaño “normal” fuera más grande.

Todo pasable si no fuera porque al ir a pagar estuvimos un rato esperando porque el camarero tuvo que hacer en un papel una cuenta que implicaba sumar 10€ a una cantidad que ya tenía. En resumen, no fue una muy buena experiencia.

Después de comer, seguimos paseando y encontramos a un grupo de música compuesto por tres músicos que cantaban en plena calle. Este grupo, que acabo de descubrir que se llama Presteej, estaban cantando una canción a una niña que estaba en los brazos de su padre. La siguiente canción que cantaron fue Thinking Out Loud, de Ed Sheeran, por lo que nos quedamos un buen rato escuchando.

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Después de escuchar un par de canciones más, nos dirigimos a una calle que mis amigos tenían ganas de visitar porque salía como escenario en uno de los videojuegos de Call of Duty.

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Nuestra visita de la zona de Montmartre terminó cuando cogimos, esta vez sí, el funicular para no tener que bajar las escaleras. Antes de bajar, echamos el último vistazo al último monumento que veríamos de la ciudad parisina.

Volvimos al hotel, y después de preparar las maletas, nos dirigimos a la estación de París Norte para coger el tren a nuestro próximo destino: Dunkerque.

Una vez en el tren, me quedé dormida, ya que nos quedaban unas dos horas de viaje hasta llegar al destino.

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Cuando llegamos, los acompañé al hotel, que estaba enfrente de la estación, para que pudieran dejar las cosas y así poder buscar un sitio para cenar juntos.

Ya que era nochebuena, casi todos los restaurantes estaban cerrados, por lo que después de buscar por todos los lados, acabamos en un restaurante de tacos llamado O'Tacos, muy cercano a la estación. No fue la mejor cena de nochebuena que tuvimos, pero nos salvó bastante la noche y lo importante era pasarla juntos.

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Después de cenar, volvimos al hotel, donde nos quedamos despiertos hasta tarde ya que al día siguiente iba a ser un día bastante relajado para todos.

Así se terminó el cuarto día de nuestro viaje y el cuarto día en la capital de Francia. En la próxima entrada os relataré los siguientes días de nuestro viaje, esta vez en nuestro segundo destino: Dunkerque.

¡Hasta la próxima!


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