París en 7 horas

Publicado por flag-es J. B.S. — hace 4 años

Blog: Erasmus en AMIENS
Etiquetas: flag-fr Blog Erasmus París, París, Francia

Una de las buenas cosas que tiene ser Erasmus es que tienes el tiempo suficiente como para viajar por Europa, y sobre todo poder viajar con buenos amigos.

En esta entrada y en la siguiente os contaré cómo fue mi experiencia en París, haciendo un tour de la ciudad en menos de 7 horas.

Esta experiencia surgió un día que estaba en Amiens haciendo mi Erasmus, y una de mis amigas que vivía en la misma residencia que yo me propuso ir con ella a París durante un fin de semana para ver a un amigo suyo que conoció en Florida (ella es de Estados Unidos, de Boston, pero estudió en Florida).

En un principio no me atrevía mucho más que nada porque yo no conocía al chaval y además iba super justa de dinero, y me daba cosa ir a París y no poder comprar ni una botella de agua debido a mi bajo presupuesto.

De todas formas, mi buena amiga americana me prometió que ella se encargaría de todos los gastos que hiciéramos en París y que yo sólo tenía que pagar el tren.

El problema es que el billete de tren de ida y vuelta costaba 40 euros (20 euros ida y 20 euros vuelta).

Al ver lo mucho que insistía decidí dejarme llevar y vivir la experiencia, porque de todas formas sólo había ido una vez a París y fue cuando tenía 7 años, para ir a Disneyland.

Así que bueno, me preparé la mochila con mi pijama y cepillo de dientes y nos fuimos a coger el tren.

Lo único que llevábamos en las mochilas era eso, el pijama y cepillo de dientes y unas bragas de recambio, literalmente. No necesitábamos ropa extra porque íbamos a ir menos de un fin de semana.

Era ir el viernes por la tarde a casa de este amigo, pasear un poco por los alrededores dónde él vivía (que era un poco lejos del centro) y el sábado lo tendríamos para nosotras para ver París antes de que saliera el último tren dirección Amiens, que era el de las 21h30.

Una vez en el tren, nos pusimos a ver en el mapa el recorrido que haríamos más o menos el sábado, para así poder ver todas las cosas más típicas de París, como la torre Eiffel, los campos elíseos, el Ouvre, la catedral de Notre Dame, el puente de las artes (con los candados de enamorados), el arco del triunfo, Montmartre, el Moulin Rouge, etc.

Pero la verdad es que estábamos un poco cansadas y decidimos dejarlo un poco a la aventura e intuición.

Mi amiga había ido recientemente a París y había hecho un tour varias veces, así que conocía los caminos más cortos para ir a aquellos sitios y cómo llegar a ellos sin tener que coger el metro, sólo andando.

Ah, esa es otra cosa importante.

Debido a mi escaso presupuesto, tuvimos que pensar en cómo hacer todo el tour a París a pie, únicamente andando de un sitio a otro, sin metro o autobús o taxi.

De haber usado tan si quiera el metro seguramente nos habría dado más tiempo para ver las cosas e incluso más tiempo para ver otras cosas e incluso descansar. Porque he de admitir que íbamos como un cohete.

A mi este tipo de tour no me gustan nada. No me gusta pasar por los sitios y hacer 4 o 5 fotos y luego ir al siguiente, pero en este caso no me importó.

A pesar de haber ido sólo una vez a París, conocía bien la ciudad.

Fui a un instituto bilingüe francés y varias veces me ha tocado hacer trabajos sobre esta ciudad y alrededores. Y además, cuando fui a los siete años, estuvimos ahí una semana entera, 7 días, y encima íbamos en coche, y era lo suficientemente mayor como para acordarme de lo que hicimos.

Total, que en el tren decidimos descansar. Cuando llegamos a París unas 2 horas después, tuvimos que ir andando hasta la casa de este chico porque creo que tenía clase o algo importante y no pudo venir a recogernos a la estación.

Lo mejor de todo de ese fin de semana es que hacía un tiempo fabuloso, ni muy seco ni muy húmedo y se podía salir a la calle en manga corta o con una chaquetita ligera.

Menuda suerte tuvimos, porque normalmente suele llover en París, sobre todo en Noviembre, que es cuando fuimos.

Después de llegar a su casa, dejamos las mochilas y nos fuimos a un super a comprar algo para la cena.

Esa noche y la siguiente queríamos cocinar nosotras y comprar los ingredientes porque era lo menos que podíamos hacer dado que el chaval nos estaba dejando quedarnos en su casa.

Así que, como muy española que soy, decidimos hacer tortilla española.

He de admitir que no me salió muy buena… Pero oye, estaba comestible, que era lo importante.

Después de cenar, el chicho nos propuso salir al centro para conocer a sus amigas Erasmus y de paso salir un poco de fiesta.

Tras ponernos guapos para la ocasión, salimos y cogimos el metro para encontrarnos con sus amigas.

Cuando estuvimos todos reunidos, nos fuimos andando a una de las calles más conocidas entre los jóvenes de París para salir de fiesta, el barrio latino.

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Fuente

Son unas callejuelas un tanto estrechas llenas de bares y alguna que otra discoteca. En uno de esos bares, al que normalmente entran este grupo de amigos, no nos dejaron pasar porque al principio queríamos ir al baño y al portero no le daba la gana dejarnos entrar.

Obviamente nos quedamos flipando. Después le dijimos al portero que en verdad queríamos entrar a tomar algo (era cierto) además de querer ir al baño, y nada, el gorila se empeñaba en no dejarnos pasar.

Cabreados decidimos entrar a otro bar, pero una vez dentro nos fijamos en los precios desorbitados de las copas y decidimos marcharnos.

Tras dar varios rodeos sin rumbo alguno, nos fuimos a una disco con música un tanto oldschool a orillas del río Senna.

Desgraciadamente, no consigo recordar el nombre de este local, porque en el fondo (a pesar de la mala música) estaba guay el garito.

Era espacioso, las copas eran baratas (aunque yo no bebí nada) y nos dejaron pasar a todos gratis.

Después de bailar un buen rato, vimos que se nos hacía tarde porque el metro cerraba a las 2 am y nosotros para llegar a la casa de este amigo teníamos que coger el metro sí o sí o sino nos tocaría andar bastante tiempo.

Fuimos corriendo al metro y pasamos sin pagar porque no teníamos tiempo para pensar en ello, y cogimos el primer vagón que había, porque el que queríamos nosotros ya lo habían cerrado.

Y adivinad qué, ese tren nos llevó más lejos de lo que estábamos de la casa.

Al darnos cuenta, nos bajamos en la siguiente parada y buscamos el mapa más cercano a donde estábamos. La putada es que ninguno de nosotros teníamos internet en el móvil así que no podíamos usar el GPS.

Una vez después de haber conseguido ubicarnos gracias al mapa, le hicimos una foto por si necesitábamos ubicarnos nuevamente y nos pusimos a andar.

Yo sinceramente no tenía ni idea de la dirección que cogimos. Me limité a seguirles porque yo me oriento fatal y me pierdo con mucha facilidad, así que dejé que discutieran entre ellos sobre cómo llegar a la casa.

Tras casi 1 hora andando, por fin empecé a reconocer las calles y ya sabía más o menos dónde estábamos.

Cuando ya llegamos a la casa, nos fuimos directamente a la cama de lo reventado que estábamos.

A mi me dolían un montón los pies porque no había llevado unos zapatos muy cómodos para caminar (por suerte no fueron tacones, pero tampoco eran deportivas). Así que en cuanto me tumbé en la cama me quedé totalmente frita.

Al día siguiente, nos despertamos un poco tarde (porque habíamos llegado tarde a casa, a eso de las 4 am, y yo soy una persona que necesita dormir al menos 8 horas), y desayunamos en un café (como no) al lado de la casa.

Tras despedirnos de nuestro amigo, nos pusimos en marcha para hacer nuestro tour en París, no sin antes comprar un par de bocadillos porque por la zona en la que estábamos todo era menos caro que lo que encontraríamos en el centro.

Después, miramos el mapa para saber a dónde dirigirnos y por dónde empezar.

Yo propuse empezar por el museo del Louvre porque la catedral de Notre Dame la conocía muy bien y, además, comparada a la catedral de Notre Dame d’Amiens, la de París parece un juguete.

Pero para los que nunca hayáis estado ahí, os recomiendo ir primero a la catedral y luego andar todo recto hasta llegar al museo, unos 25 minutos más o menos. Además que el paisaje merece la pena.

Este es el mapa que más o menos seguimos para guiarnos.

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Fuente

Como podréis ver, la catedral está al este de la ciudad, lo más alejado de lo que viene a ser el centro de la ciudad (además de Montmartre).

Si seguís en línea recta, podréis ver el museo del Louvre.

Cuando llegamos ahí, nos pusimos a hacer las típicas fotos saltando con la pirámide de cristal a nuestra espalda.

Toda la pirámide estaba rodeada de montículos de piedra en los que la gente solía subir para luego saltar y hacerse la foto en el aire. Un tanto patético, pero yo acabé haciendo lo mismo que el resto, así que bueno.

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Nos pasamos un buen rato haciendo las fotos porque no nos gustaba nuestra cara y además antes tuvimos que esperar un buen rato hasta que un montículo estuviera vacío porque estaba todo lleno de turistas.

Aunque en verdad, a pesar del buen tiempo que hacía, había menos turistas de lo que esperaba. Que no me quejo, eh.

Justo en frente del museo pasamos a los jardines de tullerías, al cual accedimos pasando por el arco de triunfo del Carrusel, que dividía el parque del museo.

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Una vez en los jardines de tullerías decidimos descansar un poco y disfrutar un poquito del sol mientras nos comíamos los bocatas que habíamos comprado.

Lo mejor de todo son las vistas. Todo es cesped super bien cuidado y estatuas que tienen su historia, pero que no comentaré en esa entrada porque para eso mejor buscar en la wikipedia o en una guía turística.

Pero como podréis ver en la foto, a lo lejos se veía claramente la gran Torre Eiffel en todo su esplendor.

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Tras ese breve break que tuvimos, proseguimos a lo largo de los jardines hasta llegar a la gran noria de la plaza de la concordia, que dividía, al igual que el arco de triunfo del carrusel, los jardines de la plaza de la concordia.

Obviamente, nos hicimos un par de fotos en frente de la noria, pero decidimos no subir porque era bastante caro y además estaba petado de gente; y como ya he dicho antes, íbamos ajustadas de tiempo y de presupuesto.

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Pasada la noria, continuamos andando hasta la plaza de la concordia y antes de cruzar la rotonda que separ el parque de la plaza, nos paró un chico para decirnos si nos queríamos dar una vuelta por París de 15 minutos sobre un quad.

Era carísimo pero nosotras le seguimos el juego porque no paraba de hablar y nos parecía gracioso.

Al final le acabamos diciendo que éramos estudiantes, lo que significaba que éramos casi pobres y que teníamos prisa así que nos dejó ir.

Una vez en la plaza de la concordia me quedé con la boca abierta al ver la fuente de la concordia y el gran obelisco.

Es algo impresionante y sobrecogedor. El sol justo quedaba detrás y daba un reflejo espectacular a la plaza.

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Como siempre en todo París, estaba lleno de gente y el tráfico era agobiante, pero pudimos hacernos las fotos al lado de la fuente y una foto al obelisco.

Después de las fotos, decidimos ir volver un poco atrás siguiendo el recorrido del río Senna porque se nos había olvidado pasar a ver el puente de las artes, donde los candados de enamorados estaban atados.

Esta moda de poner candados en los puentes con el nombre de los enamorados surgió con el fenómeno Moccia, debido al libro Tengo ganas de ti de Federico Moccia, en la que sus protagonistas cuelgan en el puente Milvio de Italia.

Desgraciadamente, este fenómeno ha provocado muchos daños en muchos puentes importantes y emblemáticos de Europa, como el del puente de las artes en Paris, que han prohibido seguir anclando candados (aunque ya hay millones).

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De todas formas, como mi amiga es muy friki, quiso que colgásemos nosotras también nuestro candado, así que a lo largo del río Senna, compramos un candado por unos 3 euros creo recordar, e incluso el tío que nos vendió el candado nos dejó un rotulador permanente para escribir nuestros nombres y la fecha.

Una cosa que me sorprendió bastante es que en todos los puestecillos que había a lo largo del recorrido del Senna, tenían candados de todos los tamaños, de diferentes colores y formas (había candados de corazones); vamos que habían aprovechado bien lo del fenómeno Moccia para ganarse unos eurillos de más.

Cuando llegamos ahí, pusimos el candado e hicimos nuevamente otras fotitos para nuestro álbum de recuerdos y después nos fuimos a tomar algo en algún café porque la caminata ya empezaba a hacer factura y estábamos reventadas.

Continúa en: París en 7 horas II.


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