París en 3 días | Parte III

¡Hola a todxs!

Hoy vengo por fin a terminar este conjunto de entradas sobre mi viaje a París y a contaros cómo fue nuestro último día. También os voy a dar algunos consejos de qué hacer si tenéis un poco más de tiempo, basándome en mi anterior viaje a esta gran ciudad.

Dejamos nuestro último día en París para después de ver Disneyland, por lo que ese día estábamos cansadísimas del día anterior y no madrugamos y no nos preocupó mucho la hora. Lo principal que queríamos ver ya lo habíamos visto y quedaba poco por hacer con las horas (y el cansancio) que teníamos.

Las Catacumbas

Lo primero de todo, fuimos a lo que el día anterior nos dejamos sin ver: las catacumbas. Yo no las conocía y me parecía tan curioso que quería entrar sí o sí. Llegamos poco después de que abrieran, para ver si así encontrábamos menos gente que el día anterior, pero no nos sirvió de nada, igualmente echamos la mañana para poder verlas.

Es una visita libre, pero te dejan entrar con cuentagotas, para que no se formen aglomeraciones. Así que estuvimos cerca de unas dos horas haciendo cola para poder entrar. Llevad unas cartas o algo para amenizar la espera, lo vais a agradecer.

Cuando ya por fin llegamos y pagamos (no es barato), pudimos entrar. Las catacumbas están en el subsuelo de París. Son unos pasadizos estrechos llenos de huesos por todas partes. Es cuanto menos curioso, y un poco tétrico.

Una cosa que debéis tener en cuenta es la temperatura. Son unos subsuelos oscuros de piedra y llenos de huesos; independientemente del calor que hiciera en la superficie, aquí no lo hace y podéis llegar a pasar frío, así que llevad algo para combatir esto.

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Una vez que compras la entrada, puedes pasar directamente. Hay que bajar unas escaleras enormes, en forma de caracol, para poder llegar a la parte más baja.

Una vez llegas abajo, se abre un conjunto de túneles llenos y llenos de huesos. Hay muchos pasillos (da la vuelta a toda la ciudad) y no todos se pueden visitar, sino que casi todos están cerrados para dejar un único camino que visitar.

Es muy curiosa la organización de los huesos. No están ordenados por persona, sino que están organizados por tipo de hueso: todas las tibias juntas y todos los cráneos igual. Sin embargo, no son simplemente montañas y montañas de ellos, si no que están perfectamente organizados y colocados y en ocasiones van haciendo dibujos. También hay placas a veces indicando de dónde proceden esos huesos, sobre todo de cuándo. Y de vez en cuando aparecían una especie de mausoleos que también impactaban bastante.

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La visita fue larga (todo lo que tú lo quieras alargar) y no acaba en el mismo sitio, pues has ido recorriendo un pasillo. Tuvimos que volver a subir unas escaleras de caracol y llegar, como no, a la tienda de regalos.

A mí me llamó mucho la atención el sitio. Es uno de los lugares más conocidos de París, pero es verdad que cuando se cuenta con poco tiempo igual no es el mejor sitio, pues con el tiempo de la cola perderéis cosas que podríais ver. Sin embargo, si creéis que tenéis tiempo, este sitio es cuanto menos curioso.

Después ya salimos a la calle (sin saber muy bien dónde estábamos) y, como era ya la hora de comer, volvimos a la entrada de las Catacumbas pues allí hay una zona de césped a la sombra donde estaba la gente tumbada, y aprovechamos ese sitio para comer antes de seguir visitando sitios.

Estuvimos un buen rato allí. Tan solo queríamos visitar alguno de los museos esa tarde, el que diera tiempo a ver. Finalmente decidimos ir al Museo D’Orsay.

Museo D’Orsay

Este museo está en pleno centro, en la orilla del río Sena, pero al otro lado del Museo del Louvre. Elegimos este al final por los horarios, pues era el que más tarde cerrada y así podíamos entrar y verlo bien, sin prisas.

No recuerdo si era por la hora o por ser jóvenes, pero nos salió totalmente gratis.

El museo es enorme, tiene varias plantas y está dentro de una antigua estación de trenes, por lo que el edificio en sí es ya alucinante y merece la pena verlo. Además, está organizado de manera que las salas están cerradas a los lados del museo, mientras que todo el centro es un pasillo enorme lleno de estatuas. Deja una imagen de verdad que muy muy bonita, es un sitio increíble.

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Y ya, si nos ponemos a hablar de los cuadros y las obras que tiene, también podemos alucinar. Tiene obras de arte de casi cada periodo de la historia y tanto conocidas como totalmente desconocidas (que no por ello menos buenas). Recuerdo perfectamente una sala llena de cuadros tenebristas en los que solo se veían las personas, los fondos eran totalmente negros. Tanto era así y tanto era el realismo que parecía que podían salir de los cuadros en cualquier momento. Además, me sorprendió que ninguno de esos artistas fuera conocido.

Lo que más me gusto, y solo hace falta conocerme un poco para saberlo, fue la sala impresionista y postimpresionista. Había una zona dedicada exclusivamente a Van Goghdonde había algunos cuadros suyos como su famoso autorretrato. También me gustó muchísimo la obra de Toulouse-Lautrec, un artista increíble del que os conté hace poco su última exposición en Madrid.

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Después subimos también a la primera planta, también llena de unos cuadros preciosos. Es muy curioso que se puede ver, desde dentro, el antiguo reloj de la estación. Ahora es un sitio por y para hacerse fotos, así que solo para acercarse hay que hacer una cola de turistas que buscan su ansiada foto. Nosotras ni siquiera lo intentamos.

También os digo que, si os gusta mucho la obra de algún artista de este museo, vais a encontrar muchísimo merchandising en las tiendas de regalos que tienen. Yo acabé con bolis, carpetas y postales de Van Gogh y todas acabamos comprando algo allí.

Después de esto ya era algo tarde, no quedaba nada abierto. Nuestro último destino era ver la Torre Eiffel de noche y aunque estaba un poco lejos, hicimos el camino andando por la orilla de Sena.

Íbamos andando por aquí pues era el último día y estábamos buscando algún sitio en el que comprar unos souvenirs de última hora. Sin embargo, hasta que no llegamos a la altura de la Torre Eiffel, no encontramos nada que comprar.

Torre Eiffel

Cuando llegamos allí fue cuando por fin encontramos tiendas y kioscos para comprar algunos souvenirs. Lo más típico son unos llaveros de la Torre Eiffelque son además lo más barato.

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Habíamos leído que cuando se hace de noche, en ciertas horas, la torre se ilumina de una manera especial, distinta a cómo está el resto de la noche y queríamos ver esto antes de irnos. Llegamos bastante pronto y todavía no había ni tan siquiera anochecido.

Cuando nos acercamos a la torre nos encontramos con que había una zona de césped vallada a la que se podía entrar y que, además, estaba llena de gente. Resulta que lo de venir aquí a ver cómo anochece y después quedarse a ver este espectáculo de luces es tanto una cosa de turistas como de locales.

Poco a poco se iba acercando más gente y era curioso porque había mucha gente por la calle vendiendo botellas de champagne y vino y también copas. Se nota que esto era algo muy normal y que pasaba todos los días, porque la gente estaba muy preparada.

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Nos encontramos con muchos grupos de gente joven que habían traído incluso mantas para poner en el césped y neveras con su propia bebida, todo un evento social lo de venir a ver la torre iluminada.

Nosotras aprovechamos para hacernos unas últimas fotos con la torre y en general, unas últimas fotos en la ciudad antes de irnos. Es muy gracioso porque delante teníamos un grupo de ingleses que llevaban ya alguna que otra copa de más y acabaron colándose en muchas de nuestras fotos.

Poco a poco fue haciéndose de noche y cuando por fin dieron las diez, iluminaron todo con unas luces blancas que parpadeaban. Nosotras casi nos lo perdemos. Estaba todo muy bonito, era lo que te esperas ver de París, es tan bonito como dicen.

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Después de esto volvimos hasta el centro para coger un Cercanías que nos llevara al apartamento, pues todavía nos quedaba cenar y recoger para madrugar al día siguiente para coger el transporte que nos llevara al aeropuerto.

Con todo esto terminamos nuestro viaje a París. Una ciudad que os recomiendo muchísimo y que es de las ciudades europeas que más cerca tenemos de España, a parte de ser el destino de Europa más visitado, por lo que tenéis que visitarlo.

Qué hacer con más tiempo

Con todo esto dicho, os voy a decir tres sitios más a los que podéis ir si tenéis un poco más de tiempo o queréis obviar alguno de los sitios que nosotras sí que vimos.

El primero de ellos, y el más obvio, es el Museo del Louvre y su más que famosa Mona Lisa. El museo es enorme y para los jóvenes es gratis, por lo que no tendréis ningún problema. Es un sitio muy transitado y muy grande, por lo que tendréis que ir con tiempo por las posibles colas y para poder ver todo el museo.

Otro museo que os propongo es el Pompidou, el centro nacional de arte. Está en una plaza muy curiosa, muy moderna, con una fuente llena de esculturas de hierro. El centro sigue esta misma estética, es lo más parecido al Museo Reina Sofía en Madrid. Cuando yo fui era muy pequeña y no aprecié lo suficiente lo que estaba viendo, pero me pareció muy curioso e interesante. Recuerdo una exposición multicultural en la que te regalaban unas fotografías que te hacían cambiándote los rasgos faciales, me llamó mucho la atención.

El último museo que os digo, y que no he tenido la suerte de conocer, es el Museo de la Orangerie, en el que hay una pared de entera de unos nenúfares de Monet.

Más allá de esto, si tenéis tiempo como para alejaros un día entero del centro, siempre podéis acercaros a Disneyland o al Palacio de Versalles. Cada uno es interesante o divertido a su manera, así que es cuestión de gustos decidir entre uno y otro.

Con esto, ahora sí, termino esta entrada. Espero que os haya resultado interesante y que os hayan entrado tantas ganas de ir como a mí de volver.

¡Gracias por leerme!


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