Pamplona más allá de San Fermín
Mucha gente solo conoce Pamplona o lo poco que sabe de ella es por los San Fermines. Y lo entiendo, son las mejores fiestas del mundo y la semana del 6 al 14 de julio no tiene parangón -haré un post más adelante hablando sobre esto-.
Pero Pamplona es mucho más. De hecho, fuera del periodo de San Fermín es una ciudad tranquila, súper ordenada, verde y repleta de historia en cada rincón. Si lo que quieres no es ir de fiesta sino conocerla en todo su explendor sin el gentío de blanco y rojo y sin los toros, este es tu post.
Como mi ciudad natal que es, siempre diré que Pamplona es idílica para vivir. Llena de parques y jardines como La Taconera, la Ciudadela (una fortificación defensiva en forma de estrella), la Media Luna o el Parque Yamaguchi, Pamplona es un remanso de paz para relajarse a cualquier edad. Apunta el Café vienés de la Taconera, un oasis en medio de la ciudad para tomarse uno tranquilamente después de comer. Además tiene un paseo fluvial en torno al Arga, el río que transcurre por ella, ideal para pasear en bici, hacer piragüismo o salir a correr.
El Casco Antiguo es mi lugar favorito. Es un poco laberíntico porque se construyó en la Edad Media, pero podrías empezar por ejemplo el recorrido en la Plaza del Castillo (que no tiene un castillo, sino un quiosco azul precioso), que es como el lugar central de "lo viejo", como llamamos los pamplonicas al casco histórico de Pamplona. En la misma plaza te recomiendo el Café Iruña (tanto por dentro como su terraza), la terraza del Casino Eslava y curiosear el Hotel La Perla, donde se alojaba Hemingway cuando escribió su best-seller "Fiesta", ambientada en Pamplona.
A partir de ahí deberías perderte y callejear sin rumbo para disfrutar de sus particulares balcones y fachadas con encanto -algunas de colores y llenas de geranios-, sin perder de vista que vas a pasar por el recorrido del encierro, ya que es bastante largo, y donde te podrás sacar fotos con el vallado como si fueras un corredor.
En medio del recorrido está también el Ayuntamiento, con su conocida y preciosa fachada, desde donde se tira el Chupinazo que da comienzo a las fiestas de San Fermín.
No te pierdas la Catedral de Santa Maria, que es gótica y maravillante, y es gratis en horario de misa. Eso sí, yo recomiendo pagar los 2 o 3€ que cueste la visita para entrar al claustro, uno de los más bonitos del mundo. Detrás de la catedral está el Rincón del Caballo Blanco, un mirador alto y bastante espectacular que da hacia el río.
Por último pero no menos importante, la gastronomía. En Pamplona la cuidan mucho, y de allí son característicos sus pinchos. Mis recomendaciones: el pintxo de foie de El Gaucho (pídetelo con un vino navarro) o su tortilla de patata (que por cierto, es originaria de Navarra y casi nadie lo sabe); el volcán de morcilla con yema de huevo trufado en el Bar Txoco o el ciervo con hongos del Baserri, aunque siempre puedes ver la carta para disfrutar de la alta cocina en miniatura o preguntar por el último pintxo que haya recibido un premio en ese local y pedirlo.
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