Ciao bella Italia!

Málaga, Septiembre, 2017.

Empieza la aventura.

Las idas y venidas.

El traqueteo de las turbulencias,

y la vida.

El corazón en la garganta.

La sensación de volar.

El sentir que estás a la altura,

del cielo. 

Empieza la aventura,

y pienso disfrutarla hasta el último instante. 

Las despedidas no son fáciles y los comienzos siempre son un poco difíciles. Pero mis ganas superaban a cualquier cosa porque siempre había querido vivir esta experiencia. 

Mi ciudad de destino se llamaba Padova, ciudad situada en el norte de Italia, en la región del Veneto. Nunca antes había sabido de la existencia de esta ciudad. Sin embargo, sus atardeceres acogedores y su ambiente tan vivaz por las calles, poco a poco me hicieron sentir como en casa. 

Los comienzos están llenos de altibajos, es cierto. Me acostumbré a usar la bici para ir a todos los sitios aunque, por norma general, en el autobús y el tranvía no se paga el billete (hasta que viene un revisor, claro). Y una vez que usas el google maps hasta para dar la vuelta a la esquina, tienes que ir al Ikea porque no puedes sobrevivir con lo que has traído en la maleta, empiezas a entender la importancia de "la economía del estudiante" comparando los precios entre supermercados para ver cuál es más barato, y los miércoles universitarios se convierten en día señalado en el calendario, poco a poco vas superando esa primera fase que te hace convertirte en un Erasmus por excelencia. Y así, la ciudad que antes te parecía tan desconocida, comienza a convertirse verdaderamente en tu casa. 

Y cuando te quedas sola, es cuando realmente te das cuenta de lo importante es que estar y sentirse acompañada. Sin embargo, encuentras personas que están en la misma situación que tú. Entonces, entre todos, conseguimos que sea mucho más amena la soledad. Y es en ese momento en el conoces por primera vez a la que será tu nueva familia en esta aventura. 

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