Hovedøya, una de las islas del fiordo de Oslo
¡Hola hola erasmusitos!
Hoy he decidido venir a hablaros de algo muuuuy guay: las islas del fiordo de Oslo, concretamente de Hovedøya (para pronunciar esto tenéis que poner una voz rara en la ø como si fuese abierta, pero en plan u... Vamos que es muy difícil).
Esta es una de las cuatro o cinco islitas que se encuentran situadas en el fiordo de Oslo, se pueden todas ver desde el puerto, el Fuerte de Oslo o la Opera. No son muy grandes, pero son bonitas de visitar. En ellas, sorprendentemente para los turistas, vive gente, que supongo que, en algunas cosas, son autosuficientes, porque en las islas no hay ninguna tienda en la que puedas comprar nada.
A mí eso me dio un poco la sensación de soledad y abandono. Como diría mi madre: "que parece que los ha dejao' ahí la riá". Pero no lo critico, la verdad es que lo admiro, porque vivir allí, sobre todo en invierno... Uf.
El caso es que un día de marzo decidimos visitar las islas por la mañana. Fuimos mi amiga Sandra, y dos amigas suyas que habían venido de visita y Fernando se nos unió. Todos catalanes, menos yo, juás. Era la época de uno de los breaks si no recuerdo mal, porque muchos de nuestros amigos no estaban y la residencia se quedó algo desierta, pero nosotros no nos íbamos a quedar en casa.
Para ir a las islas puedes coger uno de los mini ferrysque tienen parada en el puerto de Oslo y van a las islas. Todas las islas están comunicadas con estos ferrys. Es curioso porque son bastante rápidos: dan la vuelta en, más o menos un cuarto de hora, así que son bastante frecuentes. Además el... ¿capitán? tiene muchísima habilidad para "aparcar" el barquito en los puertos.
El ticket para los ferrys es exactamente el mismo que el que necesitas para coger el metro o el bus. Como ya he comentado en algún post todos los tickets de todo el transporte público los lleva la empresa Ruter así que te sirve. Por 30 NOK single ticket.Nosotros como estudiantes disponíamos de la ruter card en cuestión, pero en mensual.
Así como en los t-bane puedes arriesgarte y subirte sin pagar porque las puertas están abiertas, en el ferry corres el riesgo de que el revisor te pida el ticket. De hecho si te ve en plan estudiante espabilado, es bastante probable que lo haga. En nuestro caso, recuerdo que en uno de los dos viajes, el de vuelta creo, el tipo vino y nos los pidió y cuando comenzamos a sacarlos nos miró a todos con el billete y tarjetas en la mano y dijo: Ok. Pero no los comprobó. Aquí es cuando va el consejito o picaresca española:
Compra un ticket pero no lo valides. Si el revisor te lo pide y no está validado puedes probar a hacerte el sueco (no sé cómo les sentará que te hagas el sueco en Noruega jajaja, qué malo, ya paro xD). Mi hermano cuando vino a visitarme hizo eso: compró uno y lo gastó el último día. Nunca se lo pidieron (suerte que tuvo ea) así que todos los viajes que hizo en transporte público le costaron 30Kr (recordemos que son unos 5€).
El caso es que esperamos el ferry en el puerto, nos subimos y la primera isla era Hovedøya. Como en el mapa habíamos visto que era la más grande decicimos bajarnos en esa. Tardó como unos 5 minutos y au. Cómodo y fácil. Al llegar comenzamos a caminar por el caminito marcado, en plan explorador intrépido. Todavía estaba todo nevado así que teníamos que ir con pies de plomo y esquivar las bolas de nieve que nos lanzaba Fernando de cuando en cuando. En mi caso conseguí librarme por ser la portadora de la cámara.
Subimos el sendero entre algunas casitas y descubrimos unas ruinas en mitad de un bosquecillo. Bueno, en realidad todo estaba en mitad de un bosquecillo. Rebuscamos un poco y encontramos un cartel en el que explicaba que esas ruinas eran un antiguo monasterio o algo así. Hicimos cuatro fotos y continuamos caminito hacia delante.
Tuvimos bastante suerte porque como podéis ver en las fotos el día nos salió soleado, así que visitamos el lugar con muchas más ganas (aunque para tratarse de Noruega debo decir que tuve bastante suerte porque vi bastante el sol).
Se nos abrió una gran explanada desde la que bajaba el camino y encontramos una enorme placa de hielo sumamente divertida por la que nos deslizamos. Cuando el camino torció, descubrimos ante nosotros una pequeña playa. Aquello me encantó. Eso de playa con nievees algo que relaciono toda mi vida con la mili de mi padre (jajajaja, lo sé) porque él la hizo en Santander y allí nevaba en la playa y siempre me cuenta la misma batallita.
La cosa es que pasamos un buen rato en aquella playa, disfrutando, haciendo fotos, lanzando bolas de nieve a diestro y siniestro. Había a nuestro lado un par de madres con los niños que parecía que habían ido a pasar la mañana.
Cuando volvíamos hacia el puertecito para coger el ferry nos cruzamos con unos patos muy graciosos. Ya llegando a una de las mujeres se le cayó la Ruter Card y yo, en mi gen español, por un momento pensé en quedármela, pero enseguida me vino la vena noruega y la recogí y muy amablemente le dije que se le había caído. La cara de amor y agradecimiento de la mujer me pagó el buen acto.
Para que luego digan (en realidad es que te da vergüenza ser tan español cuando fuera todo el mundo es tan correctamente europeo).
En general, debo comentar de la isla que era un lugar pequeño. La mayoría de la extensión estaba (está, porque todavía está...) cubierta por árboles altos. En la época del año que fuimos la vegetación era nula porque estaba cubierta de nieve, pero puedo afirmar sin equivocarme que en los periodos de verano está lleno de césped y vegetación baja.
Si vas a Oslo y tienes días de más, visita alguna de estas bonitas islas. Sus nombres son: Hovedøya, Lindøya, Bleikøya, Rambergøya y Nakkholmen (donde la parte -øya significa isla).
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Comentarios (1 comentarios)
Carolina Gómez Peiró hace 10 años
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