Sola en Orlando
Desde que llegué aquí, a Orlando, he estado viviendo sola en una casa un poco grande para mí. Me he dado cuenta de que es la primera vez que vivo realmente sola: durante la universidad siempre tenía una compañera de habitación e, incluso cuando ella no estaba allí, tenía a una amiga en la habitación de enfrente, o a mis amigos del edificio. En Polonia, se suponía que iba a ser el momento en el que me iba a enfrentar a la realidad y a la edad adulta, y que iba a descubrir si era capaz de vivir sola, pero en realidad era incluso más fácil que en Caracas, porque tenía dos compañeras de piso geniales y un montón de amigos en el Acrópolis que me ayudaban y me hacían compañía, así que pocas veces estaba sola. En cambio ahora, que literalmente no he visto a ningún amigo desde hace más de una semana, un amigo adulto, me parece una experiencia muy enriquecedora. Resulta curioso, porque siempre he pensado que soy más del tipo de persona que se aleja del mundo, que si tuviese la oportunidad, preferiría estar sola y tranquila, para poder leer un libro o ver una película... Que pudiese pasar días en casa con mi compañía, sin necesidad de salir para ver a alguien más. Pero... ¡Estaba equivocada! Desde luego pensé que, si siempre estaba con gente y ocupada, la oportunidad de tener tiempo para mí parecía un regalo. Pero ahora, que tengo la obligación de vivir eso, ya que no tengo otra alternativa, me doy cuenta de lo difícil que es sentirse así. Y más difícil aún porque no tengo ningún conocido en esta ciudad, de modo que, no es que tenga tiempo para mí, es que no tengo elección. En Venezuela, tengo la suerte de tener esa clase de amigos que te hacen compañía en soledad, esos amigos que pueden pasar toda una tarde sin decirte nada, pasando el rato, haciendo cada uno lo suyo pero juntos, esos amigos que retoman una conversación de dos días como si hablaras de eso hace dos minutos. Al tener amigos así, que te hacen sentir acompañado, sin hacer ruido, tenía la sensación de que podía estar bien sola, pero la verdad es que estoy más que acostumbrada a tener gente a mi alrededor. Claro que es bueno poder despertarte cuando quieras, o ver todos los programas de televisión que te apetezcan, o comer lo que quieras, donde quieras... Hay muchas ventajas estando sola. Pero, en serio, lo qué daría yo por tener un compañero o compañera de piso.
Porque vivir solo no es tan genial como lo pintan en las películas. No te pones a beber un par de copas de vino cuando llegas del trabajo, ni te fumas un puro mientras te sientas bajo un débil rayo de luz y piensas en cosas profundas. No, no, no. Llegas a casa y, a veces, quieres contarle a alguien cómo te ha ido el día, y es entonces cuando empiezas a llamar a la gente y a enviar mensajes de texto a tus amigos. Sin embargo, vivir solo no es tan triste ni aburrido como parece en mis frases anteriores. Mi familia y algunos amigos me envían mensajes de texto sobre actividades en Orlando o en el barrio, se preocupan por mi salud mental y mi vida social. Vivir solo es, sobre todo, cuestión de rutina. Creo que la rutina será tu mejor aliada aquí, porque te hace avanzar y hace que vayan pasando los días. El caso es que estar solo hace que cualquier cosa rutinaria sea aún más aburrida de lo que es, (si eso es posible), porque hacer compras tú sola es (al menos para mí) una actividad bastante aburrida, o cocinar para uno solo. Por eso, lo más difícil para mí ha sido esforzarme por mantener mis hábitos: ir a correr, leer un poco todos los días, escribir un poco todos los días, y no simplemente ver Netflix hasta el cansancio. Por supuesto, todo esto es para alguien como yo, que tuve que pasar muchas semanas en una ciudad sin hacer nada, porque si estás trabajando o estudiando es mucho más fácil.
De todas formas, para los que como yo, tengan unos días libres en cualquier ciudad americana, y se aburran un poco, y quieran hacer algo pero sin gastar dinero, (el eterno dilema), os voy a comentar las cosas que me han ayudado a salir de casa de vez en cuando.
Barned y Nobles - Starbucks: librería y cafetería, respectivamente, son como templos para los que quieren estar solos pero en compañía. La gente que se encuentra en estos lugares suele hacer cosas que podrían hacer fácilmente en sus casas. Leer, tomar café o trabajar con sus portátiles... Todo esto con los auriculares puestos, aislándose de la gente que les rodea, por eso siempre me preguntaba por qué salen de su casa. Ahora entiendo que cuando uno pasa todo el día solo en su casa, el hecho de estar rodeado de gente en un ambiente diferente hace que la persona no se sienta tan mal. En cambio, si te quitas los auriculares, puedes interactuar con otras personas, lo cual sería imposible si te quedaras en casa. Y además, el tipo de gente que viene a estos sitios se parece a ti, así que ya tienes una cosa en común.
Por eso voy a arriesgarme a decirte que, sí, quizá resulte algo superficial y aburrido, pero ir a los centros comerciales puede ser genial. Piensa que estamos hablando de América y, a diferencia de Europa, este país no está hecho para que lo recorras a pie, tampoco tiene iglesias ni edificios bonitos que visitar, y la gente no suele pasearse por allí porque sí. Por eso, cuando intentas salir y disfrutar de la ciudad... Bueno, primero, en realidad no hay mucho que ver, y si te quedas mirando mucho tiempo un edificio bonito, lo más probable es que sea propiedad privada y que esté totalmente permitido en caso de que quieran dispararte, y segundo, parecerás un bicho raro al estar caminando y caminando sin destino. Sin embargo, los centros comerciales son pequeños espacios dedicados a la gente que le gusta caminar, ya que eso significa que están mirando a su alrededor buscando cosas. Por lo general, estos centros tienen buenas zonas para pasear y cafeterías, e incluso tienen música y muchas más cosas. Esto es así porque quieren que te gastes todo tu dinero, y hacen del lugar un ambiente agradable en el que no te cansas de estar (y gastar). Es lo más bonito y cercano que tendrás en el centro de la ciudad, así que si eres capaz de resistir las tentaciones y recordar que el diablo viste de Prada, puedes ir y disfrutar de un agradable paseo mirando la cultura americana en su máxima expresión.
Otra opción es caminar por los condominios si quieres conocer un poco más sobre la vida de estas personas. Estos lugares suelen ser muy seguros y muy bonitos, con lagos falsos, casas club, paseos, fuentes, parques y demás. Se ven las típicas casas americanas con sus garajes donde se juega baloncesto, y a niños que van en bicicleta, y todas esas cosas que vemos en las películas. Hay condominios públicos, algunas casas son impresionantes, te sientes como en un programa de televisión, donde un montón de niños van a salir de un arbusto con gorras y bicicletas.
Y si no te gusta estar solo, o si tienes solo un par de días libres y no te apetece gastar todo tu dinero en comprar cosas, te recuerdo, mi querido lector, que en América es donde nació Netflix, así que te aseguro que nunca tendrás problemas en encontrar un buen programa de televisión de siete temporadas que te enamore.
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