Trayecto ida y vuelta a Opava
El domingo día 26 de octubre de este mismo año (2017), mi novio y yo nos dispusimos a realizar una visita al pequeño pueblo de Opava que se encuentra a 30 km de la ciudad en la que actualmente estamos residiendo Ostrava. Pese al mal tiempo que se veía, decidimos abrigarnos y ponernos un buen calzado por si nos encontrábamos con más lluvia de la que creíamos, y salimos bien prepadxs como buenos dominguerxs.
Para ir a dicho pueblo decidimos ir en autobús puesto que es el medio de transporte que menos tiempo tarda y el que nos resultaba más sencillo de coger. Llegamos a la parada de Svinov que es donde este autobús te recoge. ¡Importante! No hay que bajar a la estación de autobuses o trenes, donde muchas veces cogemos los autobuses para ir a otros destinos. Es mucho más sencillo, hay que coger el bus en la parte de arriba, de los tranvías, en dirección Poruba. Si resides en Poruba o en otra zona más alejada de Svinov, puedes coger el mismo autobús en Poruba Vovozna, la parada anterior de la parada de la Universidad VSB. Después de un viaje muy comodo de unos 45 minutos llegamos a nuestro destino Opava. Hay que bajarse en la parada más central: para que quede más fácil, la primera parada en Opava es una al lado de un supermercado bastante grande, el Tesco. Debemos esperar hasta la siguiente, para que luego sólo tengamos que andar unos pocos metros hasta el casco antiguo.
Este pequeño pueblo de la Republica Checa es un pueblo precioso que se puede ver en unas horas y que además nos ofrece la posibilidad de ver un castillo que se asemeja demasiado al de la casa Disney.
Todo hasta ahí fue de los más normal del mundo. Pero cuando quisimos volver a Ostrava fue cuando vivimos una odisea bastante peculiar. Para comenzar nos equivocamos a la hora de prepararnos para volver. Puesto que cuando buscamos en nuestro buscador de confianza de viajes y billetes (goeuro) nos ponían la búsqueda para el día siguiente y cuando llegamos a la parada no venía ningún autocar. Cuando nos pasó esto volvimos a buscar la forma de volver y vimos que había un tren que tardaba más o menos lo mismo que en el autobús.
Fuimos corriendo a la estación de trenes de Opava llegamos cinco minutos antes de la hora de salida del tren y pudimos coger el billete sin ningún problema. Una vez que nos encontramos en el andén esperando a que viniese el tren vimos como el tren llegaba con cierto retraso. Si que es verdad que por la megafonía de la estación se podía oír que daban ciertas indicaciones en checo pero nada en inglés. Entonces fue cuando dedujimos que el 15 que aparecía al lado de nuestro tren iba a ser el retraso. Y cuando por fin pasaban esos quince minutos volvían a actualizarlo poniendo diez minutos más. Lo que iba a ser una faena puesto que habíamos quedado para comer con un amigo nuestro.
Al final el tren llego con 35 minutos de retraso. Y todo esto sin saber que pasaba. Cuando llego el tren nos montamos inmediatamente y nos pusimos cómodos en dos sitios aleatorios porque los billetes no están numerados ni nada.
Ahí comenzó nuestro viaje de vuelta a Ostrava en tren. Pues cuando faltaban tres paradas para nuestra ansiada llegada a Ostrava sin previo aviso el tren pega un frenazo y permanece parado durante un buen tiempo sin que se dijese nada a los distintos pasajeros. Entre lxs pasajerxs hablamos algo con el inglés chapucero de las personas más mayores de este país. Nadie sabía que había pasado, y el revisor no nos quería ni mirar puesto que no sabía decir ni una palabra en inglés.
Por los letreros luminosos de dentro del tren, pudimos hacer un copia y pega tras varios intentos fallidos, para ver qué ponía en el mismo. Resulta que pedía paciencia debido a un frenazo de emergencia por obstrucción de la vía. Un chico joven que estaba sentado a nuestro lado nos enseñó una foto de lo ocurrido: unos troncos caídos del propio bosque que estábamos atravesando rompieron la catenaria o cableado eléctrico del tren justo antes de que pasase el vagón por debajo. ¡Y menos mal! Imagínate que cae justo en el vagón del tren, vaya susto…. Pero resulta que, para que no exista colisión con otros trenes, el nuestro debía permanecer parado hasta que se solucionase la avería.
¡¡¡3 horas ahí dentro sin saber qué estaba pasando!!! Y más si señalizamos que el trayecto era de poco más de media hora, y encima sin comer…. Horrible, de verdad. Para darle más inri, nadie nos decía nada en inglés, y llegó un momento de desesperación en el que queríamos salir del tren fuese como fuese. Imposible, como podéis imaginar, debido a que por seguridad queda todo cerrado (e incluso con las luces y calefacción apagada debido al ahorro energético de que no sabían cuánto iba a durar la faena). También se le puede añadir que, debido al cambio de hora de invierno aplicado justo la noche anterior, anocheció enseguida (y cuando digo enseguida quiero decir que a las cinco de la tarde ya es de noche cerrado).
Finalmente vino una máquina de tren a gasolina, que se enganchó en el último vagón, y al dar la vuelta a las ruedas del tren, nos remolcó hasta la última estación de tren que habíamos pasado, donde podríamos coger un autobús que nos puso la propia red de trenes checa.
Bajamos del tren bastante enfadadxs, con un hambre canina y sin obtener aún respuesta de cómo íbamos a llegar a nuestra ciudad. Nos subieron a un autobús con gente de pie entre asientos, y niñxs subidos encima de los padres y madres para que entrase más gente. Vamos, que de seguridad tenía poco… Para colmo, el autobús se perdió de camino a Ostrava, le tocó dar la vuelta ahí en medio de la nada… Parecía más un secuestro que una ayuda para volver a casa. Es decir, de salir a las tres menos cuarto y llegar a casa a las tres y media, resultó que nos tocó esperar media hora a que saliese el tren, subiendo al mismo a las tres y cuarto, y cuando llegamos a casa eran más de las siete y media de la tarde….
En resumen, que hay que tener mucho cuidado cuando se viaja si hay un posible temporal acechando. En nuestro caso, pensamos que sólo iba a ser una tormenta, pero el viento y la lluvia resultaron ser mucho más duras de lo que creíamos, sumando que en Polonia se acercaba el temporal que ya había azotado a Alemania.
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