Rochester: primeras impresiones

¡Hola a todos!

El primer día (en el corto trayecto en coche desde la estación Megabus al campus) lo único que vi de Rochester es que parecía una ciudad industrial más sin gracia ninguna. Echaba de menos el resplandor de Nueva York. El río Genesee parecía más contaminado que el Danubio, había una fábrica antigua terrorífica en mitad de la ciudad, un museo de Kodak gris y edificios corrientes en el centro que no tienen nada de especial. Supongo que me sentía tan vacía y decepcionada porque el día anterior en Nueva York había consumido todos mis sentidos y a mi perceptibilidad se le habían gastado las pilas. Podría haber ido a cualquier sitio del mundo, que después de un día en Nueva York no me iba a parecer tan interesante ni atractivo como eso.

Gracias a Dios, al día siguiente mi opinión sobre la ciudad cambió por completo y empezó a gustarme muchísimo. Todo gracias al buen tiempo, la buena compañía y el ambiente agradable. Descubrí iglesias góticas en el centro, paseé cerca de la cárcel y por la orilla del canal de Erie, donde di de comer a los patos y recuperé mi equilibrio perdido.

La arquitectura de Rochester es parecida a la de muchas ciudades europeas, incorporando características antiguas y con un diseño irregular. Algunos edificios y calles me recordaban a la romántica Italia; otros, a la arquitectura escocesa fría y lúgubre, pero con encanto. Había varias construcciones clásicas y elegantes y, por suerte, nada de rascacielos, se acabó el dolor de cuello.

Me gustaron mucho las zonas verdes, mucho más que en Nueva York. Parques, caminos bici, paseos peatonales, simpáticos patos, menos prisa, menos ruidos y más paz.

No fue fácil enamorarse de las típicas casas de madera estadounidenses que salen en las películas. Aunque en Rochester vi algunos edificios de pisos (no muchos), hay muchas más casas de madera con jardín, patio y garaje. Es interesante que no todas están rodeadas por una valla, pero eso a las ardillas les da un poco igual. Tampoco les molestan mucho los paparazzi.

Una vez en Rochester, pude apreciar lo cerca que estaba de la naturaleza, su estado salvaje, las calles bien organizadas con casas y floreados jardines una junto a otra de forma sistemática, dando una imagen uniforme al paisaje. El tema de mi siguiente artículo será el campus del Nazareth College. Será un giro de 180º, así que ¡preparaos!

Posdata: lo siento por la calidad de las fotos, no soy fotógrafa profesional.

Gracias por leer. Dóra.

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