Los taxistas en NY

El tema de los taxis en Nueva York es una verdadera locura, no había visto en mi vida tantos taxistas conduciendo tan rápido por las grandes avenidas, sin ningún tipo de normas y saltándose todas las infracciones.

Como todo mundo sabe, allí los taxis son de color amarillo y conducen en manada, es decir, cuando vas paseando por una de las grandes avenidas de Nueva York, de repente ves a lo lejos como una estampida se dirige hacia ti sin freno alguno, como si fuera una carrera de coches, que en realidad no deja de ser algo parecido.

Es cierto que se ganan la vida atendiendo al mayor número de personas posibles, así, mientras más desplazamientos hagan, más dinero ganarán lógicamente, por este motivo y por el gran número de taxistas que hay en Nueva York, cada día los conductores de estos taxis tienen una carrera que ganar para llevar dinero a sus casas y a sus familias.

Hasta aquí puedo comprenderlo, pero tanto los conductores de turismos como los peatones, no tienen por qué someterse a ese peligro constante que generan los taxis en las calles de Manhattan.

Van a velocidades extremas, no respetando los pasos de peatones, saltándose semáforos, cambiándose de carril sin poner intermitente alguno, lo que quiero decir es que hay que tener cuidado a la hora de cruzar de una acera a otra por qué sin exagerar que estás jugando la vida.

Por otra parte, muchos de ellos intentan engañar, negociando contigo el coste por el trayecto, que muchas veces es el triple del que debería ser por falta de entendimiento respecto al idioma y por la picardía que los conductores le echan a los extranjeros. Esto ocurre, porque saben que a los nativos no se les puede engañar.

Hablando de mi propia experiencia, mi familia y yo cogimos un taxi en Nueva York y menos mal que sólo fue uno, porque aunque no hubieran obligado a montarme a otro uso aseguro que no lo hubiera hecho. Justo cuando te montas y antes de cerrar la puerta del coche se pone en marcha de forma muy acelerada, adelantando y sobrepasando todo tipo de obstáculos en la carretera. El conductor va super concentrado, obviamente, ya que sabe que si no es así las probabilidades de tener un accidente o un choque son muy altas, por lo tanto apenas se podía dialogar con él. Los cambios de ritmo son muy bruscos, continuamente reduce o aumenta de marcha, provocando un viaje para él cliente muy incómodo y por supuesto peligroso.

Todo esto lo digo desde el respeto hacia estos conductores de los taxis de Nueva York, supongo que la forma de vida tan acelerada que lleva la sociedad es lo que ha provocado que los taxistas tengan que realizar su trabajo de esta forma tan poco prudente para llegar a ser productivos en el desempeño de su ejercicio.

Me despido, advirtiendo a todas las personas que vayan a ira Nueva York, haciéndoles saber que esto de verdad ocurre en sus avenidas y que tanto si eres peatón como un conductor, si no estás acostumbrado a este tráfico probablemente no no tengas un paseo agradable en bastantes ocasiones.

Ahí lo dejo.


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