La vida de un estudiante americano

¡Hola a todos!

Finalmente, ha llegado el momento de hablar del ambiente que reinaba durante el programa lingüístico de verano que cursé y de la rutina diaria. La experiencia, que duró tres semanas, empezó al día siguiente de nuestra llegada al campus.

Después de levantarnos aquella mañana, con caras cansadas pero sin jetlag, tomamos el brunch con nuestros coordinadores estudiantiles en el sótano del Elizabeth George Hall (nuestra residencia). Después de que nos conociésemos todos, llegaron más estudiantes: 15 estudiantes procedentes de Lima (capital de Perú), 3 de Chile, 3 chicos que ya llevaban unos años viviendo en Estados Unidos pero que procedían de Nepal, un muchacho mexicano, una chica belga, 15 estudiantes chinos, 3 surcoreanos y, por último pero no menos importante, nosotras tres que veníamos de Hungría. Muy multicultural, ¿verdad?

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Nuestras edades iban de los 18 a los 27 años. Al principio, no hablábamos mucho, quizás porque no conocíamos el lugar que iba a ser nuestro hogar durante las siguientes tres semanas y estábamos en un continente diferente, en una tierra diferente, rodeados de gente nueva. Pero pudimos calmarnos, nuestra timidez desapareció rápidamente gracias a nuestros coordinadores estudiantiles y a todo el universo de NAZ en el que habíamos entrado. Finalmente empezamos a asumir que estábamos en Estados Unidos, que formábamos un equipo muy bueno todos juntos y que esta era la aventura de nuestras vidas. Pronto todo el mundo empezó a ser más comunicativo y empezó a interesarse más por lo que les rodeaba.

Como ya he mencionado anteriormente, entre nosotros había estudiantes que habían sido admitidos gracias al apoyo económico de sus universidades de origen y también había estudiantes que habían pagado el programa de tres semanas ellos mismos. Después de presentarnos, dimos una vuelta por el campus con los estudiantes de NAZ que se habían ofrecido a guiarnos.

El territorio donde se encuentra Nazareth College es muy amplio. Aparte de las facultades de Ciencias de la Salud, Arte, Comercio, Ciencias, Idiomas, Música, etc., obtuvimos una visión de la vida en el campus visitando varios lugares, como, por ejemplo, el pabellón deportivo equipado con una piscina, la sauna, la sala de aerobic, el comedor y la gran sala de cine. Nos familiarizamos con la pista de atletismo y con el campo de fútbol americano. Además, pasamos por la biblioteca, el centro de música (con salas para practicar el piano y la batería), la facultad de Ciencias (donde Indy, la iguana, nos saludó desde su terrario) y el recinto ecuestre. Durante esta visita ya tuvimos conversaciones profundas entre nosotros que giraban en torno a temas como los fideos nepalíes, el aeropuerto de Perú rodeado de montañas o la ausencia de Facebook en China.

Después de que estrechásemos lazos, había llegado el momento de conocer a nuestro gran chef italiano. No nos decepcionó. La comida en NAZ es increíble. Los desayunos estaban compuestos por fruta, yogur, jamón, queso, muchísimos bagels con queso crema, ensaladas y zumos. Fuentes de energía perfectas. Podíamos comer todo lo que quisiéramos, también durante la comida y la cena. Pizza, patatas fritas, pechugas de pollo, ensaladas, arroz con verduras, verduras asadas, pasta... a veces incluso hacíamos una barbacoa donde preparábamos carne y hamburguesas. Así pues, la comida era extraordinaria. Casi me olvido de las grandes tarrinas de helado. Me comía un helado de galleta Oreo cada día después del almuerzo. Y, como ya he empezado a pensar en mi rutina diaria que incluía comerme un helado de Oreo, os voy a contar cómo era un día corriente en NAZ.

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Las clases de inglés empezaban a las 8:00 y desayunábamos a las 7:30, así que iba a nadar con mis amigos peruanos, coreanos y nepalíes cada día a las 7 de la mañana. Después desayunábamos rápidamente y corríamos a clase (a veces con el pelo medio mojado). Se prefería que fuésemos puntuales y que no llegásemos tarde, pero a veces tuve que decepcionar a mi profesor cuando llegaba uno o dos minutos tarde. Teníamos un descanso, pero las clases duraban hasta las 12:30. A continuación, comíamos, echábamos una pequeña siesta y, después, podíamos ir al centro de idiomas o a la biblioteca para hacer nuestros deberes, presentaciones, proyectos, trabajos en grupo, etc.

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Aparte, cada día nos organizaban actividades recreativas como hacer piragüismo en Bay Creek, ir a un partido de baloncesto o de de fútbol en la ciudad, visitar el mercadillo agrícola, ver una película en un cine al aire libre situado sobre una colina cerca del bosque, ir de compras, hacer senderismo, ir a un parque de atracciones o a algún parque nacional, etc. Después de cenar, terminábamos los deberes e íbamos al gimnasio para quemar las calorías de la pizza que habíamos tomado durante el almuerzo. Por las noches estábamos cansadísimos, pero todavía tuvimos tiempo de pasar el rato juntos y de construir amistades muy fuertes día a día.

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En mi siguiente post, escribiré sobre cómo me sentía estando en el Nazareth College y sobre actividades recreativas destacadas, viajes y lugares de obligada visita.

P. D. Pido perdón por la calidad de las fotos, no soy una fotógrafa profesional.

¡Gracias por leer mi post!,

Dora.

(Si estáis interesados en leer más publicaciones mías, pinchad en el siguiente enlace).


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