5 intensos días de Noruega

Publicado por flag- Ali Cánovas — hace 7 años

Blog: Idea para 5 días en Noruega
Etiquetas: flag-no Blog Erasmus Noruega, Noruega, Noruega

Hasta veinte días antes del viaje, lo único que sabía de este país nórdico es que hubo vikingos allí alguna vez y que todo el que había ido se había quedado fascinado por los fiordos noruegos. Ahora, al volver, Noruega se vuelve a poner a la lista de países por visitar. Con cuantas más personas hablábamos allí, más sitios nos recomendaban visitar. Nos situaban y detallaban otros paisajes aún más hermosos y aún más lejanos. ¡Y con los diente largos nos quedamos!

Este viaje de solo cinco días fue bastante improvisado. Para empezar, compramos los billetes la misma noche que nos despedíamos de una tercera amiga que iba a pasar el curso en Oslo, cursando una beca Erasmus. Nos dijo que estábamos invitadas a ir cuando quisiéramos, que nos esperaba. Dicho y hecho.

Volamos un martes a las tres de la tarde desde Alicante hasta Oslo Torp Sandefjord con Ryanair. Nos salió por unos 17 euros, pero como siempre, esto tiene su trampa. El aeropuerto  está bastante alejado de la ciudad de Oslo. Al aterrizar hay que comprar el billete de tren a Oslo, que con la tarifa de estudiante nos costó 200 coronas (22 euros), y tomar un autobús gratuito hasta la parada de tren, que dura unos cinco minutos. Esta parada esta a la intemperie, cuidado. Fue ahí mientras hablábamos con un medio español, medio noruego, fotógrafo de olas, cuando me dio un poquito de frío y decidí coger algo de ropa de la mochila. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que una de las botellas de ginebra que le habíamos traído a Elena reventó, empapando así absolutamente toda mi ropa.

Son casi dos horas de trayecto en el tren, y el paisaje, aunque empezaba a anochecer, ya era precioso. La geografía de Noruega es tan sumamente accidentada y el clima es tan borrascoso, que no faltan montañas, lagos y bosques por todas partes. Lo que más nos llamó la atención del país fue como la gente y las ciudades están integradas en la naturaleza. Porque Noruega es, simplemente, NATURALEZA. Belleza PURA. En Oslo pillamos buen tiempo y en Bergen no paró de llover, pero en ambos sitios los felices noruegos salían a la calle a correr o hacer senderismo por el bosque o el parque. Había muchísima afición.

Como llegamos ya tarde y la residencia de Elena estaba a las afueras de Oslo, no pudimos salir. Además, había que solucionar el problema de mi ropa mojada, y añadir el drama de la cámara perdida de Lucía. A pesar de todos los pequeños percances que nos ocurrieron, nos los estábamos tomando muy, pero que muy, bien. No estoy segura si es porque nos estamos haciendo mayores y enfocamos las cosas de otro modo o, simplemente, estábamos embriagas por la belleza y armonía del país.

El miércoles bajamos al centro e hicimos el Free Tour como de costumbre. No fue de los mejores porque nuestra guía no le puso demasiado entusiasmo, pero como siempre, estos tours son muy útiles para hacerte una idea general de la ciudad y orientarte por las calles principales. Menos mal que nuestra Elena en estos veinte días se había aprendido bastante bien todo y nos hizo su ruta particular. La palabra de Oslo sería Modernidad. Me resultó muy dinámica y tranquila a la vez, limpia y moderna, sencilla y mis sitios favoritos fueron la Ópera, que su diseño imita a un iceberg, y el parque Frogner.

Esa misma noche tomamos un tren con el que llegaríamos a Bergen a las seis de la mañana (110euros ida y vuelta). Nada más llegar a la ciudad supe su palabra: Lluvia. Madre mía. Solo paraba diez minutitos para que hiciéramos las fotos de rigor y luego continuaba DILUVIANDO. Al acercarnos al puerto  y a la oficina de turismo descubrimos que un paseo en ferri que duraba tres horas y media costaba alrededor de sesenta euros. Decidimos tomarlo porque el precio no nos resultó demasiado exagerado, y menos mal, mereció la pena muchísimo. Nos pusieron música clásica en los lugares más singulares como cascadas, islas e incluso una pareja de cabras montesas.

Después del paseo en barco, con el alma inspirada, seguimos caminando por el pueblo. Anduvimos las casitas de suvenires Brygeen y nos dirigimos a casa de nuestro anfitrión noruego que encontramos a través de couchsurfing. Era la primera vez que cualquiera de las tres utilizábamos este servicio y desde luego, tuvimos muchísima suerte. Era la opción a la que nuestro presupuesto se podía ajustar.

Nos acogió un  chico de unos treinta años artista. Expresarse era su forma de vida. Congeniamos muy muy bien. Le encantó que Elena y Lucía le demostraran su increíble capacidad de conversación. Recuerdo un momento en el que estaban gritando, hablando de temas paralelos e interrumpiéndose. Increíble. Bjorn nos preparó la cena, nos llevo a su club de salsa, nos invitó a bailar y compartió con nosotras su cultura nórdica. Fue una experiencia inolvidable y sobretodo divertidísima.

A la mañana siguiente subimos en teleférico al monte Floyen. Diluviando hicimos una caminata que alimentaba todos los sentidos. Precioso paseo bajo la lluvia, empapadas, en silencio, rodeadas de altísimos árboles y sin saber a ciencia cierta dónde nos estábamos metiendo. Pero esto no fue lo mejor del día. El viaje en tren por la tarde de siete horas de duración fue un auténtico espectáculo. Nos lo habían advertido, y así fue, un continuo desfile de paisajes maravillosos, y a cada interrupción de éstos por los túneles, se descubrían otros aún más fascinantes. Un regalo hasta 1000 m de altitud.

A la mañana del día siguiente fuimos con otros Erasmus al lago Sognsvann. Hacía un tiempo maravilloso y nos entusiasmo todos los locales disfrutando de él en la naturaleza, ya fuera haciendo deporte, paseando con los perritos o simplemente haciendo barbacoa. Nosotros nos decantamos por esto último en un lugar de recreo precioso donde tomamos bastantes bonitas fotos. Las últimas fotos y videos que hicimos con mucha ilusión fueron en la isla Hovedoya que se encuentra a unos quince minutos en barco desde el puerto de Oslo.  En una playa de la isla, Elena y Lucía aprovecharon para bañarse. Sí, en bikini. Capuzándose. En Noruega. Para no quedarme atrás metí un poquitín los pies, y debo decir que no estaba tan sumamente helada. Fresquita nada más.

Por la noche nos dimos el ‘lujo’ de comprar salmón en el supermercado y tomarlo en la cena. Y el resto de la noche consistió simplemente en empacar, recoger el piso y esperar (yo durmiendo) a tomar el autobús hasta a la estación central para, desde allí, coger el autobús hasta el aeropuerto Rygge y finalmente salir hacia Alicante a las seis de la mañana.

Con los pies en la tierra, pero los ojos en el cielo. Noruega vuelve a estar en mi lista de sitios pendientes.

Total gastado aprox. 350 euros

  • 17+36 vuelos Ryanair desde Alicante
  • 20 ida y vuelta en autobuses Alicante-Murcia-Cartagena
  • 60 ferri
  • 110 tren a Bergen ida y vuelta
  • Aprox. 60 en transporte público y gastos de comida
  • 40 en transferencias Oslo-aeropuertos


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