Hola y adiós de nuevo - de vuelta en Tenerife

La noche fue corta y tras tan solo cuatro horas y media, la alarma de las seis y media de la mañana empezó a sonar. Sentía que no había dormido nada, y además, no quería irme. Pero no tenía elección, había un vuelo a las once y media de la mañana esperándome. Cuando miré por la ventana pude ver bajo la luz de la linterna que afuera todavía estaba nevando. Me levanté y fui a la cocina, dónde la pareja de mi padre ya estaba preparando el desayuno. Mi padre todavía estaba durmiendo, pero su media naranja ya estaba de camino a la habitación para levantarlo de la cama y mandarlo a la ducha. A veces verlos a los dos juntos era muy gracioso. Siempre he deseado encontrar a alguien con quien tener una relación así en un futuro. Pero sobre todo, era feliz sabiendo que mi padre había encontrado a alguien que cuidaba de él, y que además de quererlo, le hacía feliz. Él es una de las personas más importantes de mi vida y a veces tengo tanto miedo de perderle que quiero pasar todo el rato con él. Pero eso no es posible, obviamente. Sobre todo porque estoy viviendo fuera.

Volviendo al tema, todo el mundo se preparó rápidamente. Yo terminé de hacer la maleta y me aseguré de que no me olvidaba de nada. Tras eso desayunamos rápido. Después salimos a la calle a por el coche pero antes tuvimos que quitar toda la nieve de alrededor antes de meter las maletas y emprender el viaje hacia el aeropuerto de Múnich. Normalmente el camino duraba una hora y media, pero con toda esta nieve que cayó la noche anterior no sabíamos si iba a haber algún accidente o si tendríamos que conducir más lento porque no habían limpiado la nieve de algunas calles. Así que salimos a las siete y cuarto de la mañana teniendo más de dos horas para llegar al aeropuerto a tiempo. Al principio todo iba bien, hubiéramos llegado antes si hubiera seguido así. Pero cuarenta y cinco minutos antes de llegar a Freising, el pueblo dónde esta el aeropuerto, había un montón de tráfico. Las pantallas de carretera no decían nada de un accidente, y en la radio tampoco decían nada, así que no sabíamos por qué todo el mundo iba conduciendo a cuarenta kilómetros por hora. Pero entonces vimos el porqué: había tres quitanieves conduciendo por la autovía, una en cada carril. Y por supuesto, iban lento y no podías adelantarlas porque iban bloqueando todos los carriles. Así que teníamos que ir detrás de ellas a cuarenta kilómetros por hora esperando que saliesen de la autovía pronto. Pero no lo hicieron. No sabía si eran ciegos, querían molestar o si no les importaba, pero fuimos detrás de ellos al menos media hora. Y además, no había mucha nieve, ya que había parado de nevar hace horas y tampoco hacía tanto frío como para que todo lo que cayera al suelo se congelara. Solo había un poco de nieve. En ese momento, me sentía muy contenta de haber salido antes de lo planeado, porque si no lo hubiéramos hecho hubiéramos pasado todo el trayecto agobiados pensando que no íbamos a llegar al avión. Tampoco sería una catástrofe el perder el avión (no tan grande como sería perder el vuelo de Tenerife a Alemania) pero tenía que trabajar el día siguiente y no quería pagar una fortuna por otro vuelo. Además, los vuelos entre Múnich y el sur de Tenerife no eran diarios, ni había varios vuelos al día; normalmente solo había vuelos dos o tres veces por semana. Así que era mejor llegar al aeropuerto a tiempo para ahorrarme dinero y problemas.

Al final, los quitanieves dejaron la autovía y el tráfico mejoró bastante. No tuvimos ningún problema durante el resto del camino, así que llegamos al aeropuerto de Múnich dos horas y media antes de mi vuelo. Estaba contenta de haber llegado a tiempo, pero también estaba triste porque era hora de decir adiós tanto a mi padre y a su pareja como a mis pequeñas vacaciones en Alemania. Hay gente que no entiende cómo puedo preferir la fría y nevada Alemania antes de un Tenerife con playa, sol y veinticinco grados. Aunque parezca que es el paraíso porque hace calor y demás, lo más importante en la vida es la gente. Con la gente adecuada, Tenerife me encantaría, ya lo vi cuando mi pareja vino a verme. Mientras él estuvo me encantaba la isla. Pero justo cuando se fue y me sentía sola de nuevo, me di cuenta de que no había nada (o casi nada) de la belleza que había visto la semana anterior. La gran mayoría de gente pasa las vacaciones en sitios así, y así es como se supone que debe de ser, porque lo mejore es pasar las vacaciones con gente que quieres. Eso es lo que hace que un sitio sea bello, no que haya playa o sol, aunque eso ayude. Volvía a esa isla sabiendo que nadie me esperaba en mi apartamento, y sabiendo que mis amigos, mi familia y mi pareja estaban lejos. Por eso me costaba tanto tener que despedirme, porque sabía que las siguientes seis semanas iban a pasar muy lentamente. Pero tendría que intentar disfrutar. Sabía que más tarde querría sentarme en la playa a escuchar el oleaje. Así que tenía que hacer esas cosas mientras fuera posible.

Hello...ehm Goodbye again - back to Tenerife

Pero antes, tenía que decir adiós. Abracé a mi padre, después a su pareja. Les dí las gracias por todo y me desearon lo mejor para las últimas seis semanas en la isla. Nos dimos prisa, porque el aparcamiento de al lado de la terminal es muy caro y solo tienes un cuarto de hora gratis. Así que me abrazaron y volvieron al coche. Y ahí estaba yo, sola de nueva. Tuve problemas para encontrar el mostrador para hacer Check-in porque en ninguno de las pantallas ponía Condor y en mi billete tampoco podía nada, así que intenté encontrarlo yo sola durante veinte minutos hasta que al final tuve que preguntar en información. Me dijo que estaba totalmente perdida y me enseñó en un plano donde tenía que ir. Fui hasta allí, bebí agua y entre directamente al control de seguridad. Ya había confirmado por Internet, pero necesitaba un café, así que quería entrar antes para poder descansar un poco en una hora y media que me quedaba antes de coger mi vuelo. Como siempre, con tanto equipaje de mano era agobiante pasar por el control de seguridad porque tenía que sacar casi la mitad de mis cosas y meterlas de nuevo. Además, tenía que darme prisa porque la gente de delante y de detrás empezaba a estresarse, mirándome como si hubieran encontrado cocaína en mi maleta. Finalmente, pasé el control de seguridad y como no había una cafetería buena, decidí desayunar de nuevo, así que tomé un poco de comida bávara como mi última comida en Alemania. Comí salchichas con pretzels y compré un poco de chocolate de postre en un kiosco. No fue la mejor comida del mundo, pero estaba bien. El resto del tiempo lo dedique a leer un poco mientras esperaba que la puerta de embarque apareciese en las pantallas, lo que solía pasar una media hora antes de montar en el avión. Apareció a tiempo (que voy a decir, estamos en Alemania), así que cogí todo mi equipaje y me senté enfrente de la salida. Era la salida número dos, así que tenía que pasearme por la mitad del aeropuerto, porque el control de seguridad estaba en el número treinta. Cuando llegué estaba lleno de gente, pero había otro vuelo. Así que pensé que iría en un avión grande porque primero volábamos a Gran Canaria y después a Tenerife. Así que había gente de los dos destinos en el avión. Después de media hora, la salida estaba llena y un miembro del aeropuerto estaba ahí pero no abría la puerta. Alguna gente mayor (casi todos eran gente mayor) empezó a estresarse porque los alemanes (especialmente los viejos) odian los retrasos. Algunos fueron al puesto de información a preguntar si pasaba algo y les dijeron que había un pequeño retraso.

Al final, había un retraso de una hora porque tenían que quitar nieve y hielo del avión. No entiendo por qué nadie miró por la ventana, vio que había nieve y decidió empezar antes a quitar el hielo para evitar retrasos. Pero obviamente la logística que había tras los vuelos era muy complicada y no la entendía del todo. El retraso se dividió en dos fases: primero tuvimos que esperar media hora para embarcar y después, cuando ya estábamos en el avión tuvimos que esperar porque el avión todavía tenía hielo. Finalmente empezamos y teníamos un piloto muy amable que nos explicó todo al detalle. Me relajé y estaba muy cansada, así que la primera parte del vuelo me la tiré durmiendo casi todo el tiempo. La otra parte del vuelo vi una película que pusieron. Iba de un joven que tenía algún tipo de problema psicológico y se enamoraba de una chica. Cuando llegamos a Gran Canaria la mitad de los pasajeros se fueron y el piloto nos dijo que nos quedáramos, ya que solo iban a ser unos veinte minutos hasta que los pasajeros que volvían a Alemania se montaran en el avión y hasta que repostaran combustible. Dijeron que permaneciésemos sentados y que no nos moviéramos. Sin embargo, paso mucho tiempo hasta que la última persona del avión entendió que no moverse significaba no moverse, ni siquiera para ir al aseo. Estaba bastante molesta. Quería ir a casa, a dormir en mi cama. Al final tardamos una hora porque los españoles no pudieron traer algún tipo de papel a tiempo, pero finalmente pudimos despegar de nuevo. Me agobié un poco, porque era domingo y no sabía como iban los autobuses, así que no quería perder el que había visto por Internet. El camino del aeropuerto del sur de la isla hasta el Puerto de la Cruz, que estaba en el norte era muy largo y yo estaba increíblemente cansada.

Hello...ehm Goodbye again - back to Tenerife

Hello...ehm Goodbye again - back to Tenerife

Después de veinticinco minutos en el aire aterrizamos en Tenerife. Antes de eso teníamos una vista aérea de la isla increíble y pude echar unas fotos espectaculares. Estaba contenta de no tener que esperar mi equipaje, así que baje del avión y salí del aeropuerto rápidamente. Todavía tenía veinticinco minutos antes de que llegara mi autobús, así que me senté al sol para descansar un poco. Tenía hambre y sed, pero sobre todo, estaba cansada. Después de un rato el autobús llegó y la gente empezó a pelearse por un sitio. La gran mayoría eran alemanes y había mucha gente, pero igualmente, no podía entender su comportamiento. Me quedé en la cola, ya que no puse mi maleta en el maletero del autobús porque sabía que luego no la iba a encontrar entre tantas bolsas y maletas. Al final (había mucha gente en el autobús) conseguí uno de los últimos asientos y tuve que poner mi equipaje en otro. Después de que otro hombre entrara al autobús, el conductor cerró las puertas (la gente de fuera estaba estupefacta y enfadada) y empezamos nuestro viaje por la mitad de la isla. Como ese hombre tenía que sentarse en el sitio donde había puesto mi equipaje no tenía mucho sitio y estaba muy incómoda. Pero al menos iba en el autobús e iba a llegar a casa pronto. Después de un rato descubrí que el hombre de al lado era alemán porque empezó a hablarme, asumiendo que yo también era alemana. Pero no era algo nuevo para mí. En el Puerto de la Cruz era normal que todo el mundo me hablara en alemán, incluso cuando no sabían de dónde vengo. Así que hablamos un poco sobre cosas generales: qué hacía en la isla, qué él era de Stuttgart, pero trabajaba en Gran Canaria y qué su familia se volvió a Alemania. No paraba de hablar, luego me preguntó por mis estudios, etc. Al principio estaba bien porque el viaje era de dos horas y estaba contenta de poder distraerme, pero después de un rato era increíblemente molesto y por suerte se puso a hablar con el chico británico que tenía a su otro lado. Su inglés no era muy bueno, pero intenté ignorar eso y me puse a mirar por la ventana. Al final se bajó en el aeropuerto del norte de la isla, y tras eso tan solo me quedaba media hora hasta llegar al Puerto de la Cruz. Ya estaba soñando con mi cama y con algo de comer cuando llegue a la parada del autobús. Ahora solo tenía que bajar unas escaleras y casi hubiera llegado. Pero antes pase por un McDonald´s que estaba a una calle de mi apartamento porque tenía mucha hambre y no tenía ganas de cocinar nada. En mi apartamento tiré todas mis cosas en una esquina, fui a mi cama, me comí mi comida rápida y vi un poco la televisión antes de quedarme durmiendo por el cansancio, con la ropa puesta y todo.

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