MILÁN

Publicado por flag- María Alonso Velázquez — hace 4 años

Blog: EL SOMBRERO VIAJERO
Etiquetas: flag-it Blog Erasmus Milán, Milán, Italia

¡Hola viajeros con o sin sombrero!

El destino que os he preparado hoy es ni más ni menos que la popular capital de la moda: Milán. Estoy segura de que muchos de vosotros ya habéis podido disfrutar de la ciudad y sus calles con fachadas que muy difícilmente pasaran inadvertidas. Si tú precisamente aún no lo has hecho, espero que después de leer este post vayas directo y sin pestañear a la página web de tu aerolínea preferida o a la que te ofrezca cómo llegar hasta tierras italianas.

Fui a Milán con alguien especial, alguien a quien quería que Milán siempre le recordara a mí, alguien a quien volver a ver el Duomo dentro de 40 años le llevara a acordarse de mi pálida piel. Así que el viaje tenía un objetivo claro: el disfrute.

Los aeropuertos de Milán están apartados así que por poco pasamos el mismo tiempo en el avión que en el autobús que nos llevaba desde el aeropuerto hasta la estación Central de Milán. Y eso fue lo primero que vimos, la estación, o mejor dicho, UNA SEÑORA ESTACIÓN, que por lo visto es una de las estaciones más grandes de Europa. Nos quedamos anestesiados; Y vosotros ahora intentaréis corregirme diciendo que la palabra que realmente quería utilizar es “extasiados” pero no, fue más allá, anestesiados porque no nos podíamos mover ni dejar de mirar embelesados esa obra arquitectónica.

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Aunque lo fácil hubiera sido coger un metro y llegar al Duomo en cuestión de minutos, decidimos darnos un paseo (si es que a andar durante 40 minutos se le puede llamar “dar un paseo”) hasta nuestro apartamento que según aparecía en las referencias de la web donde lo reservamos estaba bien cerca del Duomo.
Cuando ya a mis manos le estaban saliendo callo de llevar la maleta arrastrando y mi sombrero inquieto había intentado volar en un par de ocasiones nos plantamos en lo que parecía otro mundo, un corredor hacia la gloria o un callejón donde el lujo estaba coronado por una bóveda de cristal que le daba luz a aquello que ya brillaba de por sí solo. ¡Exacto! Me refiero a la Galleria Vittorio Emanuele II, un impresionante pasillo donde el lujo era el rey y las miradas furtivas hacia las prendas prohibitivas de los escaparates eran las reinas.

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Y cuando la galería hubo acabado, casi por arte de magia nos tropezamos con una solemne e imponente catedral de mármol blanco ante la cual la anestesia fue total y entendí que la palabra “extasiados” era la más adecuada para la estación. ¡Exacto! Estoy hablando de la famosa Catedral de Milán, más conocida como Duomo di Milano. Cuando pudimos parpadear, articular palabra y despertar de esa parálisis, supongo que a causa del síndrome de Stendhal, decidimos corroborar que nuestro apartamento estaba a un abrir y cerrar de ojos de la Piazza del Duomo, esto nos permitió ver la obra arquitectónica en todas sus facetas: con más o menos luz, con o sin palomas, abarrotada o sin siquiera un alma.

 

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De Milán me quedo también con la inmensidad de El Castillo Sforzesco, el color verde que nos acompañaba en todo momento en el Parque Sempione y el silencio tan sonoro del Cementerio Monumental de Milán.

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Me gustaría hacer hincapié en esto último, sí, habéis oído bien estuvimos en la necrópolis más conmovedora e impresionante que probablemente veré en mi vida. En principio me pareció una visita un tanto gore que no estaba segura de querer llevar a cabo, pero bueno ya sabéis, nunca digas de esta agua no beberé ni Julio Iglesias no es mi padre. El caso es que nos adentramos en camposanto como quien pasea por el campo y una vez más el señor Stendhal llamó a la puerta de nuestros sentidos para saludar y no marcharse hasta que nuestros cuerpos estuvieron fuera de aquel lugar lleno de obras de arte.

Podría hablarse del Cementerio Monumental como un museo al “arte” libre donde cada tumba, cada escultura, nos cuenta su historia sin hablar.

 

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Además de conocer cada rincón emblemático de la ciudad, nosotros quisimos conocer un barrio que sin tener un punto turístico concreto el barrio entero lo es.
Se trata de Navigli, un barrio con mucho encanto conocido por sus canales y por ser un intento de pequeña Venezia, consiguiendo al menos una estampa dignamente fotografiable como la de los canales venecianos. Merece la pena pasear por sus calles, que lejos de ser tan comerciales como las céntricas, están destinadas al ocio con múltiples establecimientos en los que perderte o ahogarte nadando entre Spritz.

La gente habla de Milán como una ciudad “rápida de ver” porque no le presta suficiente atención a los detalles y prevalece lo meramente superficial, no seas como todos, sé curioso, dale a todo la importancia que verdaderamente tiene.

Por último, me gustaría regalaros algunos consejos útiles para visitar Milán sin morir en el intento:

  1. En los establecimientos donde sirven comida es de lo más normal que te cobren X dinero por cubierto, asegúrate de ser consciente de ese precio antes de pedir, de lo contrario podrías llevarte una puñalada cuando tengas que pagar la cuenta.
  2. Es importante tener en cuenta queen algunas ciudades, como ocurre en este caso, hay que matizar el tipo de agua que queremos, si no al llevártela a la boca puede que te lleves una sorpresa. Así que siempre dejad claro si queréis agua mineral sin gas o con gas.
  3. Alrededor de la catedral encontraréis numerosos vendedores ambulantes que intentarán a toda costa venderos pulseras, rosas e incluso COMIDA PARA PALOMAS. Sí, sí, lo habéis leído bien, como suele decirse, la crisis conlleva un desarrollo creativo para sobrevivir a ella  y hay gente con una imaginación de oro.
    Como os iba diciendo, intentarán venderoslo de una forma un tanto deshonesta, primero os dirán que es un regalo y una vez que habéis aceptado éste os pedirán "una propina", por tanto, no aceptéis ningún regalo (básicamente porque NO lo es) o, en el caso de las pulseras, podéis aceptar la primera que os ofrezcan y al resto de vendedores enseñársela y decirles que ya tenéis una. Fue lo que nosotros hicimos y sin duda es el método más rápido para deshacerte de estas continuas paradas que cuando llevas prisa son verdaderamente molestas.
  4. Si verdaderamente tienes tiempo de sobra y eres una de esas personas que considera que Milán es una ciudad "rápida de ver" desde la estación salen múltiples trenes con destinos muy variados por Italia.  Viajar a Venecia saldría por tan solo 26€ ida y vuelta, visitar Florencia tendría un coste de alrededor de 40€ ida y vuelta e ir al Lago di Como solo 9 € siendo esta una excursión recomendable para pasar el día ya que tan solo está a 50 minutos en tren, aunque la estación desde la que partes sea Cadorna y no la estación Central.
  5. Si te gusta organizar tu viaje con antelación, cuando organices las visitas ten en cuenta la luz del día. Nosotros visitamos Milán en el mes de Noviembre, así que las horas de luz eran las justas ya que a partir de las 4 de la tarde empezaba a oscurecer.
  6. Tened en cuenta que los italianos empiezan a comer a las 12 del mediodía, así que no os demoréis en ir a comer porque puede que os encontréis las cocinas cerradas y os cueste encontrar dónde comer.
  7. Si entre vuestras actividades planeadas se encuentra visitar el Duomo debéis tener en cuenta vuestra forma de vestir, parece increíble que en pleno siglo XXI siga llamándosele la atención a una mujer por llevar falda. Podéis consultar las prendas prohibidas antes de intentar entrar porque puedes llevarte un desagradable comentario de regalo e incluso podrías quedarte sin entrar.

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