Slang mexicano
¡Y bienvenidos a Chilangolandia, la ciudad de los chilangos! No se preocupen por no haber entendido nada de la oración anterior, sólo un auténtico mexicano entendería de qué estoy hablando. “Chilangos” es el nombre que nos han dado el resto de los mexicanos que viven en otros estados del país, a los que somos nacidos en la capital. ¿Por qué? La verdad es que no lo sé. La gente está muy loca.
Cuando se dirigen a nosotros nombrándonos de esta manera, suelen hacerlo la mayoría de forma un poco despectiva, pero la verdad es que para nosotros no representa un insulto como tal. Nadie nunca se ha sentido ofendido por haber sido llamado así.
Lo que suele existir de alguna manera, es cierto “descontento social” entre chilangos y provincianos (los que viven en el resto de las provincias del país), por las brechas económicas que existen ante todo el desarrollo económico que hay en la capital en comparación con otras regiones, que evidentemente será una situación que se da en muchos países y no sólo en el nuestro, así que saben ya lo que quiero decir. De cualquier manera la convivencia entre todos es sana y pacífica, no es como que no se puedan forjar relaciones amigables con las demás personas.
La única razón por la que menciono todo esto es porque siempre que hago amigos nuevos, de otras regiones que no sean la Ciudad de México, me llama la atención que siempre suelen decirme que soy “fresa”. Y bueno, de manera general los de provincia dicen que los de la capital somos muy “fresas”. Sé que de nuevo se quedarán con cara de desconcierto, pero ahora les explico. Alguien fresa para nosotros es alguien creído, presumido. No es que este de acuerdo con esta generalización, pero así nos dicen.
También se le atribuye la característica de ser fresa, (y especialmente para las chicas), a todas las llamadas “niñas bien”. Muñequitas, en fin. Explicarles el significado de alguien fresa a mis amigos españoles fue todo un lío, se los juro. Les causaba mucha gracia escucharme usar esta palabra. Y es que es impresionante que habiendo tantos países de habla hispana, todos y cada uno de ellos tenga sus particularidades en el idioma. Los llamados modismos, que mientras para un país significa una cosa, para otros puede representar algo totalmente diferente.
Una de las mayores satisfacciones que existen (o por lo menos para mi), es encontrar a una persona de tu país cuando te encuentras lejos de casa. Hacer amigos de tu mismo país, pero al otro lado del mundo. Cuando estaba en Italia, para unas amigas españolas por ejemplo, era bastante “equis” encontrarse con más españoles paseando por ahí. Muy entendible, considerando que Europa es un continente pequeño y que la gente de todos los países viaja muy a menudo, así que normal encontrarse con bastantes turistas en todos los países. Pero para mi, a 9000 kilómetros de México, no era precisamente muy común ni normal encontrarme con mexicanos. Conocí a varios en Florencia, sí, pero no me los encontraba a la vuelta de cada esquina, como mis amigas a los españoles, que salían hasta por las coladeras.
Las tres veces que conocí a mexicanos en Florencia fue estando en la calle. Una vez me encontraba en el restaurante mexicano Tijuana, y escuché a un par de chicas hablando con un acento norteño imposible de no detectar. Se trataba de dos chicas regias, que es como se les dice a los mexicanos de Monterrey. Inmediatamente, al oír el acento mexicano me dirigí hacia ellas y empezamos a platicar. Tanto, que terminamos juntando nuestras mesas.
Las otras dos ocasiones fueron literalmente mientras iba caminando. Uno de esos días me encontraba buscando el camino de regreso a casa, a las 2 de la mañana, para ser exacta. Había ido de fiesta con varios extranjeros que recién había conocido y cuando quise volver, me encontré en una zona que desconocí por completo. Fue mientras buscaba llegar a alguna zona conocida, cuando de repente se cruzó en mi camino un pequeño grupo de mexicanos, que buscaban un lugar para seguir pasando la noche. Pasaron caminando a un lado mío, eran muchas las voces las que hablaban y gritaban, pero de no haber sido porque escuché la palabra “wey”, no habría detectado jamás que eran de México, entre tanto ruido. Se me formó una sonrisa en la cara. No por lo borracha, por el gusto de haber encontrado a más mexicanos, así que di la vuelta y les grité a todo pulmón: “¡Wey, espérenme!”. El grupo de chicos se dio la vuelta también para caminar y encontrarse conmigo, algo sorprendidos y tratando de ver en la oscuridad quién era la chica que gritaba.
No recuerdo con exactitud como se dieron las cosas, pero no tuvo que pasar mucho para que nos hiciéramos buenos amigos. Uno de ellos, con varias copas encima, decía conocerme desde años antes. Yo lo único que les dije a todos fue: “¿A donde vamos por unos shots?”. En fin, ¿qué más les digo? La amistad sigue. Con todos y cada uno de los amigos que hice por allá. Mexicanos o del resto del mundo. Graciosamente, me encontré también con varias personas, que al saber que era de México, se dirigían a mi inmediatamente con un: “¡Qué pedo wey!”. Algo que indudablemente me sacaba sonrisas.
Pensar en el significado de nuestros modismos y todo lo que representa para los foráneos el slang de cada país, con maneras muy informales de hablar, es verdaderamente algo muy cómico. Llegué a la conclusión de que lo mejor es no tratar de entender el por qué a ciertos modismos. Nunca lo vamos a entender. No mientras no estemos muy metidos en una cultura y viviendo con su gente. Así que sólo nos queda reírnos y disfrutar mientras conocemos otras frases y formas de expresión. Y créanme que por experiencia les digo todo esto. Alguna vez una compañera de piso, con la que viví en Florencia el año pasado, me dijo lo siguiente cuando iba pasando por su habitación: “¡Bianca no entres, que estoy en bolas!”. Reí como loca. Pero sin estar totalmente segura de qué era lo que me había tratado de decir. De hecho sigo sin saberlo con exactitud, pero supongo quizo decirme que estaba desnuda o en “chones” (una forma de llamarle a los calzones o bragas). Para mi, como mexicana, les juro que escuchar eso fue bastante gracioso. Incluso si se lo platico a mis amigos, también se ríen como si fuera el mejor chiste.
Y lo mismo para los españoles cuando me escuchaban hablar, no podían evitar reírse porque todo lo que salía de mi boca de alguna manera les parecía muy gracioso. Decían sentir que veían una película de otra época, con un lenguaje antiguo. Curioso, porque yo siento lo mismo cuando escucho hablar a los españoles.
En el resto de este post, les mencionaré algunos de los modismos y frases del slang mexicano, que aunque tan sólo se trata de algunos ejemplos, definitivamente son los más conocidos, y graciosos también, para los extranjeros. Esto lo se, porque al ir conociendo gente de muchos países, comúnmente me preguntaban el significado de varias cosas y a todos les parecía muy extraña y chistosa nuestra forma de hablar. Así que con toda la seguridad del mundo, les puedo afirmar que si llegan a escuchar alguna de estas frases, se trata de mexicanos. Sin duda alguna, la expresión mexicana más conocida por los extranjeros es “¡qué pedo!”. Simple, y de una forma entendible para los que no sean de habla hispana, es prácticamente como decir “what´s up!”. Y de igual manera, decir “¿qué onda?”, también una expresión muy común entre nosotros, obtiene el mismo significado. Así que si quieren sorprendernos o simplemente llegar y socializar de una forma más amena y simpática, no duden en usar alguna de estas dos frases.
También habrán oído ya el clásico “no mames”, muy usado por los jóvenes y con un toque vulgar. Así que hay que estar seguros de entender en qué situaciones aplica su uso, para atreverse a decirlo. Según el “feeling” que le den, será equivalente a decir algo como “no hay manera” o “no te pases”.
Algo “cañon” para nosotros es algo difícil, imposible. Algo “cagado”, es algo chistoso. Alguien “pedo”, es alguien borracho. Alguien “pacheco”, es alguien drogado. Se los digo de volada porque no tiene sentido entrar en tema a explicarles con detalle uno por uno. La neta es que ni me pelarían y terminarían jeteándose. Así que mejor voy mencionando cada palabra o expresión en corto, ¿sale? ¿De volada? ¿Pero qué dices, Bianca? Así mis amigas españolas conmigo. Sin entenderme. Quise decir “rápido”, en otras palabras, cuando trataba de apurarlas para irnos. “La neta” es nada más y nada menos que “la verdad”, por suerte con esta frase jamás tuvieron conflicto para entenderme.
Pero, ¿qué es “pelar”? O pelas a una persona, o pelas una fruta, por ejemplo. Si hablamos de personas el significado es escuchar. Así que si alguien les dice “¡peláme!”, no saquen el cuchillo, tan sólo les está pidiendo su atención. Ahora vayamos con una de mis favoritas: jetearse. Es la acción de llevar a cabo lo que más me gusta hacer, después de comer. O a lo que es lo mismo, dormirse. Yo podría decirles que cuando no duermo estoy de jetona todo el día. Y podría resultar un poco confuso, pero en este caso la palabra adquiere otro significado, que quiere decir que estoy de mal humor, pues las “jetas” también las entendemos como las caras que se hacen de manera despectiva y con un mal carácter, ¿saben cómo?
Finalmente, creo que de todo lo que les he mencionado, lo más fácil de captar es el “¿sale?”, que puede verse tal vez como una adaptación mexicana al típico español “vale”. Nada difícil de relacionar, pero la realidad es que ambas formas son muy usadas hoy en día. Jamás terminaría de redactar este post si les dijera el significado de cada frase del slang mexicano, y créanme que me encantaría, pero implica hablarles en un vocabulario muy vulgar.
El resto de nuestras expresiones típicas implica el uso de muchas groserías, que estoy segura si son hispanohablantes ya las conocerán y tendrán alguna idea de lo que quieren decir. Pero considero que lo mejor en este punto es que si quieren conocer un poco más, lo descubran por ustedes mismos viendo algún vídeo o algo así. Si quieren divertirse y reír por un buen rato, sigan mi consejo y no duden en hacerlo.
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