México, te extrañé
Cada día que entro a redes sociales, que escucho el radio o veo la televisión me encuentro con notificas nefastas de mi país. Noticias que me duelen hasta el fondo de mi corazón. Las vengo escuchando desde que tengo memoria, y cada día, pareciera que los mexicanos perdemos la lucha contra tanta tristeza. Es una guerra silenciosa que carcome el alma de nuestro pueblo, una guerra de la que ninguno de nosotros pidió ser parte. No me lo tomen a mal. Jamás me he sentido avergonzada de ser mexicana y jamás lo haré. Esta lucha que nos carcome me hizo darme cuenta del gran espiritu que tenemos. Y es que por cada noticia mala, me he encontrado con personas dispuestas a darlo todo por ver a alguna persona más sonreír. Por no dejar que muera la esperanza. Desde niña siempre he pensado que la gente buena existe. Que esta por ahí, escondida.
Esta en el señor que vende pan dulce en la esquina, en la señora que riega las plantas del parque, porque al parecer al gobierno se le olvidó que existe. Aprendí a amar los pequeños detalles que la vida me da, ya sea, al sentarme con un señor en el autobús de regreso a casa y que me cuente su historia y yo le cuente la mia.
Aprendí a amar los colores y ver el rojo como otra cosa que no sea sangre. Cada vez que veo un Ballet Folklorico y esas mujeres levantan sus faldas al son de la música y parece que vuelan, parece que ellas flotan, y sonríen como si fuera su última presentación.
Aprendí a decirle a mi familia lo mucho que la amo cada día, cada vez que salgo de la puerta porque lo quiera o no, no se si será la última vez que los vea. Y ellos a mí.
Aprendí que no debo juzgar a aquellos chicos que están sentados siempre fuera de su casa viendo a la gente pasar. Los que no son de mi barrio creen que son asaltantes. Pero yo los he visto cuidando gatitos enfermos y llevando las bolsas de las señoras. Sólo porque se visten diferente no significa que sean malos.
Por eso cuando me fui a Portugal sabía que el cambio sería rotundo. Ver a mi abuela con los ojos llorosos decirme adiós en el aeropuerto me partió el corazón. Y antes de irme, mi abuelo me dijo "Aún hay gente buena en el mundo, confía" y eso me dio toda la fuerza que necesitaba.
Llegar a un lugar nuevo con otra cultura, otro idioma, otra forma de vida fue muy divertido, y aprendí tantas cosas... Lo primero que me preguntaban al saber que soy mexicana era sobre la inseguridad. Y yo respondía con todo lo de arriba.
Mi México querido, que gusto estar de vuelta contigo.
PD. Esta es una introducción a mi vida y experiencia ERASMUS.
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