Coyoacán. Parte 1.
La verdad es que cuando he recibido amigos de otros países que vienen a visitarme, siempre entro en conflicto al no saber por dónde empezar el recorrido para llevarlos a conocer. Realmente hay mucho que ver y tantas cosas que hacer. La ventaja que hemos tenido, es que en todas las ocasiones que me han visitado, siempre han venido en veranos, por estancias largas, cuando se tiene todo el tiempo del mundo y con calma se pueden conocer muchos sitios. En todas estas ocasiones no sólo nos hemos quedado en la Ciudad de México, también aproveché que se quedaban suficiente tiempo como para visitar otras ciudades como San Miguel de Allende y Querétaro, que me encantan, e incluso considerando el clima, hemos ido a relajarnos a la playa, en lugares como Acapulco, Puerto Vallarta y Los Cabos. A todo mundo le gusta el sol y la playa, así que venir a México sin pasarse por alguna es como no haber venido, porque tenemos las mejores. Así que obviamente no podíamos desaprovechar estas ocasiones, que por lo menos han sido periodos de 2 semanas, más que suficientes para disfrutar de muchos lugares.
Podrán ya imaginarse, que en la Ciudad de México, al ser tan grande, no pueden no planearse los días si se quieren conocer todas las atracciones culturales. La distancia nos complica mucho las cosas, y más que nada el tráfico. Obviamente todo va a depender de la zona donde decidan hospedarse, pero aún así es preferible organizarse bien. Si vienen por periodos cortos de tiempo, como una semana o menos, nada es más recomendable que organizar cada uno de sus días, empezar los recorridos desde temprano, y saber cómo llegar a cada destino desde antes, porque de lo contrario se puede desperdiciar el día tratando de encontrar un lugar.
Al recibir siempre en casa a mis visitas, he decidido ya siempre iniciar mi tour en Coyoacán, que es la zona donde vivo. Lo más bonito de la ciudad y mi lugar preferido. Es también una zona muy turística. Sábados y domingos siempre hay bastante gente caminando por las plazas de alrededor de la parroquia de San Juan Bautista.
¿Qué hace que me guste tanto Coyoacán? Es un rincón de la Ciudad de México en el que dejas de sentirte dentro de una gran ciudad como tal. El encanto lo tiene porque es como un pueblecito dónde no hay edificios gigantes ni construcciones de esas súper imponentes, sólo se encontrarán con preciosas calles con casas y construcciones coloniales antiguas muy pintorescas, pues estamos hablando de un lugar con historia desde los años 1500, en tiempos de la conquista por el español Hernán Cortés.
A lo largo de estos siglos transcurridos, Coyoacán ha sido hogar de muchos personajes importantes en la historia de México, tanto políticos como intelectuales. Así que es normal mirar a la gente que va caminando, contemplar las fachadas de las casonas, pues muy probablemente se encontrarán leyendo las placas informativas con leyendas que hay cerca de las puertas.
Museos, centros culturales, heladerías, cafeterías, mercados, restaurantes y bares, y muchos otros pequeños locales hacen que la gente se entretenga y pase un buen y largo rato en Coyoacán. El lugar lo tiene todo para gastarse por lo menos un día ahí si van como turistas. De quedarse en la Ciudad de México por unos 4 días, basta dedicarle a Coyoacán uno entero, pero será un día en el que no sólo harán turismo, sino también por la noche se podrán relajar y divertir en algún restaurante o bar de la zona. Y lo mejor es que, estando ya en Coyoacán, no hay necesidad de tomar algún medio de transporte para moverse de un lado a otro, verán que sin problemas podrán moverse caminando porque todos los lugares están relativamente cerca.
Les daré un ejemplo de lo que sería gastar bien sus horas por un día en Coyoacán. Lo ideal sería comenzar el día un sábado desde temprano. Despertar a las 9, darse rápidamente un baño y salir rumbo a Coyoacán para estar ahí alrededor de las 10. Ya será cuestión de calcular tiempos según el lugar donde se hospeden obviamente, pero no puede ser entre semana, porque entonces para estar ahí a las 10 habría que despertarse a las 6 con tanto tráfico que hay. Créanme que yo sólo les doy las opciones más prácticas y cómodas.
En fin, ¿qué tanta hambre tenemos? Seguro que demasiada. Son vacaciones, nos relajamos con la dieta y nos dejamos consentir. El cuerpo quiere algo rico y engordante. El cuerpo exige ir al mercado de Coyoacán. Este es el típico lugar en el que encuentras todo lo que necesitas en situaciones de apuro, se los juro. Comida, disfraces, flores, dulces mexicanos, abarrotes, artesanías, juguetes, piñatas. No sé, lo tienen todo.
Seguramente llegarán aquí y van a querer curiosear entre los mil puestos que hay vendiendo tantas cosas. Definitivamente la mejor época para ir es en octubre y noviembre, cuando todo está lleno de disfraces, dulces y comida de la temporada, como nuestras tradicionales calaveras de azúcar, que son una belleza. Ves tantas de diferentes tamaños y colores tan bonitos, que lo último que quieres hacer es comerlas, porque como adornos son preciosas. Esto y mucho más se ve por aquí.
Elegir el puesto de comida dentro del mercado, no es una elección fácil. Los olores hacen que no nos resistamos y son una fuerte tentación si sólo estas ahí de paso, porque terminas haciendo una parada en alguno para comerte un plato de pozole. O tacos de carnitas. O las dos cosas.
La mayoría de los puestos tienen las mismas cosas, sólo cambia la sazón de cada uno. Quesadillas, tortas, tacos, carnitas, tostadas, consomés y riquísimos calditos. Todos los dueños de los puestos tratarán de convencerlos de sentarse a comer. Y ya verán que son muy insistentes. Si no conocen ningún lugar, el mejor consejo es dejarse llevar por su olfato, confiar en su instinto y quedarse en el que más les apetezca. Así fue como yo dí con mi puesto actualmente favorito, que prácticamente ya es al único al que voy. Ya siempre me dirijo directamente ahí. Venden unas quesadillas de chicharrón con queso, entre muchas otras más, que son mi perdición, así que ya se imaginarán que es aquí a donde he llevado a todos mis amigos a comer. Y no los he decepcionado.
Después de este rico desayuno y de curiosear por los pasillos del mercado sugeriría visitar la casa de Frida Kahlo. Sin problemas se puede ir caminando desde el mercado. En un máximo de 10 minutos ya estamos ahí. Y seguro que han oído de ella. Las cejas más famosas del mundo son de esta mujer, que probablemente sea la pintora mexicana más famosa. Si no saben de ella, les aseguró que visitar “la casa azul”, como es que se conoce donde fue su hogar, en la calle Londres, será una de los puntos recomendados por cualquier mexicano.
Recuerdo de pequeña que cuando fui por primera vez a este museo, se me hacía horrible ver todas las obras de Frida. No entendía por qué las pinturas de esa mujer podían ser famosas si no eran nada bonitas. Hasta crecer y estudiar y conocer más a fondo sobre su historia, fue cuando deje de pensar de ella así, claramente. No es mi pintora favorita, pero creo que absolutamente todas sus obras tienen mucho de su personalidad. Y eso vale mucho. Porque cada una de sus pinturas nos dice algo de ella, nos cuenta una parte de su historia. Y no todos los artistas transmiten eso.
Es bien interesante observar los cuadros de Frida. Solía hacer muchos retratos de ella misma, así como obras que narraban episodios de su catastrófica vida, como su enfermedad, el accidente de tráfico que sufrió, y el aborto de su hijo en consecuencia. Fue a través de la pintura que expresaba la realidad de cómo se sentía. Todo su dolor y la depresión que vivió en un momento dado, lo podemos ver plasmado aquí.
Dicho por ella, esta frase para explicar su arte me gusta mucho: “Se me tomaba por una surrealista. Esto no es correcto, porque yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era mi realidad”. Se me hacen palabras muy fuertes, realmente es para dejarte con la boca abierta después de haber visto sus obras. Lo dejo a criterio de cada quien si ya saben de ella, pero si no, en serio muy recomendable visitar este lugar.
Pero no crean que visitar el museo únicamente implica mirar objetos que plasman depresión y tristezas, podrán observar también varias de sus frases célebres en las paredes de la casa. Como esta que me gusta bastante: “Pies para qué los quiero si tengo alas pa’ volar”. Inspiración pura, ¿qué tal? Seguro que está frase ya la habían oído antes, pero lo que no sabían era que fueron palabras de Frida Kahlo.
Además también podrán observar una pequeña exposición del guardarropa de la artista, que me encanta porque usaba prendas muy tradicionales y se peinaba con trenzas, tal cual como las muñequitas típicas mexicanas. Que por cierto no hay mejor lugar para conseguir una de estas, que en Coyoacán. Son uno de nuestros clásicos “souvenirs” mexicanos. Seguro que en los aeropuertos se encontrarán con locales que las vendan pero a un precio terriblemente caro. Así que no cometan el error de comprarlas ahí.
De hecho Coyoacán es un excelente lugar para hacer las compras de los “souvenirs” para la familia y amigos. Y me encanta la idea de que esto sea la tercer cosa por hacer en nuestro itinerario, ¿por qué no?
A la salida de la casa de Frida, que seguro que nos toma por lo menos unas dos horas estar ahí, nada mejor que ir a chacharear. Se preguntarán qué significa esto. Es la acción de comprar chácharas. Entendiendo por chácharas cualquier tipo de objeto, cositas pequeñas, baratijas, monadas de poco valor. Cosas que infinidad de personas venden en Coyoacán. Al estar paseando alrededor de la fuente de los coyotes en el Jardín Centenario, o alrededor del kiosco en el Jardín Plaza Hidalgo, es inevitable que se acerquen niños y adultos a vendernos chacharitas (diminutivo de chácharas). Separadores, plumas, monederos, juguetes, pulseras y accesorios… La verdad es que nunca sabes con que te puedan sorprender. De repente si tienen cositas monas que dan ganas de comprar, pero si lo que queremos es escoger cosas dentro de una gran variedad de opciones, definitivamente el lugar al que tenemos que ir es al Mercado Artesanal Mexicano.
Se encuentra sobre la calle Felipe Carrillo Puerto, casi frente a la parroquia de San Juan Bautista. Es un lugar donde encontrarán ese artículo mexicano que tanto estaban buscando, en dos pisos llenos de pequeños puestos que venden llaveros, rebozos, accesorios, dulces, blusas y juguetes tradicionales, manualidades y muchas otras cosas más hechas en México obviamente. Incluso hay ciertas piezas de artesanías y prendas de ropa que son traídas de pequeños pueblos de otras regiones del país, como Oaxaca. Aquí siempre nos entretenemos un buen rato. Les advierto que los vendedores no dejan escapar a las personas tan fácilmente, sobre todo si son extranjeros. Ya saben como son los mercados. Cuando te acercas a mirar lo que tiene un puesto, los vendedores mueven cielo, mar y tierra para convencerte de comprar varios de sus artículos. Compras una cosa y te insisten hasta quedarse sin voz por que les compres más. Y normalmente lo logran, porque vaya que he visto americanos con bolsas repletas de cosas. Pero habrá que negociar un poquito con ellos para que nos den su mejor precio si les decimos que queremos llevar varias cosas. En este punto siempre suelen ser flexibles y pueden hacer algunos descuentos.
Una hora por lo menos, seguro que se nos va ahí viendo tanta chuchería (otra forma de llamarle a los objetos, igual que chacharita). Yo calculo que para las 3 o 4 más o menos, ya estaríamos saliendo del mercado artesanal. ¿Coincidencia que sea a la hora de la comida? Bueno, yo me la paso comiendo a todas horas, realmente no tengo horas de comida, pero cuando tengo visitas me comporto y me aguanto, porque soy de pena. En este punto nos vemos estancados entre varias opciones. Visitar algún otro museo, como la Fonoteca Nacional y el Museo de la Acuarela, o ir a comer a algún lugar. Realmente todo dependerá de cómo se sientan. Que tan cansados estén y cuánta hambre tengan, como para aguantar otro ratito de más recorrido cultural, que no crean son lugares pesados de visitar, no son museos enormes como otros que tenemos en la ciudad. De hecho las visitas a estos lugares serían muy rápidas, de máximo una hora. La decisión es suya. Pero aún así, sea como sea, les contaré un poquito de estos dos lugares que mencioné.
La Fonoteca Nacional, ubicada en la calle Francisco Sosa, a menos de 10 años de su inauguración, acoge nuestro patrimonio sonoro y se hizo con el objetivo de “rescatar la memoria sonora del país”. Estando aquí podrán conocer la música mexicana que ha existido a lo largo de las diferentes épocas por las que hemos pasado, así como radionovelas y otros programas que en su momento tuvieron mucho éxito y hoy son historia. Muchas otras curiosidades más podrán ver aquí, y les aseguró que es bastante entretenido. Además, por si han oído el nombre de Octavio Paz, también fue casa de este importante icono mexicano. Poeta ganador al Premio Nobel de literatura en 1990.
El Museo de la Acuarela, se encuentra a tan sólo unos pasos de la Fonoteca Nacional, sobre la calle Salvador Novo. Por eso siempre me gusta recomendar la visita a ambos, porque estando en uno, ya te encuentras prácticamente pisando el otro también. Aquí podremos encontrar obras de patrimonio mundial provenientes de artistas famosos de diferentes épocas, pero todo realizado con la hermosa técnica de la acuarela. Desde los prehispánicos, hasta los contemporáneos. Increíble como los primeros pobladores fueron quienes empezaron a desarrollar esta técnica, que ya podrán observarla destacar sobre diferentes materiales. Merece mucho la pena también.
Tal vez ninguno de estos dos museos sea tan famoso como la casa azul de Frida, pero ambos son prometedores y no van a defraudar a los curiosos que quieran conocer más allá de la antigua casa de la famosa pintora. Estos tres museos son los que más me gustan y personalmente considero que son los que valen más la pena de conocer en Coyoacán. Pero por supuesto que hay más que ver, como el Museo León Trotsky, que fue hogar por unos años y también lugar de muerte, del político ruso por el cual lleva su nombre. A mi porque me encanta la historia también se me hace muy interesante, así que si tienen unos minutos extras en su itinerario podrían considerar esta otra visita.
Es interesante porque León Trotsky llega a México después de que se le concedió el asilo político, pues había sido exiliado de su país. Y aquí, en el actual museo sobre la calle de Viena, que fue su casa por un corto periodo de tiempo, sufrió dos atentados, pues el revolucionario ruso Stalin lo mandó asesinar por estar en su contra en cuestiones de política, consiguiendo tal objetivo hasta la segunda ocasión, en el año 1940. Trotsky llega a México con ayuda de Diego Rivera, quien lo apoyó para conseguir el asilo político, que le había sido negado en otros países como Estados Unidos. ¿Les suena este otro nombre? Diego Rivera fue esposo de Frida Kahlo y es otro importante icono del arte mexicano, pues fue un destacado muralista. Al ayudar a Trotsky a ser recibido en México, también le da hospedaje en la casa azul, donde vivía con Frida. Y es aquí donde empieza mi parte favorita de la historia. Porque ahora Trotsky ya no sólo tenía un nuevo hogar, también tenía una nueva amante. ¿Y quién creen que era? Así es, la mismísima Frida.
Incluso se dice que la razón por la que Trotsky dejó de vivir en la casa azul fue porque Diego descubrió que tenía un amorío con su esposa. Seguro que era medio bruto Diego porque para tardar 3 años en darse cuenta de que Frida le era infiel definitivamente hay que estar muy mal… ¡Pobre! Aunque bueno, ni como defenderlo, pues el tampoco fue un esposo ejemplar. Con decirles que este era el tercer matrimonio de Diego, y que entre sus dos anteriores tuvo varios amoríos, ya se imaginarán lo que le esperaba a Frida. No iba a ser diferente con ella. Es verdaderamente una historia de telenovela, a mi me encanta.
Aquí les dejo unas palabras de Frida (que probablemente sea la frase de la pintora que más me gusta), sólo para que se den una pequeña idea de lo que fue su relación: “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida, uno en el que un autobús me tumbó al suelo… El otro accidente es Diego”. Muy fuerte. Esta historia es verdaderamente un drama. Muchas personas creen que todas estas locuras e infidelidades eran de esperarse en un matrimonio de una niña de 22 años con un señor que le dobla la edad. Literal. ¿Qué le habrá visto Frida al señor panzón y cuarentón de Diego? Sólo ella lo supo en su momento. Diego y Frida se divorciaron después de haber pasado por tantas infidelidades. Sin embargo, tiempo después de la muerte de Trotsky, (y créanme que sigo tratando de entender por qué Frida accedió), se volvieron a casar. Hay personas a las que les gusta sufrir, y luego está Frida. En otro nivel.
En fin, estoy segura de que disfrutarán de hacer este recorrido por las casas de estos personajes, y aún más ya que ahora conocen aunque sea un pedacito de su historia. Y también les aseguro que leer más a fondo sobre sus vidas va a despertar su curiosidad y ganas de visitar estos lugares históricos que en su momento fueron importantes espacios para estas leyendas.
•Bianca
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