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Un fin de semana en Marsella


¡Hola a todos!

En este post os hablaré de mi experiencia con mi hijo Pietro en Marsella, la ciudad más grande de la Francia meridional, capital de Provenza. Los franceses también la llaman "la cité phocéenne" (la ciudad de Phocea), porque fue fundada (en el 600 a. C. ) por marineros griegos de la ciudad de Phocea. Tiene vistas al mar Mediterráneo, más precisamente al golfo de León, por lo que disfruta de los beneficios del típico clima mediterráneo, con inviernos moderadamente fríos y veranos calurosos y con brisa. Las lluvias son escasas y se concentran principalmente en los meses de otoño.

Nuestra visita por la ciudad comenzó desde el puerto viejo, que es la fuente del espíritu de Marsella, con muchísimas lonjas, tiendas de souvenirs y restaurantes que crean un paisaje auténtico. Todo es nuevo y ha sido reconstruido recientemente. Podréis pasar por debajo de un enorme toldo de acero inoxidable con espejos, que ofrece a los peatones perspectivas extrañas de sí mismos y de la ciudad. Es posible cruzar el puerto de forma gratuita, cogiendo un ferry que sale desde el exterior del ayuntamiento.

Un fin de semana en Marsella

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Por detrás del ayuntamiento, en cambio, os encontraréis en el casco antiguo de la ciudad, que se identifica con el barrio "Le Panier", muy característico, con sus tiendas, chicos que van en patinete, mujeres que llaman a sus hijos, artistas callejeros, cantantes, etc. En este barrio se puede visitar la iglesia de los "Accoules " y el complejo de la "Vieille Charitè", un antiguo hospicio que data de 1640, de estilo barroco italiano, magníficamente restaurado, que hoy alberga el Museo de Artes Africanas, Oceánicas y Americanas, el Centro Internacional de Poesía de Marsella y el Museo de Arqueología del Mediterráneo.

Después, podéis continuar vuestro viaje yendo a la plaza de la catedral de Notre-Dame de la Garde, que domina Marsella y desde la que se puede disfrutar de unas espléndidas vistas.

Un fin de semana en Marsella

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El estilo de la catedral es romántico-bizantino y la basílica está coronada por la estatua de una Virgen, llamada Bonne-Mère.

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Para llegar hay una escalinata larguísima. Yo lo hice llevando el cochecito en brazos, con mi hijo encima, durmiendo. Fue muy agotador y una vez terminados todos los escalones..., obviamente, ¡mi hijo se despertó!

No debéis perderos por nada del mundo la imponente Catedral de la Major, que en realidad consta de dos iglesias, la primera de las cuales data del año 1100 (Antica Major) y la segunda (Nuova Major) que fue construida en 1850, cortando la primera por la mitad. Seguramente quedaréis impresionados por los fascinantes mármoles verdes y blancos de los que están hechas las iglesias.

Después de caminar durante un día completo por las hermosas calles de esta ciudad, decidimos degustar algo típico. Elegimos como restaurante el " Chez Loury", que se hizo famoso por el desafío con el chef Rubio. Una camarera no muy simpática nos aconsejó una sopa de pescado (congrio, capón, pez araña, escorpión, sampietro, gallo de mar) y verduras aliñadas con varias salsas, llamada "bouillabaisse". Realmente muy sabrosa y a un precio muy razonable (48 euros la ración entera y 34 euros la ración pequeña), en comparación con otros restaurantes "famosos". Si eres un amante del pescado, ¡tienes que probarlo! Si eliges el plato completo, primero te servirán la sopa de pescado con picatostes y crema de ajo, luego un plato con caldo y pescado fileteado y finalmente un plato con pescado entero, que estaba realmente delicioso y sin duda muy fresco. También son muy buenos los "mejillones a la marsellesa", que se sazonan con tomate (12 euros por una docena de mejillones), y la "tapenade", un aperitivo a base de anchoas, aceitunas, alcaparras y ajos. Pedir una copa de vino (unos 4,50 euros) y un "panisse" para acompañarlo todo. La "panisse" es una focaccia muy sabrosa hecha con harina de garbanzo. Finalmente, hay que rematar con una fantástica degustación de sorbetes con hierbas provenzales, excelentes para acelerar la digestión y realmente especiales: uno con tomillo, otro con albahaca, otro con lima y otro con anís. El punto súper negativo que hay se refiere al coste del cobro del cubierto, que en el recibo era de 3 euros por persona, una auténtica exageración.

Para dormir, podéis elegir entre más de 300 hoteles. El coste de un hotel de 3 estrellas ronda los 70 euros la noche, pero encontraréis muchos hostales con precios mucho más razonables.

Al día siguiente partimos a descubrir las islas Froiul, que tienen una forma irregular muy particular, esculpida por el Mistral a lo largo de los años. Es un pequeño archipiélago formado por 4 islotes, a los que se puede llegar en 20 minutos en ferry. La más famosa y visitada es la isla de If, que alberga un castillo del siglo XVI que fue utilizado como prisión durante muchos siglos y que se hizo famoso por Alejandro Dumas, que lo utilizó como lugar para la detención de su personaje, Edmond Dantès. Las otras islas se llaman: Pomègues (la más grande), Ratonneau y Tiboulen.

Para comer, tomamos un bocadillo en la playa y por la noche confiamos en Tripadvisor para elegir un restaurante en el centro, donde comer, una vez más, cocina tradicional francesa. La elección recayó en el restaurante "O Bidul", con 650 críticas excelentes, 100 críticas muy buenas y 10 de media. El lugar es muy pequeño, pero muy acogedor. Tened en cuenta que solo hay 8 mesas, lo que equivale a unos 20 asientos. Tuvimos la suerte de encontrar dos, sin haber reservado. Os recomiendo hacer una reserva si tenéis la intención de ir allí. El dueño es muy amable y simpático, lleno de ganas de hacer. La variedad de platos no es grande. Hay tres primeros platos, tres platos principales/guarniciones y tres postres para elegir. Si bien, de esta manera, la comida está siempre fresca. Tampoco existen los menús como tales. Los menús están escritos con tiza en pizarras que van alrededor de las mesas a la hora de realizar el pedido. Degustamos tartar con parmesano y especias, un pastel relleno de queso de hierbas, un plato a base de carne y un plato a base de pescado y de postre, un pastel con un corazón de chocolate caliente, aderezado con caramelo y nata montada. Una botella de agua, un poco de pan y una copa de vino. Todo por solo 40 euros. Bastante razonable. Excelente relación calidad-precio.

En resumen, habiendo dicho esto, ¡os aconsejo que os vayáis de inmediato a pasar un fin de semana en Marsella! ¡No os arrepentiréis! Os recomiendo comprar un vuelo de bajo coste en internet con empresas como Ryanair. Buscando bien y reservando en el momento adecuado, encontraréis precios realmente bajos, lo que hará que vuestro viaje fuera de la ciudad sea totalmente factible.

¡Solo me queda desearos un buen viaje y una buena estancia en Marsella!


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