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Estar de Erasmus en Madrid


Reflexiones en frío sobre el Erasmus

Han pasado ya dos años desde que me fui de Eramus a Madrid y si lo pienso me parece una eternidad. Partir no es fácil y volver lo es solo al principio, es decir, hasta que te das cuenta de que se ha terminado una etapa particular de tu vida y que una experiencia similar difícilmente te sucederá de nuevo. Normalmente hay quien lo nota en seguida, yo en cambio necesité varios días para darme cuenta y percibir la diferencia entre la vida que llevaba de Erasmus y la rutina diaria a la que tenía que volverme a acostumbrar una vez terminada mi aventura.

Os anticipo que prefiero otras ciudades a Madrid (¡no me odiéis! ) y que a lo mejor, a diferencia de otros, el Erasmus no me ha cambiado tan profundamente la vida. Y sin embargo, sobre todo con la distancia que da el tiempo, siento que tengo que agradecerme a mí misma el haber tomado la decisión de partir al extranjero durante un semestre universitario. Este Erasmus me ha dado la posibilidad de vivir nuevas aventuras y, por qué no, de afrontar nuevos problemas, de ver nuevos lugares y de cruzarme con nuevas perspectivas, de conocer personas de todo tipo y de darme tiempo para reflexionar sobre mí misma y sobre mis límites.

En resumen, si tengo que dar mi opinión con respecto al Erasmus, no es nunca una decisión equivocada porque en todo caso consigue siempre dejarte algo que antes no tenías. Sé que puede sonar obvio, pero os aseguro que las cosas son realmente así.

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La llegada y los primeros días

Cogí el avión hacia Madrid, acompañada por mi padre, y las 5 de la mañana aproximadamente, así que recuerdo la partida de forma un poco traumática.

Recuerdo también haber pasado los primeros cuatro días junto a una chica de Roma, también Erasmus, buscando desesperadamente una habitación decente donde poder pasar los siguientes cinco meses.

Admito que ni tuve mucha suerte, ni conseguí organizarme muy bien. Aconsejo por tanto a quienes como yo buscan una habitación de alquiler solo desde octubre hasta mediados del semestre universitario (principios de marzo) de ponerse a buscar desde principios de septiembre.

Con "ponerse" me refiero a cerrar lo más pronto posible el tema del alojamiento y por tanto, si es necesario, partir incluso con tres semanas de antelación respecto al comienzo de las clases. Yo me limité a hacer búsquedas desde mi casa y a buscar seriamente (in situ) solo diez días antes de que comenzaran las clases en la universidad. El hecho es que, en muchos casos, el 20 de septiembre ya es tarde para encontrar a alguien que esté dispuesto a darte una habitación libre para solo cinco meses. Para la mayor parte de los arrendadores es mucho más conveniente alquilar a estudiantes que se van a quedar todo el año universitario (hasta junio-julio).

En resumen, la partida no fue de las mejores, pero puedo decir que las circunstancias me pusieron a prueba desde el principio. Esta era una de las muchas cosas que buscaba: encontrar la ocasión para sacar lo mejor de mí.

Tras una semana de búsquedas, horas transcurridas en Idealista (una de las webs más rápidas para buscar casa) y el cambio de dos hoteles, conseguí finalmente establecerme en mi primera casa fija, donde fui acogida por una familia en el barrio de Pinar del Rey, cerca del aeropuerto. Aquí pude recuperar el aliento y empezar tanto a vivir Madrid como a ir a clase con más tranquilidad.

No me puedo quejar del mes que pasé en familia: el padre y los dos chicos fueron muy hospitalarios y mi habitación era un ático fabuloso y amplio. Sé que este tipo de vida "no es muy de Erasmus", pero en situaciones límite es una solución más que aceptable. Además, gracias a esta familia conseguí conocer una agencia que se me había pasado por completo durante mis búsquedas y que justo tenía una habitación disponible.

Es así como a inicios de noviembre me cambié a la que después sería mi (segunda) casa durante los cuatro meses siguientes: un apartamento céntrico y compartido con otras nueve personas!

La vida Erasmus

No hay duda de que la vida Erasmus es muy diferente de la vida a la que todos estamos acostumbrados. Se tiene una libertad casi total y la mayor parte de la gente se va de fiesta a lo loco.

Yo, como persona tranquila que soy, decidí vivir según mis ritmos y exigencias. Como no todos somos iguales y estar de Erasmus no equivale forzosamente a estar de fiesta todo el rato, creo que cada uno debe aprovechar esta experiencia para sentirse libre de hacer lo que prefiera. Todo eso obviamente sin descuidar la universidad, sino adiós a la beca!

Para que os hagáis una idea, mi jornada tipo se desarrollaba más o menos así: universidad, comida, estudio, paseo por el centro, cena, salir a tomar algo y alguna vez a la discoteca. Vale, no faltaban ni siquiera esas noches, durante la semana, en las que me tiraba en el sofá a ver una peli en español con algún compañero de piso. Pero todo ello, en resumen, me iba mejor que bien.

En Madrid cada noche tienes dudas sobre qué elegir, ya que hay eventos nocturnos prácticamente todos los días y no solo el fin de semana. Basta con estar al día en Facebook y seguir las páginas más activas en este campo. El grupo más conocido se llama "Madrid City Life" y todos los días propone un plan fijo. Personalmente, lo que prefería era el meet&speak del jueves por la noche donde, si te apetecía, podías conocer gente de todo el mundo. Como alternativa, dado que el local en el que se hacía estaba lleno, nadie te obligaba a charlar con nadie y por tanto te podías tomar tranquilamente una cerveza sin que te molestaran.

El fin de semana, además de las infinitas posibilidades de pubs y locales en el centro de Madrid, puede unirte a grupos de estudiantes internacionales que organizan noches de discoteca o ir a los diferentes "pub crawl", que son normalmente incluso más divertidos y te permiten conocer gente con más facilidad.

Si eres un poco introvertido, estar de Erasmus no significa que vayas a hacer amistades fácilmente de forma inmediata, pero se puede decir que facilita las cosas. Durante los eventos de los que hablaba anteriormente, así como en la universidad y en el apartamento con los compañeros de piso, es imposible no intercambiar unas palabras y quizás hacer amistad con alguien. Además. tanto los otros estudiantes internacionales como (en mi caso) los estudiantes españoles, tienen curiosidad de los jóvenes de culturas y nacionalidades diferentes, así que si no eres de los que dan el primer paso es fácil que sean otros los que lo den. En resumen, es hasta difícil no abrirse durante una experiencia de este tipo. Yo soy introvertida, pero al mismo tiempo me daba cuenta de tener muchas ganas de conocer y descubrir nuevas personas, diferentes de mí en cuanto a costumbres y mentalidad. Lo que quiero decir es que hay estímulos y novedades por todas partes y dejarlo pasar sería una pena. Hay mucha gente diferente: si alguien no te gusta, tienes otras mil opciones a tu disposición.

El idioma a menuda representa el gran problema que imaginamos. Al principio te sientes inseguro y te da vergüenza incluso decir "buenas noches", pero poco a poco se hace más natural. Lo importante es esforzarse en hablar y escuchar lo máximo posible el resto de idiomas. Lo sé, no es una novedad, pero quizás tendemos a darlo demasiado por descontado. Además, he notado que, teniendo que razonar en base a parámetros diferentes a los míos, conseguía comunicarme de un modo más directo y dar un mayor peso a las palabras que antes.

A partir de aquí, llegamos a la universidad. Es normal encontrarse perdidos los primeros días, tanto por el idioma como por las mil prácticas, planes de estudios y documentos a firmar que tenemos que gestionar para arrancar el Erasmus. Con respecto a esto, pienso que pocos estudiantes internacionales, llegados a un cierto punto, no hayan terminado por decir "ya no entiendo nada". Es normal y nos ha pasado a todos. Solo hay que armarse de santa paciencia, exponer las dudas en secretaría y, en el caso de que no se conozcan directamente otros estudiantes Erasmus a los que preguntar, escribir en las web o grupos de Facebook para pedir consejo.

Las clases en idioma extranjero al principio son bastante traumáticas, es verdad. En todo caso, el profesor debería saber si hay estudiantes que no sean nativos en su asignatura o, sino hacérselo saber vosotros. Se tenéis dudas, no dudéis en preguntar para que os vuelvan a explicar el tema o preguntar si se pueden cargar online transparencias que os ayuden a orientaros mejor. Vale, si estáis realmente perdidos organizaos de forma que os podáis sentar al lado de alguien espabilado, del que podáis copiar las lecciones sin demasiados errores.

En mi opinión, la universidad española no prepara mucho desde el punto de vista teórico, pero lo compensa dando la posibilidad de ejercitarse mucho en el plano práctico. Todas las asignaturas a las que he ido se dividían en algunas pruebas escritas y en una práctica a hacer en grupo. Admito que al principio no era muy entusiasta de la idea de vincularme a otros estudiantes, pero si estás con las personas idóneas se hace útil desempeñar un trabajo de este tipo. Obviamente es un método que tiene sus pros y sus contras, pero quizás más universidades italianas deberían tenerlo en consideración.

Por último, añado un par de cosas sobre la vida "compartida" con los compañeros de piso. Si os encanta la tranquilidad o por la noche sois particularmente sensibles a los ruidos, tener en cuenta una cosa: el silencio total existe solo el domingo por la mañana. Esto también es cuestión de acostumbrarse. Los primeros días las conversaciones y ruidos del resto de chavales harán que os volváis locos, pero con el tiempo conseguiréis tolerarlos.

Yo también he tenido momentos en los que creía que me iba a volver loca, el ruido en plena noche me fastidia. Lo importante es encontrar un equilibrio y hablar con los "fiesteros" de turno. Normalmente, a menos que sean personas horribles, intentarán entenderte y obviar el problema, quizás bajando la voz (o la música) algún decibelio. Es absolutamente necesario conocerse los unos a los otros.

También la limpieza de casa a menudo representa un problema. Todavía tengo grabada en la memoria la imagen de la pila de platos sucios amontonados en la cocina y los sacos de basura esperando ser sacados a la calle. Yo y mis compañeros de piso habíamos elaborado una especie de turnos semanales en base a las tareas a realizar para tener el apartamento en un estado presentable. La idea es buena aunque no siempre funciona al 100% y de vez en cuando hay quien olvida sus propias tareas (o simplemente, le da pereza hacerlas).

La palabra clave vuelve a ser "capacidad de adaptación". El resto es todo ir cuesta abajo, o casi.

Visitar Madrid

Gran parte de las atracciones de Madrid (un poco como en todos sitios) se encuentra en el centro de la ciudad que, en mi opinión, se puede visitar tranquilamente a pie. Recuerdo que para moverme durante el día no tenía grandes problemas en "recorrer kilómetros" por las calles y paseos de la ciudad. Como alternativa, el metro está muy bien organizado: cubre todas las zonas de mayor importancia y raramente tiene retrasos. Es posible elegir entre diferentes abonos bastante baratos, como por ejemplo el mensual por solo 20 euros para los menores de 26 años, que incluye también otros medios de transporte como el autobús.

El centro de Madrid por excelencia se identifica en la Puerta del Sol. Aquí está el km 0 de la red de carreteras española, una estación de metro enorme, varios edificios de importancia histórica, el famoso cartel luminoso de "Tío Pepe" y la estatua de bronce del Oso y el madroño, símbolo de la ciudad.

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Desde aquí, moviéndonos en dirección al Palacio Real, encontramos la Plaza Mayor, considerada la plaza más bonita de Madrid. Rodeada por fachadas de edificios antiguos, la Plaza Mayor cuenta también con un número desproporcionado de bares y restaurante, entre los cuales el "Sobrino de Botín", el restaurante con el récord Guiness por ser el más antiguo del mundo.

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Continuando hacia el oeste, entramos en la zona de Palacio Real, que permanece como uno de mis lugares preferidos de la ciudad. El palacio es todavía la residencia oficial de la familia real española y es gigantesco: da una idea de la grandeza y de la suntuosidad de los nobles que a lo largo de la historia se han sucedido. El palacio se proyecta sobre la Plaza de Oriente, decorada con setos, arbustos y una seria de estatuas que representan los quince reyes españoles del período de la Reconquista. Al lado del Palacio encontramos el Campo del Moro y los jardines de Sabatini, ambos muy bien cuidados y llenos de estatuas y fuentes monumentales. En las inmediaciones encontramos también el Teatro Real y la Catedral de la Almudena. Esta es la zona denominada "Madrid Imperial" y tiene un encanto único.

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Subiendo hacia el norte nos encontramos con la estación de Príncipe Pío. En frente de esta está la Casa de Campo, un parque inmenso (incluso cinco veces más grande que Central Park), que propone varias atracciones como el teleférico, el zoo, etc. Nunca he tenido la ocasión de visitarlo, aunque como compensación he podido dar largos paseos en los cercanos Parque del Oeste y Templo de Debod. Este último es un templo egipcio rodeando por una bañera de agua, a la que se puede acceder por medio de varias pasarelas. Por la noche está iluminado, creando un efecto inspirador.

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Adoro mucho también esta parte de Madrid: es tranquila y tiene un encanto particular. Cada uno tiene sus zonas preferidas, donde por alguna extraña razón se siente como en casa. He caminado muchas veces desde aquí por las calles que llevan hasta la Ciudad Universitaria, que es donde he estudiado Comunicación Audiovisual durante cinco meses. Se trata de una caminata de una media hora, así que normalmente prefería hacerlo con mayor tranquilidad a la vuelta de clase.

Al lado del Templo de Debod se encuentra la Plaza de España con sus edificios altos (Torre de Madrid y Edificio España), la fuente y la estatua de Don Quijote y Sancho Panza. Cuando hay sol es relajante sentarse en un banco observando los edificios de alrededor, mientras que de noche se pueden admirar las luces de la cercana Gran Vía. Esta larga calle, también conocida como la "Broadway madrileña", parte de la Calle Alcalá para llegar hasta la Plaza de España. De noche me encanta, porque efectivamente pareces estar en una especie de gran metrópolis tipo Nueva York. Está custodiado por cines, tiendas, hoteles, bares y restaurantes de varias cadenas comerciales. Entre los muchos edificios sobresale el Cine Callao, un cine de los años 20 y sede de muchos estrenos cinematográficos, el Metrópolis y el Círculo de Bellas Artes.

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Dignos de mención son también los barrios de Malasaña y Chueca, en los años 80 centro de la movida madrileña. Son muy alternativos y ruidosos, sobre todo de noche. Más que discotecas, aquí hay más que nada pubs, locales (muy particulares) y tiendas de todo tipo (es famosa por ello la Calle Fuencarral).

Bajando hacia el este, nos encontramos con la Plaza de Cibeles, uno de los lugares más simbólicos de Madrid y nudo de las líneas de autobús. En el centro de la plaza está la fuente sobre la que está esculpida la diosa griega Cibeles.

Desde aquí se puede subir ligeramente, entrando al barrio de Salamanca que no conozco mucho. Los monumentos que podemos encontrar en esta zona son la Puerta de Alcalá, la Biblioteca Nacional y el estadio Berbabéu. Este último representa para muchos la primera etapa a efectuar una vez llegas a Madrid. En mi lo que a mi respecta, ha sido probablemente la última cosa que he visitado antes de volver a casa (lo sé, no soy una apasionada del fútbol).

Yendo en dirección opuesta, desde Cibeles se puede tomar el Paseo del Arte, es decir, el paseo que va paralelo al parque del Retiro, y llegar al museo del Prado, a la estación de Atocha o al museo Reina Sofía.

El Retiro durante los días laborales es muy relajante, pero se llena de gente el fin de semana, sobre todo los días que hace bueno. La gente va al parque para pasear, hacer deporte o simplemente hacer un picnic. Como se encontraba cerca de mi apartamento, a menudo iba a correr con música y de vez en cuando me paraba para disfrutar algunas vistas. El palacio de cristal era mi preferido, pero me encantaba también pararme a observar el lago frente al monumento a Alfonso XII y las exposiciones dentro del palacio Velázquez.

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El Museo del Prado está prácticamente pegado al parque. Dentro es grandísimo y es casi imposible no perderse, Los cuadros son sobre todo de los siglos XV y XVI español, pero se puede encontrar obras clásicas de todo el mundo. A mi me gustó mucho El Jardín de las Delicias del Bosco y el ala dedicada al arte flamenco. Continuando hacia delante nos encontramos el Caixa Forum, conocido sobre todo por la pared vegetal, y el Museo Reina Sofía que, a diferencia del Prado, alberga solo arte moderno y contemporáneo. La obra de arte más importante que podemos encontrar es el Guernica de Picasso, junto a otras obras cubistas y algunos cuadros de Dalí, Magritte, etc.

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La estación de Atocha surge a pocos metros del Reina Sofía y, a parte de ser muy bonita desde el exterior, en el interior alberga también una especie de jardín tropical, con un laguito y tortugas.

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Llegados a este punto, completamos la vuelta por el centro moviéndonos al oeste, hacia los barrios Lavapiés y La Latina. No hay particulares puntos de interés, pero son dos zonas multiculturales e interesantes para dar una vuelta por la tarde. Además de la medieval Plaza de la Paja y la iglesia de San Francisco el Grande, uno de los puntos de interés principales es El Rastro, es el mercadillo más famoso de Madrid, que el domingo por la mañana es invadido por la gente del lugar.

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Dónde salir

Ya lo hemos comentado: en Madrid hay mil opciones en lo que respecta a sitios guays donde poder ir a bailar, tomar una copa o simplemente charlar tomando unas tapas.

Durante el día podemos encontrar cualquier tipo de bar o restaurante; los pubs en general abren sobre las 20h para cerrar (también los fines de semana) sobre las 2 de la noche y los locales nocturnos empiezan a llenar a partir de medianoche, quedando abiertos hasta las 5 de la mañana.

A los españoles, y a los madrileños en particular, les encanta "ir de tapas", tanto para comer como para cenar. Se corresponde un poco con nuestro aperitivo, solo que en este caso las tapas (pequeños platos de todo tipo) se pagan en "raciones" y no hay por tanto un precio fijo como sucede en nuestros buffet de Italia. Los bares de tapas están a menudo llenos, así que se termina comiendo de pie alrededor de una mesita, creando un ambiente muy informal.

Las bebidas que podemos pedir son de todo tipo, aunque la cerveza (la Mahou es la más famosa de España) no está entre las más renombradas de Europa. Es típico el tinto de verano (muy similar a la sangría) y cocktails de todo tipo como el Mojito madrileño.

Obviamente en cinco meses de Eramus ha sido imposible probar todos los locales famosos del centro, así que hablaré solo de los que conozco y de los que me acuerdo mejor.

Comenzando desde la zona de Plaza Mayor el primer sitio que me viene a la mente es la famosa Chocolatería de San Ginés, sitio por excelencia de los llamados "churros con chocolate" (bastoncitos de pasta frita con una taza de chocolate caliente). Se va normalmente para tomar el desayuno, pero el bar está abierto prácticamente todo el día. En las cercanías encontramos también el Mercado de San Miguel, un edificio de cristal y hierro de principios del siglo XX. En su interior se puede encontrar puestos gastronómicos de todo tipo, pero que sobr etodo ofrecen degustaciones típicamente españolas de jamón, pescado, carne y vino. Su único defecto es lo sobremasificado que está: pedir algo es un problema y lo es también encontrar un sitio donde sentarse a comer. Un poco menos masificado está el característico Museo del Jamón, en el que nos encontramos ante una infinita selección de jamones. Los precios son accesibles y con tres euros de bocadillo te las apañas perfectamente para comer. En calle Arenal, la calle que va desde puerta del Sol a Ópera, se encuentra la discoteca Joy Eslava, que antes era un teatro. Es uno de los lugares fundamentales de la noche madrileña, de hecho se pueden encontrar tanto turistas de todo el mundo como gente del lugar. La cola a la entrada es a menudo larga, pero al menos una vez vale la pena ir. Es muy bonito también el Café de Oriente que da a la Plaza de Oriente y al Palacio Real; los precios aumentan un poco respecto al resto, pero te puedes permitir tomar un desayuno sin gastar una fortuna. Alrededor de la Plaza Mayor (pero no solo) hay muchos bares que preparan el tradicional bocadillo de calamares a muy buen precio. No puedo juzgarlo como se merece porque no como pescado, pero si quieres comer algo verdaderamente típico este es el sitio indicado.

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La cercana zona de Sol y Santa Ana está llena de pequeños locales y bares, repletos de día y de noche. En esta plaza te puedes relajar en las terrazas (mesas al aire libre), como por ejemplo en Lateral, donde se puede comer buenas tapas o asistir a un evento muy característico en el Tablao Flamenco de Villa Rosa, con su fachada revestida de azulejos pintados a mano. También en el interior de Plaza Santa Ana, es muy típico probar el Mauna Loa, un cocktail bar de estilo hawaiano que sirve comida y bebida particular, entre la que destaca el "volcán" del que sale humo. También El Imperfecto hay que visitarlo, cosa que yo por desgracia no he hecho. Os lo aconsejo porque dentro, solo viéndolo desde fuera, es muy chulo. El local está decorado con lucecitas, posters, guirnaldas y cachivaches de todo tipo y, según parece, hacen muy buenos cocktails. Si lo que se busca es un sitio más refinado, podemos optar por el Café del Príncipe en los aledaños de Sol. No me acuerdo exactamente del nombre del resto de locales en los que estuve, pero son realmente muchísimos. La discoteca de la zona de la que mejor me acuerdo (Madrid City Life organiza allí las noches del viernes) es el Moondance. El sitio es tranquilo y sin grandes pretensiones; la música es más bien comercial.

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Desde la Plaza España y a lo largo de la Gran Vía se suceden sobre todo las cadenas de bares, como la Cervecería la Sureña y el 100 Montaditos, ambas cervecerías muy juveniles y baratas. El 100 Montaditos en particular (ahora presente también en varias ciudades de Italia) está esparcido un poco por todas partes en Madrid, y presenta un menú con una variedad de cien bocadillos diferentes con un coste que varía entre 1 y 3 euros. Me encantaba sentarme en una de las mesitas de la Gran Vía y disfrutar los montaditos acompañados de un vaso de cerveza. Por lo general, con cinco euros te las apañas perfectamente, quitándote el hambre durante un buen rato. Por la zona me acuerdo también del Soho Club, en el segundo piso de un edificio con vistas a la Plaza España. Nunca he comido allí, pero las bebidas están buenas y el ambiente es relajante y elegante. Madrid City Life organiza allí las noches del jueves, en las que es posible hablar y conocer otros estudiantes internacionales. Subiendo por Gran Vía en dirección a Plaza de Cibeles nos encontramos con el conocido Museo Chicote, un bar histórico famoso por sus mojitos.

Un poco más adelante finalmente llegamos al Círculo de Bellas Artes, cuya azotea del último piso ofrece el espectáculo de Madrid desde lo alto. Me parece recordar que había que pagar, pero en cualquier caso no cuesta más de tres euros y vale la pena subir. También existe la posibilidad de sentarse en el bar y pedir bebidas de todo tipo, pero los precios son un poco más altos de lo normal.

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Si desde Gran Vía se continúa hacia el norte, entramos en el barrio alternativo de Malasaña y en el barrio gay de Chueca. Ambos ofrecen bares y locales muy particulares. Los primeros que me vienen a la menta son el Coconut Bar, con colores llamativos, y el Ojalá, absolutamente recomendable. En este último, el suelo está recubierto de arena y la atmósfera que se crea entre luces y cocktails es realmente única. En el mismo estilo tendríamos también El Jardín Secreto, que me han aconsejado insistentemente, pero que al final no conseguí ver. La Vía Láctea en cambio manitene todavía intacto el estilo rockero y alternativo del Madrid de los años 80, como se ve en las paredes tapizadas de posters y imágenes de iconos rock españoles e internacionales. Un bar para relajarse o trabajar con el ordenador es La Bicicleta, que ofrece un ambiente tranquilo y luminoso. Para comer aconsejo El Tigre, quizá uno de los bares de tapas más conocidos entre los jóvenes y, por eso, bastante abarrotado. Por lo que recuerdo, te ofrecen un cierto número de platos en base a la cantidad de cañas que pides. Es difícil encontrar sitio para sentarse y es por tanto muy probable terminar comiendo alrededor de una mesita (al más puro estilo madrileño). Para probar la mejor comida se puede intentar ir al Mercado de San Antón, evitando las horas punta. Como el Mercado de San Miguel, también los puestos de dentro ofrecen platos variados y procedentes de todo el mundo. El sitio es muy bonito y se encuentra en el primer piso, así que si te apetece puedes subir a la terraza que lo rodea a observar las calles de Malasaña desde lo alto. En cuanto al barrio adyacente de Chueca, no puedo decir que lo conozca bien, pero los bares con los que te encuentras por la noche son verdaderamente glamourosos. Estuve con un amigo en el Liquid y el ambiente era muy sofisticado, con luces azules y plantallas de televisión en las que se ven videoclips musicales. Ah, la clientela es 99% masculina.

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El barrio del Retiro no es muy famoso por la diversión nocturna, exceptuando Kapital, una de las discotecas más grandes y famosas. Dentro es enorme: siete plantas de música, géneros y gente completamente diferentes. La entrada normalmente cuesta 20 euros, pero la cola por desgracia es inevitable y a veces requiere incluso más de media hora de espera. Discotecas a parte, para comer en la zona es muy famoso el Estado Puro, un bar de tapas de diseño moderno y con precios bastante reducidos. En cuanto a mí respecta, durante la semana tenía pocas ganas de cocinar, y a menudo iba a pedir comida para llevar a la cadena Tako Away. Viviendo en la Calle Atocha, iba al que esta cerca de la Estación de Atocha, pero la cadena está desperdigada por varias partes de la ciudad. Se puede elegir un menú con nachos, tacos (u otra comida mejicana) y una bebida a elegir por solo 5, 50 euros. Si existiese también en Italia lo asaltaría directamente.

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No iba muy a menudo a la zona de La Latina y Lavapiés, así que no tengo mucha experiencia en estos barrios. En realidad, el sitio está llenísimo de bares de tapas y locales bonitos que probar. Uno de estos es el Delic, que se encuentra en la particular Plaza de la Paja y no está nada mal para tomar un cocktail. La Taberna Antonio Sánchez ofrece un ambiente característico con un banco de madera y platos típicamente madrileños. Solo me ha pasado por allí a tomar un par de tapas y un vermú, pero lo poco que he probado estaba buenísimo. En la calle Cava Baja encuentras de todo para comer y más. He oído hablar bien del Melo's, famoso por sus bocadilos con jamón y queso fundido, y de La Chata, otro local muy típico.

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Por último, he dado alguna vueltecilla por los locales de Moncloa, el barrio al norte del centro donde se encuentra Ciudad Universitaria. Muy particular por la noche es El Chapandaz. Dentro parece realmente que estás en una cueva y se puede pedir la "bebida de la casa", la llamada "leche de pantera" (bueno, pero demasiado dulce para mi gusto). Aparte de esta, como discotecas chulas está también el Mitty (donde ponen demasiada música comercial) y el Star Coyote

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