Por qué estoy aquí
No soy una persona religiosa, y aunque creo en Dios, o más bien en algo divino, una inexplicable fuerza que nos guía y a la que llamamos Dios, no sigo ninguna religión en particular. Creo firmemente en algo diferente sin embargo: el destino. Destino, intuición y karma. Y creo que aunque algunas veces estemos perdidos o elijamos un camino equivocado, si estamos destinados a algo, al final llegaremos ahí. Probablemente te estés preguntando por qué te estoy diciendo todo esto. Bueno, pues aquí viene la respuesta.
La oportunidad de ir a estudiar a Madrid surgió cuando estaba en un momento
de mi vida realmente malo. Tenía una depresión tan grande que francamente ni siquiera me sentía vivo. Y realmente no tenía ninguna esperanza de que mi vida fuera a mejorar. Estoy seguro de que muchos de vosotros habéis pasado por lo mismo en algún momento de vuestra vida. En mi caso, todo se debía a un chico. Un hombre al que amaba tanto que no podía imaginar mi vida sin él. Pero de repente ya no estaba y después de romper con él había un vacío en mi vida. Todos esos momentos que pasamos juntos, todos los planes de futuro que hicimos, todo ello se desvaneció. Las cosas cambiaron. Todo cambió. Y si estás tan acostumbrado a algo es realmente difícil adaptarte a un cambio tan repentino. Francamente, no iba a estudiar este año. Terminé la carrera en julio, y planeé tomarme un año sabático, viajando con él durante unos meses y después encontrar un trabajo y empezar a vivir por mi cuenta, independizándome de mis padres. O más bien ir a vivir con él. Pero como ya no estaba, hacer todo esto carecía de sentido. Y en realidad no me sentía con ganas de hacer nada de nada, excepto llorar en mi cama durante todo el día. Hasta que un día mi teléfono comenzó a sonar. Me di cuenta de que era una llamada de un número español, pero no le di demasiada importancia. En aquellos días, en realidad no le prestaba mucho atención a nada en absoluto. Una voz masculina me saludó cuando lo cogí.
- Hola, ¿es usted la señora Karolina? Le llamo de la escuela "X" de Madrid, porque envió una solicitud para recibir más información sobre nuestros programas. ¿Es así? - preguntó, hablando inglés con este divertido acento español que tienen todos. ¿Madrid? pensé para mí misma, no recuerdo ni siquiera haber aplicado a ninguna escuela de Madrid... pero entonces me acordé - quizás envié una solicitud cuando aún estaba buscando una escuela en el extranjero para hacer mi máster en Enero... así que le dejé que me explicara todo lo que ofrecían y después le dije que no estaba muy convencida de estudiar este año, asegurándole que cuando estuviera lista para retomar mis estudios tendría en cuenta su escuela.
Al día siguiente, me levanté sabiendo que no podía continuar así para siempre y que debía hacer algo en vida que llenase ese vacío, algo que que había soñado con hacer desde que volví a mí país tras haber finalizado mi Erasmus en Murcia. Largarme otra vez. No le di muchas vueltas a la llamada del día anterior, pero cogí el teléfono y llamé a esa escuela con una repentina emoción. Me respondió el mismo chico. Pregunté si seguían teniendo plazas libres para el periodo de Octubre. Me dijo que sí y que tenía que enviarle todos los documentos pertinentes tan pronto como fuese posible para que pudiese presentar mi candidatura en la reunión de la junta que tenía ese mismo día más tarde. Así que lo hice. Sin saber realmente por qué ni en lo qué me estaba metiendo exactamente - lo hice. Unas horas después me llamó para decirme que estaba dentro.
Esa llamada era una llamada del destino. Y honestamente, apareció cuando más lo necesitaba. Por supuesto, tuve que empujar a la suerte - Tuve que decidir si iba a tomar esa oportunidad o no. Pero no tenía nada que perder. Podía quedarme en casa sin hacer nada y siendo miserable o bien arriesgarlo todo y hacer lo que sentía que tenía que hacer. Mi intuición me dijo que fuera a por ello. ¿Sabes esa vocecita dentro de tu cabeza que te susurra cosas y nunca te deja solo? Eso es la intuición. Y cuando haces algo que no es realmente bueno para ti, o que no pega con tu manera de ser o con lo que defiendes, te molesta tanto que se suena más y más fuerte cada día. Pero si la escuchas - entonces te sientes satisfecho. En paz contigo mismo y con el mundo. Así que así es como me deshice de ese sentimiento de vacío...
Y esta es la historia de cómo llegué a Madrid. ¿Tenía miedo? Sí, lo tenía. Lo tenía, porque no sabía lo que me esperaba. Y normalmente lo que esperamos es lo que nos acabamos encontrando al final. Yo encontré una escuela llena de gente maravillosa de todas partes del mundo, una ciudad hermosa que está llena de vida y una mezcla cultural que nunca me imaginaría que encontraría. Nunca jamás. Por no mencionar todas esas cosas emocionantes que me sucedieron, pero eso es otra historia.
En cuanto al miedo, bueno, somos todos humanos. Y los seres humanos siempre tienen miedo del cambio, de lo que no conocen. Es perfectamente normal, pero algunas personas no son capaces de superar ese miedo y prefieren quedarse en un lugar seguro, con su vida diaria incluso aunque no sean felices con ella, en vez de hacer lo que sueñan con hacer. Y creedme, es una sensación increíble. Escuchad con atención a vuestro corazón y seguid su voz - ¡os llevará exactamente a ese lugar al que pertenecéis! y no lo penséis demasiado - analizar demasiado las cosas no ayuda. Solo te hacer sentir más confuso e inseguro. Las mejores decisiones se toman sin pensar demasiado, porque todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Aunque sé razonable, no te estoy diciendo que no tengas cuidado y que no reflexiones... tan solo aprovecha la oportunidad cuando la tengas delante, porque todas las decisiones que tomamos pueden cambiar nuestras vidas de manera significativa.
Gracias a haber tomado esa oportunidad, mi vida dio un giro de 180º, y es lo mejor que me podía haber pasado.
Me encanta Madrid. Me encanta el olor del aire, el sonido de sus calles ajetreadas, su clima y su gente... No puedo ni imaginarme una sola cosa que no me guste de ella, y eso no quiere decir necesariamente que no las haya. Solo significa que no me importan.
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