Nochevieja en Londres (parte II)

Nochevieja

Quedamos temprano en la estación de siempre con el novio de Emily y sus amigos hindús. Había mucha gente intentando entrar en vagones llenos. Eran más o menos las 22:00 y como luego descubrimos, ya era muy tarde. Después de todas las presentaciones y la charla trivial, nos subimos al tren en dirección al centro. Cuando salimos, las calles estaban llenas. Había policías en cada esquina, el tráfico estaba cortado y no había coches, solo un tumulto de gente que iba hacia los puentes. Queríamos ir al puente de la Torre, que es el sitio con mejores vistas, pero llevaba ya un par de horas cerrado. Seguimos las instrucciones de un policía y fuimos a uno de los puentes que seguían abiertos. Nos costó mucho llegar y hasta tuvimos que separarnos por la cantidad de gente que había. Así que Emily, su novio y yo, nos tuvimos que parar a esperar a sus amigos, hasta que por fin encontramos un buen lugar para ver los fuegos artificiales sobre el Big Ben.

Nochevieja en Londres (parte II)

Nunca había visto tantísima gente junta. Podías oír todos los idiomas que te puedas imaginar, había gente de todas las nacionalidades y colores, de todas partes del mundo. Nos pegamos como pudimos a las vallas y nos hicimos fotos con un grupo de adolescentes estadounidenses que teníamos al lado. El espectáculo empezó y fue increíble. No lo podíamos ver bien del todo, solo a lo lejos, pero aun así era genial. La próxima vez sería genial verlo de cerca, pero para eso tienes que llegar al puente de la Torre muy temprano para encontrar sitio antes de que cierren la entrada. Los fuegos artificiales de toda clase de colores y tamaños iluminaban el cielo y al fondo se veía el London Eye cambiando de color, hasta que llegó la cuenta atrás para dar la bienvenida al nuevo año. Brindamos con lo que fuera que teníamos para beber, nos abrazamos y deseamos que la próxima Nochevieja sea tan genial como esta. Espero que así sea y que todo lo que deseamos en esos últimos diez segundos del año se cumpla.

Os puedo decir una cosa: aquella noche fue una locura. Cuando todo terminó, buscamos alguna estación de metro abierta (porque no todas lo estaban). Me di cuenta de que las calles estaban sucias y llenas de basura, latas de cerveza, botellas de vodka, bolsas de patatas vacías... Y de gente. Gays, travestis, punks, hippies, de todo. Y la omnipresente policía intentando controlar lo incontrolable.

Fue la mejor Nochevieja de la historia.

Nochevieja en Londres (parte II)

Tercer día

Al día siguiente, los tres quedamos en la misma estación y esta vez fuimos a Piccadilly Circus y a Soho. Ya estaba oscuro cuando empezamos nuestra excursión porque después de la fiesta de la noche anterior, nos habíamos levantado tarde. Piccadilly era increíble con todas las luces, la gente y los taxis y autobuses rojos. Me recordaba a Times Square en Nueva York, solo que más pequeño. Fuimos al barrio de Soho, que antes era famoso por sus tiendas y cines eróticos, pero que ahora se había vuelto un barrio de moda con restaurantes y tiendas elegantes y pequeñas oficinas. Por supuesto, pasamos por delante de un bar gay (con una bandera arcoiris ondeando junto al nombre) y tuvimos que resistirnos a entrar solo por curiosidad. Después, dimos un paseo por Chinatown, llena de gente, restaurantes y letreros chinos. Me sentía como si me hubiera teletransportado a Pekín. Para terminar el día, fuimos a Trafalgar Square a ver el famoso Árbol de Navidad y la Columna de Nelson, vigilados por cuatro enormes leones.

Nochevieja en Londres (parte II)

Cuarto día

En mi último día en Londres nos lo tomamos con calma. Desayunamos en Subway de nuevo y quedamos con el novio de Emily para ir al estadio O2 Arena. Estaba vacío, pero mereció la pena ir a verlo y escuchar la historia de Emily sobre la vez que vio a Fergie por el pasillo. También fuimos a Harrods, que está junto a Hyde Park y que como sabréis, es uno de los grandes almacenes más caros del mundo. Pero es impresionante, con tanto lujo y cosas caras. Fuimos a ver el altar en memoria de Diana y Dodi, que también está allí, lleno de flores y velas encendidas. Evidentemente, no compré nada.

Volví a Polonia al quinto día, después de una conmovedora despedida a mis amigos y a la encantadora ciudad de Londres. Fue una experiencia alucinante y espero volver a Londres algún día.


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