De viaje a Macedonia
Si habéis leído recientemente algo de lo que he publicado, sabréis que ahora mismo estoy de Erasmus en Noruega. Y entonces os preguntaréis (la pregunta del siglo): ¿entonces por qué vas a escribir sobre Macedonia? Pues porque tras estar 4 meses en Noruega, con la nieve hasta las rodillas, ni un solo día soleado y a -10 ºC siempre, me han entrado ganas de ver el sol. Y por eso me he ido con mis 4 compañeros de piso del 12 al 16 de abril de 2018 a Macedonia. Tenéis que entenderme, ¿cómo iba a resistirme si tenía el billete desde Budapest a 17 €?
No es un destino muy común. Para que os situéis un poco, Macedonia está al norte de Grecia, aislada en medio de los Balcanes, por lo que no, no tiene mar. Es un país de relieve montañoso, aunque los picos no sean muy altos. En resumen, es un país relativamente pobre, se puede ver tanto en las calles como en los precios. La diferencia era brutal en comparación con Noruega. Pese a esto, y aunque no es un país muy conocido, sí que es rico en cultura, arquitectura y paisajes únicos. Nosotros estuvimos recorriéndonos el país durante 5 días.
Día 1 - Llegar e instalarse
Llegamos al aeropuerto de Skopie, la capital, y decidimos ir al centro con el autobús lanzadera porque al ser 5, no cabíamos todos en un taxi. El autobús nos costó más o menos unos 2, 50 € y tardamos una hora en llegar.
- Atención: no llaméis a los taxis por la calle. ¡Lo mejor es cogerlo en los aparcamientos específicos para taxis o coger el autobús!
Durante el trayecto, un SMS nos anunció a todos una sorpresa de lo más desafortunada, iban a cobrarnos 50 € de más porque Macedonia no cuenta para las tarifas móviles internacionales. Así que desactivad los datos del móvil en cuanto entréis al país, esperad a tener Wifi. No os imagináis lo difícil que fue encontrar el AirBnB sin mapas. No había salvación porque no me había descargado el mapa del país con antelación. Así que teníamos que encontrarlo a la vieja usanza, preguntando el camino hasta llegar a nuestro destino.
- Atención: en Macedonia no están tan acostumbrados a hablar en inglés como en Noruega. Cuesta un poco comunicarse con los habitantes, los comerciantes e incluso con los camareros de aquí. ¡Los gestos son la clave!
Fue llegar y ver los claros efectos de la desigualdad en la ciudad: nuestro precioso apartamento estaba justo en medio de chabolas con tejados de chapa y de jardines abandonados. Pero esa misma tarde, paseando por la ciudad, pudimos comprobar que todo seguía el mismo patrón. Una de las cosas que más me impactó fue el hecho de que la mayoría de edificios grandes que destacaban en la ciudad eran muy nuevos, rompía por completo la homogeneidad arquitectónica de la ciudad.
Día 2 - Skopie
Todos se levantan algo tarde; el calor que tanto ansiábamos encontrar nos dejó agotados. A primera hora de la tarde nos fuimos a ver la ciudad, pero esta vez de verdad, cogimos mapas y todo. Pasamos por los puentes que habíamos visto el día anterior, pero los cientos de estatuas parecían aún más impresionantes a plena luz del día. Representan diferentes personalidades famosas, musas, personajes históricos o alegóricos; están por todas partes, en los puentes, en los tejados, en las plazas... Pero la más impresionante, sin duda, es la de Alejandro Magno, personaje emblemático del país. Otra de las personalidades importantes del país es la Madre Teresa, que nació en Skopie. Hay placas con citas suyas repartidas por toda la ciudad.
Luego subimos a ver la fortaleza que destaca en medio de la ciudad. De murallas para dentro estaba en ruinas, pero el camino que la rodeaba estaba en perfecto estado. Las vistas daban a toda la ciudad y a un detalle que vimos el día anterior: una cruz que había iluminada en la colina de enfrente.
- La entrada a la fortaleza de Skopie es totalmente gratuita. Hay que subir bastante pero es de fácil acceso.
Al bajar de vuelta a la ciudad, vimos una cervecería que nos llamó mucho la atención con sus ofertas de cervezas frías a 2 €, parecía un sueño (es lo que pasa cuando llevas 4 meses en un país en el que la cerveza cuesta de 8 a 12 €). Ya iba siendo hora de buscar dentro un poco de sombra, allí encontramos a un grupo de turistas noruegos que nos volvimos a cruzar más tarde en Ohrid, justo antes de perder el avión de vuelta. ¡Qué coincidencia!
Después, en dirección al centro pasamos por el Antiguo Bazar de Skopie, me lo habían aconsejado muchas veces. Era la hora de rezar de los musulmanes, por lo que los almuédanos los llamaban a la oración. El Antiguo Bazar es un lugar cuyas calles están repletas de detalles y cuya mezquita constituye un precioso ejemplar arquitectónico. Acabamos la noche en un restaurante italiano que había junto a la orilla del río. Por esa zona encontraréis decenas de ellos, de distintos tipos, a distintos precios y con una gran variedad de platos entre los que elegir.
Día 3 - Ohrid
Alquilamos un coche durante los dos días siguientes y, tras buscar hasta debajo de las piedras para encontrar la agencia (estaba ingeniosamente escondida en el hotel Marriott), nos lanzamos a la carretera para dirigirnos al sur del país, al lago Ohrid, clasificado como Patrimonio Mundial por la UNESCO. Después de dos horas de viaje, logramos llegar. Un hombre sin uniforme nos pidió que pagáramos para poder aparcar junto al lago. Entre que no hablaba inglés y no sabíamos si era una estafa o no, decidimos volver para aparcar en el centro y acercarnos andando a ver el lago.
Después de engullirnos una pizza en un abrir y cerrar de ojos, volvimos a lo alto de la ciudad. Esas callejuelas históricas son impresionantes, esas piedras tan antiguas le dan un toque auténtico a la ciudad. Nos paramos en una abadía que me llamó mucho la atención. Para entrar había que pagar (un precio que equivale a 50 céntimos) y por dentro estaba prácticamente en ruinas. Apenas quedaba nada, tan solo unos cuadros preciosos que antiguamente servirían para decorar las paredes. Da mucha pena ver el deterioro de un patrimonio como este. Hay muchas iglesias ortodoxas repartidas por la ciudad, sus colores rojo y marrón son de lo más exóticos. Subimos hasta el monasterio de San Pantaleón de Ohrid sin saber exactamente lo que es. El edificio en sí es impresionante, armonioso y algo peculiar, además de que las vistas que tiene de los alrededores desde el yacimiento son increíbles. A lo lejos se puede ver aun lado el lago y al otro lado las montañas de Albania. Tras cruzar las ruinas galo-romanas que rodean el monasterio, decidimos seguir hasta la fortaleza, que quedaba un poco más arriba. Llegamos a las 18:05 a la entrada y las visitas eran hasta las 18:00. Decepcionados y sudando, decidimos rodear la muralla hasta que, sorprendentemente, nos encontramos con el antiguo teatro de la ciudad.
Fue entonces cuando, de pronto, recordamos que no teníamos dónde dormir esa noche. Por suerte, Ohrid, al igual que muchas otras ciudades del país, cuenta con decenas de "villas" con habitaciones para hospedar a gente. De camino al monasterio, vimos una que se llamaba Villa Saraj. Aquella señora que se encargaba de la casa era súper adorable, además de ser la primera persona con la que conseguimos hablar en inglés. Justo antes de bajar a comer al centro reservamos nuestras habitaciones (8 € la noche por persona). El viento soplaba fuerte en la zona del lago, pero hacía buen tiempo y el restaurante estaba buenísimo. Se llamaba el Alexandrija.
Volvimos a la villa y nos tomamos una cerveza en la terraza mientras un gato callejero decidió quedarse para restregarse por nuestras piernas en busca de algo de cariño.
- Atención: hay decenas de gatos y perros callejeros sueltos en todas las ciudades del país. Algunos están heridos y todos tienen pulgas, pero la mayoría siguen siendo adorables. Si los acariciáis (os entiendo), lavaos bien las manos después. Y aguantad: por desgracia no podéis rescatar a todos los perros que veáis.
Día 4 - Ohrid, Bitola y el cañón Matka
Tras darle las gracias a nuestra anfitriona por su hospitalidad, volvimos a subir una vez más hasta arriba para poder ver la fortaleza de la ciudad. Al contrario que en Skopie, había que pagar para entrar (el equivalente a 50 céntimos otra vez). La verdad es que las vistas que hay desde la torreta merece la pena, pero una vez más, era increíble lo poco que cuidaban de los monumentos históricos del país: salvo las murallas, todo lo demás estaba en ruinas. Volvimos a bajar y cogimos la carretera en dirección Bitola antes de que dieran las 11:00. Estábamos deseando ver las ruinas galo-romanas que nos esperaban en aquella ciudad. Comimos en la calle peatonal y luego fuimos a las ruinas de Hércules. Los vestigios de aquella ciudad dejaban entrever perfectamente cómo fue la ciudad años atrás. El teatro estaba casi en perfectas condiciones, era facilísimo imaginarse andando por las calles de una ciudad antigua y bulliciosa como lo sería aquella.
Al irnos, nos llamó mucho la atención el cementerio; vimos sobre una colina a lo lejos un montón de cruces anónimas que estaban marcadas con insignias tricolor. Tenía pinta que por aquella zona murieron soldados franceses, pero no había nada de información al respecto. Volvimos al coche y seguimos nuestro camino en dirección al cañón Matka.
Este lugar también me lo habían aconsejado muchos de los habitantes de allí por el paisaje tan escarpado que lo caracteriza. Llevábamos bañadores pero, incluso estando al sur del país, los torrentes de agua estaban demasiado fríos para bañarse. Así que con las mismas nos aventuramos por las faldas de la montaña que salían a partir del río guiados por un perro callejero, al que habíamos apodado como Toby. Fue una ruta muy guay, aunque era un poco empinada (mucho). Por desgracia, nos pilló la puesta de sol y tuvimos que volver antes de poder llegar a la cima.
Así que, una vez abajo, volvimos a echarnos a la carretera en dirección Skopie. Tras parar de nuevo a comer en el restaurante, volvimos a nuestro AirBnB del principio para comenzar una de las noches más cortas de mi vida.
Día 5 - De vuelta
Nuestro avión despegaba a las 6 de la mañana. Así que nuestro taxista, que muy amablemente había consentido llevarnos a las 3 de la mañana hasta el aeropuerto, nos recogió recién levantados. Tras apiñarnos primero en la parte de atrás del coche y luego en la lanzadera que cruzaba la pista del aeropuerto, por fin pudimos sentarnos en nuestro avión satisfechos por haber acabado un viaje lleno de nuevos descubrimientos.
Información práctica
- Alquilar un coche en Macedonia cuesta mucho más barato que hacerlo en el norte de Europa. Entre 5 sale más rentable. En la agencia Sixt, nos costó 14 € por persona alquilar el coche dos días.
- Todo está más barato, por eso nosotros nos dimos un capricho comiendo en restaurantes. Por un plato principal + postre + una o dos bebidas, te puede costar entre 8 y 17 € por persona, dependiendo de la calidad del restaurante.
- Si te gustan los helados (como a mi), que sepas que dos bolas de helado en Skopie cuestan 80 céntimos.
- Encontrarás alojamiento en cualquier ciudad y a buen precio, tal y como nos pasó a nosotros en Ohrid. Recorre la ciudad en busca de casas en las que acojan a gente.
- En cuanto a la ropa, ¡la cosa cambia mucho en comparación con Noruega o Islandia! Tan solo me llevé unos vaqueros y unos botines y pasé mucho, mucho calor. No lo dudes, llévate unos zapatos de tela y, si tienes pensado andar, llévate pantalones cortos y muchas camisetas de manga corta o de tirantes, y si eso una chaqueta fina para las noches en la terraza. Que no se te olvide echarte una gorra, unas gafas de sol y crema protectora.
- Comprad muchas botellas de agua. No os aconsejo que bebáis agua del grifo.
¡Creo que con esto he contado suficiente sobre mi viaje y sobre el país! Podré volver a los Balcanes sin tener que pasar sí o sí por aquí la próxima vez. Este viaje me ha dejado con las ganas de ir a Grecia, así que espero ir pronto. ¡Buen viaje! ¡Ya me diréis lo que os ha parecido este país!
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- Français: Expédition en Macédoine
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