Vuelvo a Londres por Navidad

Vuelvo a Londres por Navidad

Diciembre 2012

Llevaba semanas esperando con impaciencia las vacaciones de Navidad. Acabé reservando el vuelo meses antes de que me dieran las vacaciones, y ahora el día que volvía a Londres estaba cada vez más cerca. La última semana fue eterna, era imposible que el tiempo pudiera pasar más lento. Aunque al menos estaba ocupada, tenía que estudiar para los exámenes que tenía el jueves y tenía que hacerme las maletas. Estaba deseando ponerme a hacer las maletas del entusiasmo que tenía, pero era mejor idea ponerse a estudiar para los exámenes antes de ponerme a hacer nada más.

Llegó el jueves y vi que había huelga en la red de TLC de Lyon (Transporte Público de Lyon). Tras haber ido a una clase y haber hecho tres exámenes, volví a la residencia para comprobar que no hubiese problemas para ir hasta el aeropuerto. Por suerte parecía que el sábado todo iría bien porque tanto el metro como el funicular y el tranvía T1 funcionaban sin problemas y los autobuses C20 y C20E también seguían en circulación, pero pasaban con menos frecuencia. Así que tenía la esperanza de que podría llegar hasta el aeropuerto sin ningún problema.

Tras haber acabado los exámenes, pude encontrar mi maleta azul con pegatinas de mariposas rosas y empezar a hacerla. Procuré llevarme cuanto menos mejor conmigo por lo que pudiera acabar pesando la maleta, tenía que ser menos de veinte kilos. Por suerte, mi amiga tenía básculas así que me aseguré de no pasarme pesándola. Como estaría en Londres una semana, tenía que llevarme ropa para todos los días, pero como iba a pasar las vacaciones en casa de mi madre no creí que me hiciera falta llevarme demasiada ropa, ya tendría mucha más ropa en el armario de allí. Tenía que dejar también espacio para meter la comida que iba a comprar en el Carrefour al día siguiente para mi familia.

El viernes era el último día que iba a pasar en Lyon hasta dentro de tres semanas y aún tenía muchas cosas que hacer. Tras haber acabado los exámenes estaba agotada, me hubiera quedado unas horas más en la cama de haber podido. Pero tenía que ir al Carrefour para comprar bombones para mi hermano, turrón para mi madre y unos Bugles para mi novio porque no los venden en Inglaterra. Pensé que ya que volvía a Inglaterra, tenía que llevarles cosas francesas. El precio de los macarrones tenía descuento en el Carrefour, así que los compré también, aunque tenía miedo de que se me rompiera la bolsa en la mochila.

Después de ir de compras, volví a casa y me di cuenta de que me había olvidado de hacer las postales navideñas con el papel brillante que compré en octubre. Después, en lugar de ponerme a escribir en mi blog, encontré una película para ver por Internet llamada "Midnight in Paris", cogí las tijeras, el pegamento y el papel y al final conseguí hacer cuatro postales de Navidad. Le envié una postal a Henri, el hombre mayor al que le doy clases de inglés.

Me pasé el día entero sonriendo porque cada vez quedaba menos para volver, convencí a mi padre de comprar unas entradas para ver a Leonard Cohen en junio de 2013, ¡era más fácil si las sacabas con antelación! Ni si quiera las fuertes lluvias ni el viento que hacía por la tarde y por la noche me afectaron, la verdad es que he de decir que estaba muy cómoda en mi habitación. Sin embargo, tenía que irme porque le había prometido a una amiga ayudarle con las maletas hasta Part Dieu, así que dejé de lado la comodidad y el calorcito de mi habitación para salir a las mojadas calles de Lyon.

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Pero como tenía tres maletas tuvo que venir otra amiga más a acompañarnos porque cada una llevaba su maleta. Era casi imposible llevarlas porque pesaban un montón. Tuvimos que hacer muchísimo esfuerzo para poder bajar por las escaleras con ellas. Decidimos coger el autobús en Perrache y coger después el tranvía T1 hasta Part Dieu, donde cogería el Rhône Express hasta el aeropuerto. Tuvimos que quedarnos esperando 45 minutos para que viniera un autobús que tuviera espacio para nosotras y para las maletas. Era muy difícil y encima seguía lloviendo.

Cuando estábamos ya en Perrache perdimos un tranvía y tuvimos que esperar a que llegara el siguiente unos minutos. Por la mañana todo el mundo se subía en el T2, pues ahora parecía que era al contrario, todo el mundo quería subirse en el T1 por la tarde. Por suerte pudimos encontrar un hueco en el andén por el que se abren las puertas, así que así sería más fácil poder subirse al tranvía cuando llegara. Había más gente con maletas, así que pensé que también querrían ir al aeropuerto. Acto seguido, pudimos subir al tranvía y tuvimos espacio tanto para nosotras como para las maletas. Nuestra amiga nos dijo adiós al subir al Rhône-Express que iba a Part-Dieu para irse a Inglaterra, y nosotras nos subimos en el T1 para volver a la residencia. Al haber acompañado a mi amiga, me hice una idea del tiempo que se tarda en el trayecto desde la residencia hasta el aeropuerto, así que ya sabía a qué hora tendría que salir al día siguiente cuando volviera a Londres.

Esa noche me sentí muy sola. No estaba del todo segura de por qué pero estaba desesperada por volver a Londres y ver al hombre del que estoy enamorada. La última noche, estaba sola en mi cama y fue la noche más larga de mi vida, estaba tan impaciente como un crío pequeño antes de Navidad. Hacía mucho calor y no conseguía dormir bien. Por la mañana no me quedaba mucho por hacer, tan solo tenía que recoger la habitación. Después de haber visto "Midnight in Paris", se me ocurrió descargarme un audio-libro clásico para entretenerme en el vuelo porque no me gustaban mucho los aviones. Aunque como el Internet llegaba muy mal a mi habitación no sabía si estaría descargado el audio-libro para antes de que me tuviera que ir. Así que, fue una idea muy tonta, pero usé el Internet de mi móvil inglés para descargarme el libro y conseguí tenerlo en el IPod unos minutos antes de salir de la residencia. Al final, gracias al Internet inglés, el libro que vale unas £40 me costó solo £2, 99.

En la página web de Erasmus leí otros blogs de gente que tuvo muchos problemas a la hora de volver a su país de origen, pero por suerte y a pesar del riesgo que suponían las huelgas, todo salió bien y no tuve ningún problema. Fui mi optimista y no me preocupé por nada. Hacía buen día y luego, por la tarde, fue cuando salí hacia el aeropuerto.

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Mi maleta no pesaba mucho así que no me supuso ningún problema. Pude bajar las escaleras con facilidad y tan solo tuve que esperar tres minutos al autobús, tuve que coger el C20 porque no estaban disponibles ni el 49 y el 46, así que no tuve que coger el funicular. Fui andando desde el Puente Kitchener hasta Perrache porque así era más fácil ir a Bellecour y coger el metro en Perrache para hacer como el día anterior y coger el tranvía T1 hasta Part Dieu. De camino a Perrache, me tocó llevar mucho cuidado con mi mochila porque los robos por allí eran algo común. Sería un desastre si perdiera algo de importancia ahora, ¡así que para evitar riesgos me puse la mochila colgada por delante!

No había mucha gente en el tranvía así que tuve bastante espacio. Cuando llegué a Part Dieu perdí el Rhône Express, pero no pasaba nada porque así me daba tiempo a comprarme el billete sencillo y me sobraba tiempo porque aún quedaban unas cuantas horas antes de que saliera mi vuelo a Londres. Cuando subí al fin, tan solo habían unas seis personas en el tranvía que vino después, y media hora más tarde, llegué al aeropuerto y me sobraba todavía más de una hora.

Me planteé comprarme una porción de pizza en el Pizza Hut, pero como era ya tarde no quedaban margaritas, y no me gusta ningún otro tipo de pizza. El aeropuerto estaba tranquilo y en silencio, se podía descansar un poco incluso. Me di una vuelta por las tiendas y me compré unas palomitas, las cuales me comí mientras me quedaba mirando los demás aviones. Al fin, cuando ya me empezaba a aburrir, decidí dirigirme a la Terminal 3 para el embarque del vuelo a Londres Gatwick. Tan solo había otro vuelo a la vez y era a Casablanca. En la cola para mi vuelo con EasyJet me puse a hablar con otros viajeros. Los ingleses eran más amables y simpáticos. Cuando le di a la mujer de EasyJEt mi pasaporte y mi maleta me fijé en que solo pesaba 16 kilos, ¡podría haberme traído más cosas!

Los controles de seguridad eran bastante sencillos e iban muy tranquilos, era el último vuelo del día. Tuve que andar bastante antes de llegar a la sala de embarque con los demás viajeros. Aquí ya no habían tantas tiendas, pero pude comprar un libro de sudokus para entretenerme durante el vuelo, ¡como con el audio-libro y con las revistas y demás libros! Aún faltaba más de una hora hasta el embarque así que me puse a leer revistas, completé un sudoku y me puse a escuchar el audio-libro. Me decepcionó un poco porque no me gustaba mucho el acento del lector. Podía usar el WiFi del aeropuerto, pero a los quince minutos había que pagar. Utilicé los quince minutos gratis para decirle a mi novio que le quería.

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Por fin, apareció el número de puerta de mi vuelo y todo el mundo se levantó para hacer una cola para pasar el último control de seguridad. Me encontré a dos chicas aquí de Lyon 2, una de ellas estaba en la misma residencia que yo y nos había tocado sentarnos juntas. Me gustaba la idea de no ir totalmente sola en el vuelo pero estábamos las dos muy cansadas.

No había mucha gente en el avión y a algunas personas les había tocado los asientos de al lado libres, así que lo tenían más fácil para dormir. Me puse a hacer sudokus, pero me pareció muy difícil y me puse a jugar al solitario en el IPod. Me parece que me conseguí dormir un poco al final del vuelo, pero solo fueron cinco minutos. El vuelo era bastante corto, pero tuvimos muchas turbulencias, o como dice el piloto, "turbulencias leves", así que ir durante casi todo el vuelo con los cinturones de seguridad puestos.

Aunque estuviera muy cansada, en el momento en el que el avión pisó el suelo inglés, de pronto sentí que estaba a rebosar de energía. "Hola Inglaterra", pensé con una sonrisa de oreja a oreja. Por suerte no había mucha cola para pasar los controles de seguridad para entrar al país, además las maletas llegaron al momento. Llamé a mi madre para que supiera que ya estaba en Inglaterra. Era la primera vez en cuatro meses que escuchaba su voz. Mi maleta fue una de las primeras en aparecer, así que ya era libre de continuar mi viaje por Roehampton. No era nada nuevo para mi, una vez tuve que ir a Gatwick para recoger a un amigo de Irlanda para pasar un fin de semana romántico, pero al final no fue ni romántico ni nada, fue una pérdida de tiempo. Sabía que esa semana que pasaría en Londres con mi novio, con el que llevo quince meses, sería perfecto, aunque luego nos pasásemos la semana entera en su habitación viendo la tele.

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Pasaron unos segundos en la estación y me dieron el billete a Barnes y pensé que podría utilizar mi tarjeta Oyster. De todas formas, me tocó esperar diez minutos a que llegara el tren. Una vez ya en el tren, me vino un olor a vómito que apenas noté de lo concentrada que estaba en llegar a Roehampton. Tuve que hacer trasbordo en Clapham Junction, no es mi lugar favorito la verdad, sobre todo de noche. La estación es enorme y como siempre, no estaba segura de qué anden era el mio, pero acabé encontrándolo y el tren llegó en cuestión de minutos. Ya estaba cerca.

Pasamos por Wandsworth, ahí fuimos el año pasado mi novio y yo para ir al cine, y después pasamos por Putney. Iba a Putney antes casi todas las semanas y a Barnes para ir a la universidad de Roehampton. Llegué a la plaza que tanto adoro, habían cambiado un par de cosas, pero era la de siempre. Empecé a andar en dirección a la universidad, que es donde está la residencia de mi novio, y en la lejanía pude ver una silueta que me resultaba familiar, era él.

Iba muy contenta por lo perfecto que me había salido el viaje, pero cuando abrí la maleta me vino un olor a pintauñas. Había pasado una desgracia. Dos botes de pintauñas se habían derramado sobre una camiseta que me encantaba, pero por suerte no tocó mi portátil. El sentimiento que me causaba el estar de vuelta en Inglaterra después de tantos meses era increíble.


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