05/02/2013: Museo Gallo-Romain Lyon

Martes 5 de febrero de 2013. Sabía que lo tenía que hacer, así que por fin he podido escribir un nuevo artículo en mi blog. A pesar de que solo habían pasado dos semanas desde las oposiciones, me costaba muchísimo encontrar la motivación. Me sentía cada día más infeliz. Era difícil comer cualquier cosa sin sentirme culpable, aunque no tuviera motivo. Cada día estaba más ansiosa y necesitaba desesperadamente una salvación. Mi madre estaba limpiándome la habitación aunque todas mis cosas seguían en su sitio. En cada correo, me preguntaba si podía tirar algunas cosas. Uff, no está bien. No puedo tener conmigo todo. No pienso quedarme en su casa en verano, viviría en un armario en Londres si fuera necesario, con suerte tendrá espacio. No sé por qué no ha podido esperar a que vuelva, tres semanas más tarde. Estaba cabreadísima, por no decir otra cosa.

Tenía miedo de perder mis cosas y los recuerdos que había dejado en la habitación de la casa de mi madre. Odio la casa y todo lo que tenía era, o porque me lo había comprado (la mayoría) o porque me lo habían regalado. Tengo muchos recuerdos de la persona en la que me he convertido durante mi vida universitaria en Londres. Han sido unos años maravillosos. Estaba feliz al no vivir con mi familia y me sentía libre de ser la persona que quería ser sin escuchar las críticas de mi madre.

Internet iba fatal por la noche, últimamente hasta por la tarde. Me resultaba imposible hablar con mi novio y me sentí muy muy sola. Tuve que salir el martes para quedar con Henri, el hombre mayor de mi clase de Literatura Francesa del último cuatrimestre. Tuve que comprar libros también, así que en vez de volver a casa, terminé lo que tenía que hacer. Decidí visitar el Museo Gallo-Romain (galorromano) en Minimes, porque era mejor que tirarme el día en la habitación. Además, luego podría escribir sobre ello.

Esta semana hice una lista de cosas que hacer para el blog. Hoy tenía apuntado ir a los archivos de Lyon, porque habría una exposición sobre el medio ambiente que parecía interesante, sobre todo en mi caso, porque creo que es esencial salvar el planeta en vez de seguir alterando el ecosistema. Sin embargo, hablé con una amiga china en Nimes y me recomendó el Museo galorromano de Lyon. He aprendido mucho sobre los romanos en las clases de este cuatrimestre, así que llegué a la conclusión de que ir ahora sería lo mejor para mí. Sin embargo, otro amigo me dijo que el museo era un poco aburrido, pero sé que para tener mi propia opinión tenía que ir yo misma.

Una vez más, mirando el tiempo en el móvil, vi que haría frío y que llovería como el día anterior (gris y con lluvia todo el día). El tiempo no ayudó mucho a quitarme la depresión, pero esta mañana hacía buen tiempo y había sol, así que me motivé más a salir y hacer algo. Hacía mucho calor yendo a Bellecour (ahí empezó mi día). Me arrepentí de haber cogido el abrigo de invierno. Espero que siga haciendo buen tiempo toda la semana porque tengo entradas para el partido de fútbol del Olympique Lyonnais-Lille el domingo por la noche y no me apetece congelarme en el Estadio de Gerland.

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Después de quedar con Henri, crucé la gran plaza de Bellecour (embarrada en Decitre) para comprar un libro para las clases magistrales de Historia de la Lengua Francesa. No era obligatorio comprarlo y aunque ya tenía apuntes de internet, me interesaba mucho el desarrollo de la lengua francesa tras el Imperio Romano. El librito era muy caro y habría sido mejor comprarlo por internet pero siempre es más fácil comprarlo en la tienda para no tener que esperar el envío. A veces, no soy una persona paciente. Era fácil encontrarlo en la tienda y por fin lo tenía todo para ir al museo.

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Hice varias fotos del Saona (un poco sucio antes de llegar al Vieux Lyon, donde hice más fotos). Me parecía haber abandonado un poquito la cámara, por lo que me puse contenta al pasearme alrededor del Vieux Lyon, bajo el Sol, buscando algo interesante para hacer fotos antes de llegar al museo; pero no encontré gran cosa. Me desconcertó ver que algunas tiendas y restaurantes tenían todavía adornos de Navidad. ¿Por qué? ¡Es febrero!

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Las calles estrechas estaban vacías, al contrario que los fines de semana, pero había algunas excursiones escolares que interrumpían la paz y tranquilidad. Me paseé despreocupadamente hasta el metro, donde cogí el funicular hacia Fouvrière. Cogiendo el funicular, vi desde el puerto objetos propios de la cerámica galorromana. Aunque, sinceramente, no eran muy interesantes.

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Al salir estaba bajo la sombra enorme de la Basílica de Nôtre-Dame. Me alegré de haberla visitado antes porque ahora está totalmente cerrada por la restauración del magnífico edificio. No sé cuando la abrirán otra vez. Desde aquí hasta la cima de la colina de Fouvrière, hice fotos panorámicas de la ciudad de Lyon. Habían muchos turistas y adolescentes que comían por ahí. Luego fui al museo pasando por los jardines de la colina cercana a la Basílica. No era muy bonito en invierno y todo estaba bastante oscuro sin los colores vivos de otras estaciones.

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En el museo, me fijé en un autobús aparcado fuera y pensé que mi día de tranquilidad estaba a punto de arruinarse. Por suerte, al acercarme al museo, el grupo enorme de adolescentes se iba del Museo galorromano. No creo que me hubiera gustado el museo con los adolescentes (desagradecidos y ruidosos).

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La entrada valía cuatro euros y medio para los estudiantes mayores de 18 años. Me preguntaron si tenía menos de dieciocho años, un poco raro porque estoy segura de que parezco mucho mayor de 18 ahora, sobre todo al cumplir 21 dentro de nada. Además, es poco probable que una chica menor de edad vaya sola a visitar un museo un día de semana. Sin embargo, la mujer era bastante amable y me dio mucha información sobre el museo. Las audio guías eran gratis y estaban disponibles en muchos idiomas. Me dieron uno en inglés. Para cogerlo, tuve que darle a la mujer algo que me identificara. Solo tenía el carnet de conducir provisional y en ese momento me acordé de que todavía tenían que darme la L, pero bueno, eso ya lo haré otro día.

El interior del museo era bastante moderno, pero no me gustó mucho el exterior de cemento. Al menos no se veo mucho porque la mayoría del museo está debajo de la colina de Fouvrière. Mi audio guía me informó de que el museo abrió en 1975 y de que fue diseñado por el mismo hombre que construyó el edificio de la UNESCO. Es bastante conocido por sus edificios hechos de hormigón, pero no me acuerdo de su nombre.

En el museo, puedes encontrar muchos objetos galorromanos como joyas, mosaicos, esculturas y muchas, muchas tumbas con inscripciones en latín. Casi todo lo había visto ya porque ya había estado en el British Museum de Londres, pero me gustó tener tiempo para ver todos los objetos y aprender muchas cosas sobre la vida galorromana. Me gustó el hecho de que todo lo del museo estuviera relacionado con la ciudad de Lyon. Por ejemplo, había un ataúd de piedra con muchos detalles que encontraron en la colina de Fouvrière algunos siglos más tarde, en el año 1854. Me sorprendí mucho por la cantidad de detalles y por el hecho de que el hombre pidiera el ataúd desde Roma. Siempre he sabido que los romanos habían tenido muchas influencias sobre la ciudad de Lyon, gracias a los anfiteatros romanos que he visitado, pero no estaba segura de la extensión de su influencia. He aprendido mucho gracias al museo al encontrar más evidencias del Imperio romano en Lyon.

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Recientemente, aprendí mucho sobre los romanos y los galos, por lo que me ha gustado mucho tener la oportunidad de poner en perspectiva todo lo aprendido. Además, he podido ver en persona, gracias al museo, la vida de los romanos y su civilización en Francia. En la clase de Arte medieval, aprendí sobre el Imperio romano y el nacimiento del cristianismo. En clase de Lenguas y Culturas del Mundo, fui a una sesión sobre la cultura y lengua romance y gala y durante las últimas semanas en clase de Historia de la Lengua Francesa, el profesor habló mucho sobre las lenguas romance y gala y su contexto histórico. El dato sobre el nombre original de Lyon (Lugdunum) no era nuevo para mí. La palabra viene de la lengua gala. "Lug" quiere decir "luz" y "dunum" significa "colina". Era una buena forma de reforzar lo que ya he aprendido en la universidad.

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Aunque ya sabía muchas cosas, me ha gustado aprender más sobre la historia antigua de Lyon, porque no sé mucho sobre la ciudad. El museo tenía objetos que databan del siglo I a. C, cuando la ciudad fue fundada en el 43 a. C por el senador Lucius Munatius Plancus. Nos trasladamos al menos cinco siglos en el tiempo hasta el final del Imperio romano. Había objetos ligados a la continuación del Imperio romano. Las tumbas son los mejores objetos para mostrar los cambios de siglo. De pie son enormes y tienen muchos detalles. Sobre todo eran de soldados y gente rica. No obstante, el tamaño de los ataúdes y tumbas se ha ido reduciendo con el paso del tiempo, adaptándose a la vida cristiana ya que los cristianos de aquel entonces creían que todos somos iguales ante Dios al morir, por lo que se volvió insignificante el tamaño y tipo de tumba.

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Durante las clases magistrales de Arte medieval, que no me gustaron, aprendí un poco sobre las leyes referidas a la construcción de nuevos sitios. Las primeras leyes que prohibieron cualquier tipo de excavación antes de hacer un sondeo arqueológico del terreno se hicieron en Lyon. No entendí el resto de la clase, era muy complicado.

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Lo que más me fascinó fue la religión de los romanos y su mitología antes de que el Imperio se convirtiera al cristianismo bajo el reinado de Constantino. Era muy interesante escuchar la información sobre todos los dioses y semidioses y lo que representaban, ¡incluyendo el vino! Cada dios tiene su propia historia y mitología. De hecho, cuando estaba en Decitre encontré un librito con la mitología romana entera. Me tentó comprarlo, pero pensé que era mejor esperar un poco. También es fascinante ver cómo los dioses han aparecido en otras civilizaciones, a veces bajo formas totalmente distintas. Además, me gusta la forma en la que los dioses se utilizan todavía para representar ciertas cosas y ver también que sus nombres se siguen utilizando en algunos productos y empresas miles de años más tarde.

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Lo último que escuché hablaba sobre la influencia romana y pensé que, aunque la civilización romana haya llegado a su fin, hay muchas cosas que permanecen en la actualidad. La ley francesa se fundó sobre las leyes romanas y gracias a Julio César tenemos el calendario. Aunque haya desaparecido progresivamente el Imperio romano, la lengua permaneció y en Francia se perdió el galés al dejar de utilizarse: se documentaba y escribía en latín.

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No puedo decir que el Museo galorromano quite mucho tiempo, pero sí decir que es realmente fascinante, sobre todo con un audio guía. La visita fue muy útil para reforzar lo que he aprendido en la universidad y me ha gustado no estar en mi habitación. El museo estaba casi vacío, lo que era idóneo para ver todo libremente y hacer fotos. Había zonas en las que podías sentarte para mirar algunos documentales antiguos sobre los romanos. En estos sitios podía descansar las piernas y coger apuntes útiles, pero el francés del museo era difícil de entender.

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Me fui a la residencia por las ruinas del anfiteatro romano. Ahora el cielo estaba más nublado, pero todavía hacía buen tiempo. Quise coger el funicular a St Juste, así que fui a Minimes; pero en la estación me costó encontrar el andén. El letrero decía que necesitaba el andén del fondo, por lo que me quedé esperando unos minutos. Luego me di cuenta de que era para los funiculares que iban al Vieux-Lyon, así que para coger el siguiente funicular me cambié de andén. Diez minutos más tarde, llegó el funicular pero iba también al Vieux-Lyon. Me sentí muy torpe, así que preferí cogerme el bus C20 o el C20E de Bellecour en la parada cercana al río. Tuve que correr para coger el autobús (que había visto desde el puente), menos mal que al final pude montarme, gracias al tráfico y al resto de coches, en la parada de St Irénée. Me alegré de volver a casa para poder escribir nuevas entradas en el blog. El día se ennegrecía cada vez más y, una hora más tarde, llegó la lluvia que había anunciado mi móvil antes.


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