En las afueras (parte II): Greenwich y Windsor

Publicado por flag- Claudia Costas — hace 4 años

Blog: LONDRES
Etiquetas: flag-gb Blog Erasmus Londres, Londres, Reino Unido

"En las afueras (parte II): Greenwich y Windsor"

¡Hola a todos los lectores un día más! Ayer escribí sobre lugares que están en las afueras de Londres o simplemente cerca de esta gran ciudad, coges un par de trenes y ahí estás, descubriendo nuevo mundo. Hoy, sigo con esta temática y los lugares protagonistas de esta entrada van a ser Greenwich y Windsor. ¡Empezamos!

Primer Destino: Windsor

En el año 2010, fui a Londres acompañada de mis padres y mi hermana pequeña. Solamente fuimos una semana así que vimos lo esencial de esta gran ciudad, pero también nos fuimos un poquitín lejos para visitar el gran castillo de Windsor. Este castillo, castillazo, castillón, para quien no lo sepa, es la residencia oficial de la Reina de Inglaterra. Es tan maja y buena que nos abre sus puertas para que los turistas y ciudadanos de este lugar llamado mundo podamos visitarlo.

Es enorme y precioso, destaca por su apariencia externa, pero lo importante es el interior, nunca mejor dicho, porque sus múltiples salones, habitaciones, descansillos… Tiene comedores enormes, tanto a lo ancho como a lo largo. Alguien amante de la arquitectura se podría tirar años ahí dentro, valorando y disfrutando cada rincón porque todo está pensado. Cada minucioso detalle. Las enormes y delicadas lámparas colgando del techo y los grandes salones y escaleras, decorados con estatuas ecuestres y delicados pasamanos. Parece de cuento, irreal. Eso sí, cabe destacar que lo que más me gusta del castillo son los pasillos infinitos llenos de cuadros, normalmente retratos. Tienen algo muy especial, y de frente, un ventanal enorme con unas vistas de película. Es una locura.

Pero como os estoy contando, esto fue en el año 2010 y visité el castillo. En el verano del año 2015, el año pasado, en vez de visitar el castillo por dentro, decidimos visitar la ciudad y los alrededores del castillo. Además, el año que fui con mis padres estaba todo nevado y creo que los alrededores junto con sus jardines no se hubiesen apreciado de la misma forma que en verano. Antes de nada, decir que fuimos a Windsor cogiendo un tren desde la estación de Waterloo, fácil y sencillo. Cuando llegamos, tuvimos que caminar un poco, pero hacía buen día y nos entretuvimos bastante viendo tiendecitas de souvenirs y cafeterías muy cuquis. Llegamos y vimos la inmensidad del castillo por fuera. Por un momento, pensamos en entrar pero el billete de estudiante costaba 17 libras. Yo ya había estado y mis amigas no estaban por la labor, así que decidimos no entrar y disfrutar de la ciudad en sí y su encanto.

Estuvimos en los jardines, con un césped cortado a la perfección, yo no tenía muy claro si podíamos sentarnos allí, para que os hagáis una idea. Pero bueno, así lo hicimos, delante del castillo de la mismísima reina de Inglaterra, tan panchas. Comiendo y sacando fotos. Pero no sé, me encanta este paseo y el punto de fuga que tiene. Aun por encima, los árboles están plantados y cortados casi matemáticamente. Todo forma un conjunto simétrico que me hace pensar en cuántos jardineros cuidarán solamente esta parte de Windsor. Alucinante.

Después de estar de relax en estos jardines, grabando vídeos, sacando fotos y charlando, decidimos ir a visitar el pueblo. Sabíamos que el río pasaba por Windsor, así que fuimos en su búsqueda. Volvimos a hacer medio camino de vuelta, todo cuesta abajo, hasta que encontramos el río. Nuestra sorpresa fue que el agua era azul y estaba limpia. En el centro de Londres el famoso Támesis es marrón. Una vez leí que al año 8 toneladas de chicle son arrojadas al Támesis cada año. Pero en este tramo el agua era casi cristalina. Podíamos ver cómo nadaban los cines, los nenúfares flotando y toda la vegetación muy bien cuidada. Además, si os animéis, podéis comprar una entrada para navegar por el río en un barco con música y baile. En plan crucero, peor a escala reducida. Nosotras pensamos en hacerlo, pero los barcos que veíamos estaban llenos de jubiletas, jajajajajajajaja.

Estuvimos toda la tarde paseando por allí, tomamos un helado, dándole de comer a los cisnes: pasamos una tarde muy relajada. Windsor es muy diferente a Londres, incluso a sus afueras. No hay el bullicio de la multitud, la gente yendo y viniendo, sacando fotos, corriendo hacia el metro, el ruido de los coches y los autobuses, miles y miles de turistas, etc. Windsor es tranquilo y relajante. Desde la zona del río se aprecia perfectamente la inmensidad del castillo. Es precioso. Es como la zona de la Serpertine de Hyde Park pero mucho más calmado y con el aire más puro.

Y esto es todo lo que os tengo que comentar de Windsor. Para volver, volvimos a la estación y cogimos de nuevo el tren, el overground, que nos llevaba de nuevo a la gran estación de Waterloo, a las prisas de la gente y el ruido del metro y el tren y nos devolvía a la vida real. Espero que os haya gustado y si os gusta ver la vida lujosa de los monarcas :P, realmente vale la pena gastarse un poco más para disfrutarlo. Id si podéis. Aquí os dejo un par de fotos.

En las afueras (parte II): Greenwich y Windsor.

Haciendo el ganso en los jardines infinitos de Windsor con Miriam y Gabrielle. Verano 2015.

En las afueras (parte II): Greenwich y Windsor.

Segundo Destino: Greenwich

Una de las primeras cosas que descubrí de este lugar cuando fui a Londres fue que no se pronuncian todas las letras. Se dice algo así como “grènitch”. Así que ojo, porque si decís “gringüich” o “grengüich” o lo que sea, lo más probable es que no os entiendan. Dato pal saco.

Bueno, como todos sabéis, por Greenwich pasa el meridiano cero, concretamente por el observatorio astronómico de esta localidad. Había que ir sí o sí. Fuimos de nuevo en tren hasta allí. Hay una explanada enorme de hierba no-verde donde estuvimos esperando a una amiga que venía más tarde. Esta explanada es el parque de Greenwich, pero para ir al Observatorio hay que subir la colina. Cuando por fin llegó, fuimos al famoso Observatorio de Greenwich. Estaba bastante lleno, todo el mundo sacándose fotos y disfrutando de las vistas panorámicas que se ven desde lo alto de la colina. Lo primero que se ve es la Queen’s House, la casa de la reina, diseñada por el arquitecto Íñigo Jones. Dentro está en Museo Marítimo, pero cuidado, cierra bastante pronto así que hay que ir con tiempo para poder visitarlo todo. Más allá de la Casa de la Reina, se ve el río Támesis y toda la ciudad cosmopolita y urbana al fondo.

Seguimos, el Observatorio de Greenwich es precioso por fuera. Cuesta ocho libras entrar, así que entre unas cosas y otras tenéis que llevar bastante dinero encima. Es un planetario, yo solo había ido a uno en toda mi vida y tenía ganas de volver a probar la experiencia. Y por dentro, es un gran espectáculo visual, lo recomiendo.

En las afueras (parte II): Greenwich y Windsor.

En las afueras (parte II): Greenwich y Windsor.

Yo en Greenwich, ¡todas las fotos son mías!

Volvimos en tren bastantes cansadas, ese día hacía una niebla que dejaba traspasar un poco el sol a ratos y a mí ese tiempo me mata. Me da jaqueca, de la de verdad.

¡Y esto ha sido todo por el post de hoy! Si en algún momento de vuestra vida tenéis que elegir entre estos dos lugares, quedaos con Windsor sin duda. Ambos son bonitos y ambos valen la pena pero Windsor es mucho más impresionante y más si lo veis por dentro. Espero que os haya gustado y ya sabéis, mañana estamos aquí otra vez. Gracias por leerme.


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