Comer en Londres

Corría el año 2014 cuando visité Londres por primera vez durante el puente del Día de la República. Al decirlo así parece que sea una visitante habitual de la capital británica, pero por desgracia no, fue la única vez que la visité. Hoy por hoy me doy cuenta de que podría haber visto muchas más cosas, pero fue imposible considerando que tan solo fui tres días y acompañada por mi familia, que siempre da la típica vuelta estándar, que incluye muchas menos atracciones porque se supone que algunas son poco interesantes. Sin embargo, recuerdo la ciudad como una de las más bonitas de Europa, y por poco no se la declara como la que más.

En cuanto a los rumores de siempre, puedo confirmar que en parte son ciertos, pero a su vez falsos. Antes de ir, varias personas me contaron su experiencia, a pesar de no habérselo pedido, y 9 de 10 me animaron y advirtieron de la presencia constante de la fastidiosa lluvia. Me siento en el deber de definir esta apreciación como una exageración, ergo ES MENTIRA. Tendría yo suerte, porque llueve durante la mayoría del año, pero de 3 días, 2 hizo sol y el tercero simplemente estaba nublado. Está claro que las temperaturas son más bajas que en Italia, pero tampoco os esperéis el Polo Norte. Llevad siempre el paraguas, es útil, no ya porque sea Londres, sino porque es una esas cosas obligatorias para cada santo viaje que hagáis.

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Un problema cultural que puede catagolarse como real es el acento. Todos nosotros mortales damos por hecho que el inglés es hoy en día el idioma dominante del planeta, pero el inglés medio no hará ningún esfuerzo para comprender a un turista cuyas habilidades lingüísticas no sean su fuerte. Como mucho, intentará repetir su enunciado como lo haya entendido. Por suerte, a mi no se me da mal y ha sido un placer ayudar a los compatriotas en dificultad, pero si los italianos tuviésemos que quejarnos por palabras nuestras difundidas de manera incorrecta en el extranjero, llegaríamos como mínimo a emprender una cruzada lingüística.

En cualquier caso, en este artículo, simplemente recogeré vivencias curiosas: comida, tiendas, cultura, etc.

Me guiaré por mis preferencias personales, así que la protagonista de hoy será la gastronomía, un punto fundamental de cada viaje o excursión. Estoy muy satisfecha y para nada de acuerdo con la gente que visita Londres y comen a todas horas en los restaurantes de comida rápida. Entiendo las ganas de probar la comida de una cadena que no está en el país de origen, o el ir porque has malgastado hasta el último céntimo dando vueltas por los barrios, y que pase lo mismo con las bebidas de todos los gustos y tipos. Estos puntos puede resultar realmente atractivos, ya que en esos sitios encontraréis distribuidores que os servirán de todo y para todo. Las cuatro variantes de Coca Cola con nueve posibles gustos frutales o bebidas que jamás habíais visto son un descubrimiento impresionante, un shock.

Una revelación ha sido las celebérrimas fish & chips, que los más escépticos rebajan a la categoría de pescado rebozado con patatas fritas. Como no soy un maestro de la cocina, al tratarse de pescado, no logro entender cuál es el toque mágico que lo hace tan especial, tan solo puedo afirmar que está exquisito. En la zona de la Colina de la Torre, a las orillas del río Támesis, por menos de £ 10, podréis comeros un plato muy bueno en Ted’s Fish&Chips. Mi voto es de 10/10, así que os invito a que vayáis si estáis por la zona, aunque habrá mucha gente esperando para comer. La cocina y el mostrador están en un local, pero a los clientes no les queda otra que comer fuera, es una especie de puesto.

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Cada vez que viajo a otro país europeo me pregunto por qué en Italia no son famosos los restaurantes tailandeses. Quitando los de Milán y los que ponen a veces en ferias, no hay ni uno. Es una cocina demasiado buena para no haber sido contemplada junto al resto de tendencias de gastronomía étnica en este país. De hecho, a veces tienes más posibilidades de encontrar un tailandés que un local de comida típica. Fui en metro hasta Picadilly Circus, y me aventuré en Soho para hacer alguna que otra compra en las tiendas, y a la hora del cierre, muerta de hambre, decidí probar algo nuevo. Mi deliciosa cena fue un plato de Pad Thai, unos noodles calientes salteados con carne y/o verdura, con un toque de cacahuetes, lima y cilantro que pedí en el local Thai West Cafè.

En cuanto a los snacks, por la tarde, en los alrededores de Portobello Road, famosa por sus puestos y las ofertas a la hora de comprar en las calles, rodeadas de casitas de colores, encontré casetas en los que preparaban y vendían comida. Es un problema tener que elegir entre todas las opciones. En aquel momento, la que me conquistó fue un gofre gigante. No era uno de esos que no saben a nada, sin azúcar y ningún topping, sino algo completamente opuesto, con nata montada, crema de caramelo y galletas Oreo mini.

Hay quien dice que los ingleses no saben comer, pero tienen una amplia variedad de locales con la que aquí ni soñamos. Si no, id a buscar sitios en las calles más escondidas del país. Es decir, si vais a Londres, probadlo todo, no solo lo tradicional. No os arrepentiréis.

En caso de total desesperación y hambre mortal, os recomiendo refugiaros en Subway o Pret-à-manger, un salvavidas para casos extremos, no los encontraréis en nuestro país, y aunque sean comunes, no son para nada tradicionales. La decisión es legítima.

En líneas generales, si no tenéis ni idea de a dónde ir a pesar de lo mencionado, no os esforcéis. Si vais a locales gestionados por italianos, podréis sentiros a salvo, ya que la elección muy probablemente sea la acertada y la comida esté buena. De todas formas, los que no podéis renunciar a la pasta y la pizza bajo ningún concepto, recomiendo rendiros. Dejadlo. Alojaos en un apartamento con cocina y haced la compra para preparar vuestros propios platos. Si tenéis algún amigo que se haya mudado a Londres para huir de la patria madre, es muy probable que viendo su Instagram os deis cuenta de que los platos con el etiqueta #italianfood no son precisamente cautivadores. Hay muchas versiones inglesas de nuestra cocina, y algo "british" puede que no esté bueno, especialmente tratándose de nuestra comida.


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