Lisboa. Parte II.
¡Hola a todxs!
Hoy os voy a contar cómo fue nuestro segundo día en Lisboa, también nuestra (escasa) experiencia con el tema de la comida y un último consejo si vais a visitar la ciudad.
Como ya conté, el hostal estaba muy cerca del centro y ya nos quedaba poco por ver. Habíamos decidido cruzar el río para ver el Cristo Rei y ya pasar la tarde visitando lo que nos quedaba de la ciudad.
No madrugamos demasiado, aunque hay que tener en cuenta el cambio de hora que hay con respecto a España. Estuvimos desayunando en el hostal y nos preparamos para salir.
El único inconveniente del hostal es que para llegar hasta él había que subir una gran cuesta. No queríamos cargar con el equipaje todo el día pero tampoco tener que subir luego hasta él. Descubrimos que muchas estaciones de metro tienen taquillas que puedes alquilar por horas. En Rossio, que era la que más cerca nos pillaba del hotel y la que mejor nos venía para luego llegar a la estación de autobuses tenía una pequeña zona con taquillas de tres tamaños distintos. Nosotras éramos seis y en una taquilla de las grandes pudimos dejar todas nuestras mochilas. No llegaron a las diez horas y no nos cobraron más de seis o siete euros en total, por lo que nos salió bastante barato en general (y mucho menos cansado).
Como ya estábamos en el metro, recargamos nuestra tarjeta de transportes para ese día. Cogimos la opción más cara, que también nos incluía el ferry hasta la otra orilla del río para que pudiéramos subir al cristo.
El metro es curioso, en Madrid estamos acostumbrados a que una pantalla nos diga los minutos que faltan hasta que llegue el próximo tren, aquí llevan a cabo una cuenta atrás, con minutos y segundos. Esto al principio nos confundió (es un poco lioso) pero luego es bastante útil. Fuimos en metro hasta la parada en la que se coge el ferri. Es muy fácil guiarse, hay que bajarse en Cais do Sodré y la estación de ferris está al lado de la del metro y siempre hay carteles con dibujos que te guían hasta allí.
No sé cuál era el tiempo de espera entre un ferri y otro, creo recordar que pasaba uno cada 15 minutos, no hay largas esperas. Nosotras, por suerte, lo cogimos al momento. Hay muchos destinos distintos, pero hay que coger el que te lleva a Cacilhas.
El ferri tiene tres plantas, por lo que en algún momento se llenará, pero cuando lo cogimos nosotras (un lunes y en enero) apenas había gente en él. No es posible salir, todas las plantas son cubiertas.
El trayecto dura poco más de 10 o 15 minutos y un a vez que llegas allí hay que salir a una estación de autobuses y coger el 101. Siempre será donde más gente haya, pero aún así, cada bus y cada parada tiene su número escrito. El precio de este billete no está incluido en la tarjeta de transportes de Lisboa y el trayecto me parece recordar que fue 1,75 ida y lo mismo para la vuelta. Hay dos tipos de autobuses 101. Uno es directo y el otro hace paradas, se van intercalando y la diferencia de tiempo no es muy grande, pero puede suponer coger un ferri a la vuelta o tener que esperar otro. El trayecto dura unos 25 minutos, pasando por zonas con casas típicamente portuguesas.
Cuando llegas allí, es una explanada grande, de arena, con el cristo sobre ti y un mirador tremendo desde el que se ve el puente del 25 de abril,del mismo arquitecto que el de San Francisco a la izquierda, toda la ciudad de frente y a la derecha y muy a lo lejos otro puente, de los más largos de Europa.
El cristo mide 28 metros de altura y está inspirado en el de Río de Janeiro. Se sube en un ascensor que te deja a los pies del cristo, es imposible subir a él. No hay ningún descuento de estudiantes y vuelve a ser un mirador de la ciudad, este más alejado, más alto y con mucho más viento y frío. Tenéis que abrigaros bien, incluso el verano, por el viento es muy fuerte.
El cristo cierra muy pronto, no se puede ver el atardecer desde allí arriba, aunque no suele haber mucha gente para subir.
Tras subir, volvimos a coger el autobús y el ferri de vuelta a Lisboa. Todavía quedaba un poco para la hora de comer así que terminamos de visitar lo que nos quedaba antes de parar.
Un lugar muy curioso y que yo tenía ganas de visitar era el Convento do Carmo.Es el museo arqueológico de la ciudad. Está al lado del Mirador de Santa Justa, por lo que se puede subir en él y te deja prácticamente en la puerta.Hay un desceunto para estudiantes. Recalco lo de estudiantes, por que no sirvió con el carné joven, sino con uno de estudiantes, no olvidéis llevaros todas las tarjetas que tengais.
El Convento do Carmo son las ruinas de un antiguo convento que fue derruido en un terremoto en 1755 y se mantiene así desde entonces. Esto es lo verdaderamente curioso y bonito del museo, que es un museo al aire libre. Dentro solo hay unas pequeñas salas con ruinas de todo el mundo, aunque también hay una cosa que nos llamó muchísimo la atención, unas momias sudamericanas de dos niños, encogidas y expuestas en unas vitrinas de cristal. Nos llamaron realmente la atención. Dentro del museo no se permite hacer fotografías, así que no tenemos ninguna, pero no puede ser difícil encontrarlas por internet (Aunque lo mejor siempre es visitarlo en persona).
Después de eso, me recomendaron un lugar que no habíamos visto en las típicas guías de “Lisboa en 2 días” y que nos llamó muchísimo la atención: la iglesia de Santo Domingo.
No es una iglesia cualquiera, por mucho que yo ahora cuente la historia, merece la pena escucharla estando allí, oír todo mientras ves el lugar. Además, no estaba permitido hacer fotos, por lo que no tengo ninguna que poder enseñaros.
La iglesia, del siglo XIII, sufrió su primera desgracia en 1755. Hubo un terremoto que trajo consigo un maremoto que dejó la iglesia prácticamente destruida. Tras esto, fue reconstruida, pero más tarde sufrió esta vez un incendio que la dejó calcinada y que es tal y como se mantiene hoy en día (excepto por los techos). Murieron dos bomberos en este incendio.
Pero no solo fue esto lo que pasó en esta iglesia, durante la Inquisición, aquí se celebraban actos de fe y en la puerta se celebraban unas hogueras en las que se quemaban vivos a los judíos. En el siglo XVI hubo un altercado que condujo a la muerte de 2.000 judíos por culpa de un monje dominico de esta iglesia. El rey del momento no aprobó la matanza y acabó también con dos de los monjes que habían llevado a cabo el movimiento. Según entras en la iglesia un cartel (escrito en portugés) te cuenta toda esta historia pero también la encuentras mucho más extensa por internet. Es una historia que se te queda grabada.
Las ruinas hacen que la historia se haga más dura y pesada todavía. La entrada es gratuita, y hay que tener cuidado para que no coincida el horario de misas.
Nosotras después fuimos a comer, ya no nos quedaba nada de importancia que ver en la ciudad. Nos faltó el Panteón, que también es visitable, pero cierra los lunes y no pudimos ir.
Dedicamos toda la tarde a pasear por las calles principales, a comprar recuerdos y a comer un poco.
En cuanto a los souvenirs, lo más típico son las sardinas, el gallo y los pastelitos de nata. Las conservas son muy típicas, existe una tienda muy turística que se decida únicamente a vender esto. Es una franquicia, por lo que hay muchas por toda la ciudad y su peculiaridad es que tienes distintas latas con un año. Lo más normal es llevarte la lata de conservas con la fecha del año que naciste y además te pone alguna cosa importante que pasó ese año. Está muy curioso, la verdad, pero en cuanto al precio, un poco caro. Las latas cuestan unos 7 euros cada una.
Los pastelitos de nata, aunque son típicos de Belem, también los venden en otra gran franquicia por toda la ciudad, en cajas de 6 o de 12 para llevar. No están mal de precio, aunque no recuerdos exactamente lo que costaron, suele estar alrededor de un euro por pastel.
Después de hacer todas las compras pertinentes y después del cansancio de todo el día, empezaba a anochecer, así que nos acercamos a la Plaza del Comercio de nuevo, nos sentamos en unas escaleras frente al agua y pasamos lo que quedaba de tarde allí. Hay unas vistas muy bonitas del puente y el cristo al otro lado.
Para volver a Madrid, tuvimos que ir a la estación de autobuses, Gare du Oriente. Está un poco alejada de la ciudad, Enel lugar en el que se celebró la Expo de Lisboa. Así que cogimos algo de cenar, recogimos nuestras mochilas de la taquilla y cogimos el metro hacia allí. Hay que hacer trasbordo pero no se tarda más de media hora. Si vais en autobús y lo tenéis que coger en esta estación, os recomiendo ir con mucho margen. La estación es muy grande y las dársenas están muy mal señalizadas. Nosotras después de dar varias vueltas por toda la estación (que es también una estación de metro y de trenes de larga distancia) tuvimos que acabar preguntando a un hombre de seguridad que estaba por allí.
Salimos de Lisboa por el puente del 25 de abril y vimos al Cristo Rei totalmente iluminado.
Aquí acabó nuestra pequeña escapada a Lisboa.
Comida
En cuanto a la comida, no tengo mucho que contar, nuestro plan era low cost total. Nos llevamos bocadillos y embutido para el primer día y así ahorrarnos tiempo y dinero. Tiramos de comida rápida. Fuimos tanto al McDonalds como al Burger. Una ventaja que tienen estos sitios en Portugal es que existen opciones vegetarianas en ambas cadenas, cosa que todavía no ha llegado a España, por lo que es más fácil que todo el mundo encuentre algo que comer. Aun así, la carta es un poco distinta a la que conocemos.
También descubrimos que el concepto que tenemos en España de comer en la calle, allí tampoco existe. En Madrid hay locales de patatas fritas, de pizza, … Cualquier cosa que no requiera normalmente de un local y que te lo puedas llevar. Allí solo encontramos una pizzería por porciones y no era exactamente el concepto de fast food que conocemos, eran pizzas buenas y no tan baratas como en España. Pero tenían también opciones vegetarianas y veganas. Estaba muy cerca de la Plaza del Comercio, en una de las calles paralelas y se llamaba Pizzeria la Romana.
¿Más días en Lisboa?
Si tenéis más días en Lisboa, lo primero, ved el Panteón, fue lo que nos faltó. Pero mi gran recomendación, si tenéis uno o dos días más, es acercaros a Sintra.
Sintra es una ciudad muy cerca de Lisboa que está llena de villas y palacios de colores, muy distintos a los castillos de piedra españoles. Los más conocidos son el Palacio Nacional de Sintra, conocido por sus dos grandes chimeneas y el Palacio da Pena. Merecen muchísimo la pena, y hay que echar por lo menos un día para poder verlos, además suele haber bastantes colas y se tarda en entrar.
Si tenéis un día más, os propongo cruzar el puente, hacia el cristo y acercaros a las grandes playas vírgenes que hay al otro lado. Son unas playas preciosas, prácticamente desiertas y con metros y metro de arena. Merecen muchísimo la pena si os gusta el agua o tumbaros al sol y si necesitáis un día o dos de descanso. Todas tienen parking por lo que es fácil llegar hasta ellas en coche y hay también un tren turístico que te lleva de una a otra.
Y aquí termino ya esta entrada y este viaje. Espero que, si estabais dudando en ir a Lisboa o no, esto os haya ayudado a decidiros.
¡Muchas gracias por llegar hasta aquí!
Nos vemos en el próximo viaje.
Galería de fotos
¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?
Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!
¡Quiero crear mi blog Erasmus! →
Comentarios (0 comentarios)