Complementar mi viaje a Lisboa

Como estoy en constante búsqueda de excusas para no estudiar para los próximos exámenes (se dice que los estudiantes de derecho son los reyes de la dilación), actualizar mi blog parece ser una forma temporal adecuada para evitar el estudio antes mencionado. Aparte de eso, mi informe de mi viaje a Lisboa está inacabado, por lo que voy a matar esos dos pájaros de un tiro. Como el viaje se remonta a principios de diciembre, podría haber olvidado algunos detalles, pero no importa, se acorta la entrada.

Nuestro viaje (viajé con dos compañeras de clase alemanas) comenzó el 6 de diciembre a las 12 de la noche en punto. Sí, es bastante tarde/temprano para empezar un viaje, pero queríamos tener la mayor cantidad de impresiones posibles con nosotros, así que cogimos un bus nocturno a Lisboa. Durante las seis horas y media de viaje, intentamos dormir que, pensándolo bien, había sido un pensamiento chiflado e ingenuo desde el principio. Llegamos a Lisboa a las 5:30 de la mañana (desplazamiento de una hora), que fue cuando apareció la primera molestia: teníamos intención de coger el metro en el centro de la ciudad (la estación de autobuses estaba bastante lejos) pero la estación de metro abría a las 7 de la mañana. Así que nos sentamos y vimos la gente sin techo durmiendo en su papel-colchón que fueron despertados por el chico de seguridad sobre las 6... Un espectáculo deprimente para iniciar el fin de semana.

Después de que abriera la estación de metro, rápidamente nos las arreglamos para comprar el billete y tomamos el metro en el centro. Cambiamos de metro una vez (con 4 líneas, Lisboa ha conseguido 4 veces más que Sevilla ^^) hasta que llegamos a nuestro destino. Tuvimos difícil encontrar el hostal, pero gracias a la ayuda de un joven amable, que nos dijo por dónde ir en inglés, llegamos al albergue de destino Lisboa, un lugar encantador situado en el piso superior de una estación de tren histórica. Como el check-in fue a las 3 de la tarde, dejamos nuestro equipaje y decidimos desayunar (estábamos hambrientos después del largo viaje). Dimos el primer vistazo de la capital de Portugal durante el amanecer. Fuimos a una de las innumerables colinas, siempre acompañados por las líneas de metro, el símbolo de Lisboa. En la cima de la colina encontramos un buen punto de visión, que nos otorga una hermosa y ridícula vista de la ciudad y el puerto.

Disfrutamos de la visa todo lo que pudimos hasta que el hambre pudo con nosotros y paramos en un pequeño café al otro lado de la carretera. Nos sentamos y pedimos algunos pasteles (pequeñas tartaletas, comida típica de Lisboa y POrtugal en general) y espresso, para mantenernos despiertos y prepararnos para el próximo día. Estuvimos allí bastante tiempo y vimos informes de la televisión en portugués (Mandela acababa de morir). Cuando nos fuimos, el sol había mostrado desde hacía tiempo toda su belleza y nos dejó congelados. Se dice que Lisboa es una de las ciudades con 7 colinas (bastante minimizado, y aún más si me preguntas). Por supuesto teníamos la intención de subir cada una de ellas, por lo que comenzamos a caminar por la ciudad, incluso sin ninguna idea de por dónde ir, nos acabábamos de mudar, y llegamos al castillo de la ciudad, un monasterio maravilloso y varias iglesias (todo ello en una de las cimas).

También fuimos por la costa y disfrutamos viendo el mar. Almorzamos en un pequeño y gracioso bar en el centro, donde un hombre increíblemente agradable nos sirvió sopa brasileña, carne y un café como postre. Por la tarde tomamos el tranvía para ir un poco fuera del centro, que es donde están las principales atracciones turísticas. Fuimos en coche por debajo de un enorme puente que conecta dos partes de la ciudad (se ve exactamente como el puente Golden Gate, que fue construido por los mismo arquitectos). Cuando habíamos llegado a la zona de atracciones turísticas, empezamos visitando el Monumento de los Descubrimientos y el Museo de Artes Modernas (entre otros, tenían algunos Warhols). Pasamos bastante tiempo allí e hicimos planes para el segundo día, porque no habíamos visto todas las atracciones locales y decidimos volver al día siguiente. Volvimos al hotel y cenamos allí. Pronto nos fuimos a la cama, exhaustos después de haber estado despiertos 36 horas en las cuales casi todo el tiempo estuvimos caminando arriba y abajo.

A la mañana siguiente desayunamos bastante temprano para continuar nuestro viaje por la ciudad. En realidad, el segundo día no difiere mucho del primero. Caminar, tomar la comida típica, hacer fotografías, repetir... Por cierto, estaba realmente impresionado por la amabilidad de la gente de Lisboa (todo el mundo podía hablar inglés o español, así que no tuvimos problemas para comunicarnos).

El último día nos dimos la oportunidad de comprar algunos pasteles una vez más...

Dimos algunos paseos en varios tranvías, que nos llevaban alrededor de la ciudad, visitamos un mercado y teníamos la última cena antes de regresar a la estación de autobuses fuera de la ciudad. La cena fue sorprendentemente buena (y barata). Nosotros, por supuesto, hicimos el check-out antes y nos llevamos el equipaje como al principio de nuestra estancia. Nos llevaron fuera de la ciudad, donde el autobús esperaba para llevarnos a casa otra vez. Otras 6 horas y media sin dormir. No sé cuánto tiempo dormí ese lunes, en cualquier caso el día había terminado :)

El viaje a Lisboa fue extraordinario, que no olvidaré y un buena segunda llegada en la playa!

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