La cueva de hielo de Demanovska, esperanzas fundadas - En las entrañas de Eslovaquia (3/3)

22 de mayo de 2016

Día 3

¡Qué follones he tenido para poder ver la cueva de hielo de Demanovska! Cuando me fui por segunda vez a Eslovaquia (una semana), quise ir el lunes (estaba cerrada) y el martes (llegué demasiado tarde).

Por fin el domingo, tras dos horas esperando en la entrada, las pesadas puertas oxidadas de la cueva se abren. No tuve el valor de bajar al restaurante para comer porque llegas exhausto a la cueva después de estar subiendo durante 20 minutos.

Al principio de la visita bajamos hasta los 26 metros de profundidad. Conforme voy bajando los escalones de hojalata me va entrando más frío: de 20ºC fuera pasamos a 0º. ¡Es una cueva de hielo!

Sustitutos de estalactitas congeladas : por eso recibe el nombre de cueva "de hielo".

Vale, sí, una cueva de hielo, pero me esperaba algo más. Oyendo comentarios en una lengua que no entendía, arrimado a la masa de visitantes, lo único con lo que me quedo es que he pasado tres cuartos de hora con un frío de cojones. Si la cueva hubiera sido tan original como me esperaba, quizás habría resultado interesante, pero... las cascadas de hielo que prometían las postales se resumen en unas pocas estalactitas enanas y algunos bloques de hielo. Puedo admitir que la cabeza de lechuza fosilizada por las rocas o el libro de visitas hecho con la misma roca por visitantes de siglos pasados, son interesantes. Es lo único que puede "valer la pena".

Salvo el hecho de que en la cueva hayan ocho especies distintas de murciélagos, una estalactita de cinco metros de largo o una sala de 35 metros de alto, la cueva no es nada del otro mundo. Otras cuevas, como la de Domica o la de Aragonite de Eslovaquia, tienen lo mismo.

Quizás no he ido en el mejor momento para ver bien el hielo...No lo sé. Lo que sí que sé es que me costó mucho trabajo visitar la cueva y al final, en mi opinión, no valía la pena.

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