Cultura diferente, organización diferente

Mis planes para las últimas semanas

Tras mi viaje a Londres, quería disfrutar con mi novio del tiempo que me quedaba en Francia. Solo me quedaban tres semanas para estudiar para mi examen oral de Economía Política. Pero por supuesto, había otras cosas que hacer en mi lista aparte de mi novio y aquel examen; quería ir a la parte superior de la catedral de Amiens, ir al zoo, ver la casa de Julio Verne, y quedar con mis amigos una última vez (o últimas veces).

Así que dediqué algo de tiempo a hacer mis típicos resúmenes de los apuntes, y empecé a estudiar. Mientras quedaba con mi novio para comer o para ayudarle a estudiar inglés, íbamos al bar australiano por las noches o tomábamos un café en el centro. Intenté aprovechar cada momento que pasamos juntos, grabarlo en mi mente y disfrutar lo máximo posible. Sabía que le echaría muchísimo de menos, pero no estaba segura de si nuestra relación continuaría en el futuro, ya que no hablábamos mucho de esos temas. Pero viví en el presente y me obligué a amar el momento.

Fuente

Aventuras en Lila - la embajada de Argelia

Un día me pidió que fuera con él a Lila, una ciudad al norte de Amiens, porque tenía que ir a la embajada argelina. Tenía que renovar allí su pasaporte. Como me encantaba pasar tiempo con él y no tenía mucho más que hacer aparte de estudiar un poco para el examen, decidí acompañarlo el siguiente domingo.

Como yo era la persona que tenía coche, le recogí del trabajo el día antes, y como siempre, cenamos juntos y vimos una película en mi habitación de la residencia. Por la mañana pusimos rumbo a Lila y llegamos después de una hora y media. Disfruté de en el coche con él, siempre encontramos algún tema del que hablar y nos reímos mucho. Algo que no me gustaba era buscar aparcamiento en Francia; era prácticamente imposible encontrar uno en el que cupiese mi coche. Pero mi novio es una persona bastante optimista, y al final encontramos un aparcamiento (de pago) solo a 5 minutos de la embajada. Dejamos ahí el coche y me enseñó dónde estaba. De hecho, pensaba que ni siquiera me dejarían entrar al no ser ciudadana argelina, pero al final pude. Así que entramos a un edificio bastante más pequeño y bastante más lleno de gente. Hacía mucho calor y había mucho ruido y mucha gente, y el único comentario que oí fue: "¡Bueno, bienvenida a Argelia! " Había niños correteando, llorando, riendo; como era sábado, muchas veces iban familias enteras a la embajada.

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Me sentí muy mal ahí dentro, con mi pelo largo rubio, mi vestidito veraniego con el que se me veía la espalda, y no entendía nada de lo que estaba escrito o se decía en árabe. Así que me quedé en una esquina un poco más vacía y dejé que el hiciese su papeleo. Ya tenía asumido que habría algún tipo de problema, o que nos llevaría horas acabar, porque era la embajada argelina y había muchísima gente. Esperaba que no tuviésemos que quedarnos ahí dentro. ¡Casi no podía ni respirar! Al rato, volvió y me dijo que esto llevaría un tiempo, y que podíamos salir a conocer la ciudad y volver después de comer. Me puso muy contenta oírlo, así que pudimos abandonar el edificio. ¡Otra vez aire fresco!

Mi novio tenía que sacar dinero para su pasaporte (como todos los demás franceses, no llevaba efectivo encima), así que buscamos un banco. Ya había estado antes en Lila con las chicas inglesas, así que lo conocía un poco. Mi novio lo conocía mejor que yo, por supuesto, pero aún así tuvimos problemas para encontrar su banco. Al rato encontramos uno, pero se le olvidó el código PIN. Le preguntamos a la persona del mostrador, pero no pudo ayudarle. Así que decidí prestarle el dinero hasta que volviéramos a Amiens, y nos pusimos a buscar un lugar para comer.

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Después de comer en un kebab, volvimos a la embajada y yo deseaba que esta vez acabase todo rápido. Pero como era de esperar, tardó mucho. Tuvimos que esperar en aquella habitación abarrotada, con el calor y la falta de aire fresco. Al menos podíamos hablar mientras esperábamos y él no me dejó sola como antes, pero aún así el tiempo de espera era mucho. Finalmente, ¡lo único que tenían que hacer era sacar una sola foto! Sabía que las cosas en aquella cultura eran diferentes y quizá podían llevar más tiempo, y que su modo de organizarse era completamente diferente, pero tres horas para una sola foto era demasiado para mi cerebro.

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Después de haber acabado tarde, no queríamos irnos todavía de Lila, porque hacía buenísimo. Así que cogimos el coche y nos adentramos en el centro de la ciudad. Dejamos el coche en un aparcamiento y continuamos a pie rumbo a un parque. Había un festival para niños pequeños, así que caminamos sin parar mientras disfrutábamos del sol. Solo podía pensar en lo mucho que le echaría de menos, pero intenté disfrutar cada momento que pasamos juntos. Caminamos hacia la zona de las tiendas y la plaza más importante de Lille, donde tomamos un café para relajarnos un rato. Después de un pequeño y refrescante helado comenzamos a dirigirnos hacia el coche, estábamos cansados y solo queríamos volver. De vuelta en Amiens buscamos algún lugar para comer, y sorprendentemente mi novio me pidió ir a la residencia; quería pasar otra noche conmigo. Sé que normalmente las parejas pasan las noches juntos, pero de hecho estar tanto tiempo seguido con él era nuevo para mí. Y me hizo muy feliz, y comencé a pensar en un futuro juntos, aunque todavía era complicado.

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