Concurso de cocina
Durante mi Erasmus en Francia, el Club Internacional organizó muchos eventos. Uno de ellos fue un Concurso de cocina. Fue un concurso muy largo, duró todo un mes. Empezó en marzo, si mal no recuerdo. Al principio, cuando anunciaron el concurso, no sabía que podría participar.
La razón es que no soy demasiado buena cocinando. Cuando me mudé a Praga, pensé que por fin aprendería a cocinar. Error. El primer año de carrera, casi siempre iba a la cantina de la universidad y de cenar, tomaba algo ligero. A veces preparaba pasta con queso, salsa y piña. Aunque casi siempre preparaba huevos revueltos con pan o tostadas de jamón y queso. Y como cada dos semanas volvía a casa, también me llevaba algunas cosas que me preparaba mi madre. Por tanto, apenas cocinaba. Después, al empezar a trabajar en La Casa Blu, dejé de cocinar por completo. Al principio, nos dejaban comer allí gratis en nuestro turno. Con el tiempo, empezaron a cobrarnos el 20 % de la comida. Pero esto no cambió nada. Cada vez que me tocaba trabajar, comía allí y llegó un punto que hasta dejé de comprar ingredientes para cocinar porque no los necesitaba. Por eso, cuando de repente quería cocinar algo, no tenía ni lo básico, como harina, huevos o mantequilla. Pero no me importaba. Me gustaba comer en el trabajo.
Cuando me mudé a Francia tuve que empezar a trabajar. Comer en restaurantes era mucho más caro que en la República Checa y no me gustaba demasiado la cantina de la universidad. Me vino bien empezar a cocinar en casa en vez de comer fuera. Así ahorré mucho dinero. Además, no era demasiado esfuerzo porque solo tenía que hacerme la comida (a veces preparaba más cantidad para que me durara dos días) y para cenar, casi siempre cocinaba con mis amigos. Me encantaba quedar con ellos antes de ir de fiesta y cenar juntos. Empezó con crepes dulces y saladas, fondue de queso y cenas «raclette», pero también preparamos empanadas. Era barato porque dividíamos los gastos y me gustaba más que comer yo sola en mi casa.
Al prepararme la comida, solía ser siempre lo mismo cada semana. Solía comprar un paquete de carne (cerdo ahumado o pollo, que es imposible de encontrar en la República Checa) y lo frío con cebolla u otra verdura y luego lo mezclo con pasta o con arroz. Básicamente, eso es todo lo que cocinaba. A veces, me preparaba una ensalada con pollo, jamón o huevo. Para desayunar, trataba de tomar siempre un yogur blanco con fruta sin azúcar. No era fácil porque me enamoré de todos los dulces de Francia. Muchas veces compraba un paquete de napolitanas, cruasanes o baguettes. Algunos días era una locura porque estaba loca por las napolitanas. Compraba un paquete de seis y me las comía en un día, a veces hasta dos paquetes al día. No podía parar. Siempre las compraba y me las comía después de comer o de cenar. No sabía cómo dejarlo porque me había acostumbrado a hacerlo. Mi amiga me contó que a su padre le pasaba lo mismo con las galletas. Por tanto, decidí dejar esta horrible costumbre y de la noche a la mañana, dejé de comprar. Del todo. Era lo único que podía hacer. Me ayudó porque cada vez que me apetecía una napolitana, no podía comer porque no había comprado. Como podéis ver, no era una buena chef. Por eso, cuando vi el concurso, no pensé en participar.
Posteriormente, Katarina (mi amiga de la República Checa que estaba pasando el semestre en Lila conmigo) me mandó un mensaje diciendo que podríamos participar juntas. Como me gustan los concursos y sabía que ella sí cocinaba bien, acepté. El concurso no tardó en empezar. Nos mandaron todas las instrucciones. Me gustaba mucho la idea. Primero, asociaron a cada equipo con su «rival» para la primera ronda del concurso. Se suponía que la ronda final sería a finales de marzo. Cuando me enteré, no quise participar porque sabía que en esa fecha no iba a poder. Pero me dijeron que la fecha se podía cambiar sin problema.
Empezamos la primera ronda y las instrucciones eran: Cocina un plato de tu país. Daba igual si era un entrante, un plato principal o un postre mientras fuera checo. Toda la cena fue en mi casa porque estaba en el centro y teníamos toda una sala para ello. No recuerdo si hicimos algún entrante, pero preparamos un postre checo llamado Apfelstrudel. En realidad, Katarina empezó sin mí porque tenía clase por la tarde y luego seguimos juntas. Como plato principal, hicimos Cordon Bleu con patatas.
Cuando estábamos preparando la comida, supe que tendríamos problemas con mi horno porque cocina muy rápido. Sin embargo, teníamos que usarlo. Cuando sacamos la comida, la parte de abajo estaba quemada. Estaba negra. Fue una sorpresa desagradable, pero no podíamos hacer nada al respecto. Por suerte, solo se había quemado una parte, así que lo servimos sin que se viera. También pusimos la mesa de forma muy bonita. Esa noche lo pasamos genial. Los miembros del jurado eran chicas francesas que se sorprendieron mucho con nuestro Cordon Bleu casero porque estaban acostumbradas a comprarlo ya hecho.
Competíamos contra chicos de la India y Australia. Luego, nos invitaron a cenar a su casa. Fue una coincidencia porque esos días mi amiga checa Lucy estaba de visita, ¡así que se vino conmigo! Recuerdo esa noche a la perfección porque fue cuando me hice amiga de unos mexicanos. Cada vez que miro esta foto me alegro de haber tenido oportunidad de conocer a esta gente maravillosa.
Me acuerdo de que nos hicimos la foto un lunes porque la subimos con el pie de foto: Lunes en Lila. Era una broma porque nos quejábamos mucho de que todos los bares y restaurantes cerraran los lunes. Aunque siempre encontrábamos el modo de montar una fiesta, igual que aquel día. La cena de los chicos estaba riquísima. Prepararon pollo con arroz y una salsa muy buena. Nos encantó. Además, hicieron un postre genial con fresas. No sabíamos qué esperar, pero ganamos y pasamos a la segunda ronda del concurso.
Esta vez, las instrucciones eran: Cocina un plato del país de tu contrincante. Competíamos contra una chica de Australia de nuevo y con una chica de Rusia. Volvimos a ser las primeras en preparar la cena. Tras pensarlo mucho, decidimos preparar una sopa rusa llamada Boršč. Como plato principal, hicimos escalope de pollo con ensalada de patata.
Nunca lo había hecho y no tenía ni idea de cómo prepararlo. Buscamos la receta e hicimos la versión vegetariana. Para mi sorpresa, me gustó. Era de remolacha y estaba buenísimo. Hicimos comida como para 10 personas, así que tuve que estar comiendo eso toda la semana. También hicimos una baguette al horno con mantequilla y especias para comerla con la sopa. Esta vez, tuvimos cuidado con la velocidad del horno y no lo dejamos mucho tiempo. De postre, queríamos hacer tiramisú, pero al final hicimos un postre con fresas, nata y bizcocho. Estábamos muy satisfechas con aquella noche.
Lo siguiente fue ir a casa de las chicas a probar su cena. Estábamos impacientes por probarla porque tenían que hacer comida checa. El lugar en el que cenamos estaba cerca de Euralille y la chica tenía una habitación preciosa. Esa noche fue importante porque fui por primera vez a una fiesta con barra libre (ya os contaré, esto se merece su propio artículo). Las chicas empezaron sirviendo ensalada. Estaba genial porque le pusieron naranja. ¡Después hicieron gulash!
Me quedé alucinada. Es un plato muy complicado y lo hicieron a la perfección. Normalmente, lo comemos con pan, pero con puré de patatas también estaba rico. Me preocupaba que nos fueran a ganar. Con el postre me quedé con la boca abierta. Era helado con trocitos de galletas Oreo y nubes. No podía dejar de comer. Estaba segura al 100 % de que ahí terminaba nuestro paso por el concurso.
Pero los milagros existen y ganamos, ¡por lo que llegamos a la final! ¡No dejaban de hablar de la final! Decían que era la mejor fiesta porque van todos los miembros del Club Internacional y preparan cócteles y cosas así. No era para tanto, pero fue una fiesta genial con franceses. Las últimas instrucciones eran: Cocina un plato francés. Qué pena que ya hubiéramos preparado Cordon Bleu. Les pregunté su opinión a muchos franceses. No queríamos hacer crepes porque era muy sencillo. Mi casero me dio muchos consejos, pero ninguno de ellos nos convenció. Alguien nos dijo que hiciéramos pato, pero creo que eso hubiera sido muy complicado. Al final, nos decantamos por la Tartiflette, un plato parecido a nuestras patatas asadas. Es una mezcla de patatas cocidas, verduras, crème fraîche, bacon y por encima se le pone un queso especial, el reblochon.
Estuvimos mucho tiempo preparándolo. Empezamos por la tarde. Abrimos una botella de vino para ponerle y decidimos que íbamos a ganar el concurso. Se suponía que solo teníamos que preparar el plato principal. Lo hicimos siguiendo la receta y no le quitamos ojo al horno. Hasta compramos queso reblochon especialmente para la ocasión aunque es muy caro. También le pusimos Camembert. Olía genial. Ya habíamos preparado algo parecido para nuestros anfitriones en Dublín, así que sabíamos cómo hacerlo. Tres horas después, estaba listo. Teníamos dos bandejas enormes de Tartiflette. Estábamos muy orgullosas de nosotras mismas porque tenia muy buena pinta. Lo llevamos al sitio en el que se celebraba la fiesta y aguardamos a ver lo que preparaban nuestros rivales.
Se suponía que éramos tres equipos, pero uno de ellos no pudo participar en esa fecha. Por tanto, solo quedábamos dos equipos. Cuando llegó el otro equipo, nos sorprendió que dijeran que no habían preparado nada. Pero se metieron en la cocina a preparar algo. ¡Lo pasamos genial esa noche!
Había un montón de comida genial: entrantes (pequeñas tortillas), melón con jamón, sangría, tequila sunrise, platos principales y galletas. Todo buenísimo.
Durante la fiesta, las chicas (nuestras rivales) llegaron con su plato principal, fondue de queso para todos. Me gusta la fondue, pero nos sorprendió que no hicieran nada más. La fondue de queso no es complicada de preparar, casi todo el mundo sabe hacerla. Compras queso, lo derrites con vino y ya está. Ni siquiera compraron baguettes, nos la comimos con hojaldre envasado en bolsas de plástico. Cuando la gente probó nuestro plato, parecían contentos, excepto una chica a la que no le gustaba el Camembert. Lo probamos nosotras mismas y nos llevamos una grata sorpresa. Estaba buenísimo.
Hablé con Katarina, habíamos decidido ganar el concurso y parecía bastante obvio. Lo pasamos bien, pero mucha gente solo hablaba en francés. Después, llegó la valoración final. Esperamos oír la decisión de Juliette y dijo ¡que éramos las segundas! No nos lo podíamos creer. Dimos las gracias a todos, pero estaba a cuadros. ¿Cómo? Cuando hablé con Katarina, se sentía igual. Nos parecía totalmente injusto. Aunque no podíamos hacer nada al respecto y no tenía importancia. Al menos, nos llevamos lo que sobró de Tartiflette a casa y nos la comimos en los días siguientes. Así acabó el concurso. He de decir que fue una experiencia genial. Todo el concurso duró un mes y disfruté cada noche y mejoré mucho cocinando. ¡Gracias, Club Internacional!
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- English: Cooking contest
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