Sur: Santa María de Leuca, algunas playas, música salentina y Gallipoli.

Después de un día de prácticamente no hacer nada mientras veíamos llover a través de la ventana nos encontrábamos lo suficientemente descansadas como para seguir con nuestra ruta por el sur.

Santa María de Leuca:

En esta ocasión, nuestro destino se encontraba en la zona más al sur del tacón, si, en Santa María de Leuca. El lugar donde se juntan los dos pequeños mares que forman parte del Mediterráneo, el mar Jónico y el mar Adriático. Fuimos entonces, en primer lugar, al faro, donde se encuentran las mejores vistas panorámicas de esta zona de Italia y además el Santuario de Leuca, un lugar sagrado de peregrinaje donde se podía entrar de forma gratuita y donde obviamente nos tuvimos que poner un pañuelo encima por eso de no poder entrar enseñando los hombros a los lugares de culto católicos (cosa que, si vais a Italia en verano, lo tendréis que hacer en muchos lugares). La verdad es que me hubiese gustado saber más sobre aquel lugar pero al final, entre que no teníamos mucha información a mano y que no había paneles de información o un audio guía que alquilar, nos quedamos con las ganas. Eso sí, antes de abandonar definitivamente el establecimiento el hombre que dejaba los pañuelos para cubrir los hombros a la puerta nos advirtió sobre un barco que se encontraba allí expuesto a sus espaldas. Nos dijo que aquella maqueta perfectamente hecha a escala, estaba compuesta por… ¡cerillas! Si, estaba todo hecho de estos pequeños palitos, y nosotras sin habernos dado cuenta antes. Y es que sin duda son esos pequeños detalles los que marcan la diferencia en los viajes, ¿Verdad?

Finalmente salimos de allí y dejamos atrás la majestuosa plaza que rodea el convento donde, en el centro, se encuentra una de las columnas corintias más famosas y bonitas de la zona.

Punta Ristola:

Una vez descendimos descender de allí, fuimos entonces Punta Ristola, donde se encuentran más que nunca una gran cantidad de grutas y cavernas las cuales teníamos intención de visitar, pero no pudimos ya que esta vez el oleaje comenzaba a ser un poco más intenso y las olas golpeaban fuerte contra las rocas, por lo que debíamos ser prudentes ya que era peligroso.

Ponte Ciolo:

Finalmente después de unos chapuzones en el lugar donde estábamos, donde no había peligro, seguimos nuestra ruta dirigiéndonos hacia Ponte Ciolo. La verdad es que la altura de aquel lugar impone muchísimo, pero lo que más impone es pensar que hay gente que se zambulle en el agua desde este lugar. No sé cuántos metros de altura pueden ser, pero muchos, seguro. Eso sí, el paisaje era más que impresionante. Y para aprovechar un poco más aquel lugar tan bonito fuimos a tomar un café a un lugar cercano llamado Bar Ristorante L’Incanto, donde decidimos echar una partida al futbolín y tomar tranquilamente un café salentino disfrutando de las vistas y el día tan bonito que hacía.

Piscinas naturales de Martina Serra:

Seguimos después con nuestra ruta en coche a través de la costa, hacia las playas y piscinas naturales de Marina Serra. En este lugar, a través de las rocas de su costa se abren paso pequeñas entradas del agua del mar que dan lugar a unas piscinas naturales bastante bonitas. Justo donde se encuentra el paseo, antes de pasar la torre, las piscinas son muy indicadas para niños ya que el agua no es muy profunda y pueden jugar sin peligro. Sin embargo no recomiendo bañarse en la zona del pequeño puerto de las barcas ya que aunque es muy bonito también es más profundo, de menos acceso y está por lo general un poco más sucio que el resto de las aguas.

Fuimos después a la zona Canale del Rio, donde, al igual que en porto Selvaggio, desembocaba allí un pequeño ríachuelo que hacía que el agua fuese un poco más fría en esa zona que si salíamos de aquella pequeña piscina. Allí nos llamó la atención y, por ese motivo, estuvimos observando un hombre que cogía, a pulmón, erizos de mar y los dejaba en una red en la superficie. La verdad es que era profundo y me impresionó la capacidad pulmonar que el chico debía tener para cogerlos. Además, había por allí otros chicos que quizás tendrían entre 10 y 13 años que se zambullían desde unas rocas no muy altas hacia el mar, pero no había tanta gente como en el lugar nombrado anteriormente. Recuerdo con mucho cariño esta zona ya que, sin saberlo, fue el último baño antes de partir para Calabria.

He de decir que todas las grutas, acantilados y playas que he ido mencionado a lo largo de todas las entradas de ‘Sur’, son un paraíso para aquellos amantes del snorkel y submarinismo por su riqueza natural y la belleza en general del entorno.

Musica Salentina tradicional, 'tarantella':

Nuestro siguiente destino era Lecce, que se encontraba a aproximadamente una hora de donde nos encontrábamos, aunque pareció mucho menos puesto que todo el camino fuimos escuchando música típica de Salento. Esta música tradicional llamada en general ‘tarantella’ tiene su origen en las fiestas de veneración y adoración a la diosa Dionisia, muy presente en esta zona de Puglia, cuando las personas disfrutaban liberando sus cuerpos gracias al vino en un baile con movimientos locos, desenfrenados y sin mucho orden. Aunque fue posteriormente cuando cogió su nombre. En épocas antiguas esta tierra era un lugar de campesinos y agricultores, por lo que la mayoría de las personas no solo estaba en contacto con sus animales domésticos o de granja sino con otros que podían llegar a ser algo más peligrosos: las tarántulas (‘taranta’ en italiano). En aquella época en la que la medicina tradicional reinaba en el mundo y no existían antídotos o cirugía, ya que era un medio muy escasamente utilizado por el peligro de muerte que conllevaba, se decía que la cura a la picadura de estos arácnidos era bailar a un ritmo desenfrenado durante días o incluso semanas en el peor de los casos a ritmo de una pandereta (aunque hoy día se han derivado diferentes estilos que incluyen otros instrumentos).

La verdad es que me gustó mucho este estilo de música donde en ocasiones se podían escuchar hasta ritmos árabes y griegos como influencia de estos lugares del sur de la Italia.

Finalmente llegamos a Lecce donde aparcamos en una zona azul y fuimos hasta el centro de la ciudad. Solamente nos dio tiempo a dar un pequeño paseo por allí y a observar algunos de los edificios que nos íbamos encontrando, pero la experiencia fue positiva. Me gustó.

Gallipoli:

Dejamos allí, en la estación de tren a nuestra amiga que volvía hacia Bari, y nosotros entonces fuimos a visitar la península de Gallipoli, la ciudad que según algunos es el Cádiz.

La verdad es que ni conozco al cien por cien Gallipoli ni tampoco Cádiz pero lo que sí sé es que lo que he visto de ambas ciudades me ha gustado mucho. Marta conocía en esta ciudad a un señor que poseía un local de joyas y bisutería y, aprovechando que teníamos que hacer un regalo, fuimos a visitarlo. La verdad es que la tienda me gustó mucho y el hombre, muy simpático, nos acabó invitando a una cerveza en un lugar muy peculiar. Unas escaleras estrechas y pequeñas nos llevaban a un local no muy grande donde en su decoración destacaban una gran cantidad de botellas, chapas de cervezas artesanas y dibujos en las paredes que seguramente habrían dejado algunos de los clientes que frecuentan este sitio. Nos sirvieron cerveza artesanal hecha por ellos mismos (cosa que en Italia es muy común) y realmente estaba buenísima. Charlamos, compartimos algunas experiencias y acabamos la cerveza en un ambiente muy agradable antes de volver de nuevo al coche para regresar a nuestro apartamento de La Strea a pasar nuestra última noche en este lugar.

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