Sur: Porto Cesareo
Porto Cesareo
Nuestro quinto día de viaje por la región de Apuglia comienza con un viaje en tren desde Monopoli hasta Lecce, donde un amigo nos esperaba para seguir con nuestro viaje por en la zona oeste y sur del tacón de la bota.
No había notado mucha diferencia entre el sur y el norte de Italia hasta que llegué a este lugar, y me refiero sobre todo a las carreteras y las formas de conducir. Desde el momento que llegamos hasta que llegó el momento de coger el avión hasta España desde Palermo no dejaríamos de escuchar la frase: ‘en el sur no hay reglas’. Y parece que es cierto pues la cantidad de infracciones que se cometen a cada minuto en las carreteras es impresionante. Y no es que yo sea siempre correctísima al volante, pero es de lógica respetar aquellas normas al menos que son para tu seguridad propia, ¿no? Bueno pues desde circular sin cinturones, coches sin luces, adelantamientos con riesgo en carreteras de doble sentido hasta las infracciones que se cometían en Palermo, a pie de calle, como circular con una cerveza en la mano, en motos y sin casco, con el teléfono en la mano o llegar incluso a pitar y llamar la atención a los coches de la propia policía.
La supuesta explicación a este hecho nos la dieron más tarde, en Reggio Calabria, fue allí donde nos dijeron que realmente aún quedan muchos grupos de mafia activos y que la policía tiene, por este motivo, temas mucho más importantes de los que encargarse antes que de la seguridad vial. No lo sé con certeza, pero lo que sí sé es que es el sitio donde más miedo he pasado en las carreteras.
En fin, después de tomar contacto con esta forma de conducir tan… ¿descuidada? ¿Violenta? No sé ni cómo describirla… Lo que mejor sienta es un café, un buen desayuno. Y eso hicimos, paramos en una cafetería para probar el típico café salentino, que, según leí después, la preparación de este café procede de los españoles, concretamente de un café valenciano que se servía además de con hielo, con hojas de hierbabuena y corteza de limón. Sin embargo, este derivado solamente contiene el café, hielo y leche de almendras dulce que hace que no necesite nada más, ni azúcar ni edulcorantes artificiales. Y a mí, la verdad es que me encantó.
Probamos también el pasticciotto, un dulce muy típico de Lecce y los alrededores que lo puedes encontrar en forma de tarta o en forma de pastel pequeño para tomar tú solo como postre o dulce para el café. Es una tarta de masa crujiente por fuera que por dentro contiene un corazón cremoso del cual podemos encontrar diferentes variantes como crema de nueces, crema de cacao, o, el original, crema pastelera. Pronto voy a probar a hacer una de estas deliciosas tartas en casa, por lo que ¡dejaré la receta escrita!
Ya con la barriga llena todo se ve de otra forma, y sin mucho protestar nos volvimos a subir al coche para seguir nuestro rumbo hacia Porto Cesareo.
Por lo que había leído en algunas páginas webs, libros y demás sobre las playas de arena fina y blanca que se encuentran en este lugar y que te transportan casi hasta el paraíso, me imaginaba la ciudad de Porto Cesareo como una especie de Benidorm italiana donde los turistas paseaban por las calles y avenidas llenas de edificios altos, comercios y restaurantes llenos de gente. Y ya no solo por lo que había encontrado rebuscando en internet, sino por el precio de los apartamentos que se alquilaban por allí. Buscando por Airbnb y siendo esta la opción más barata (porque en couchsurfing no nos había acogido nadie), los apartamentos más baratos los encontramos en Lecce, que costaban alrededor de 35 euros la noche. Sin embargo, aquellos más cercanos a Porto Cesareo de donde era nuestro amigo costaban como mínimo 70 euros la noche. ¡Una locura! Marta y yo que íbamos al día prácticamente, nos vimos esa noche durmiendo debajo de un puente o en la playa, porque ese precio era imposible para nosotras, y no teníamos muchas más opciones para encontrar algo rápido. Dio la casualidad que justo en La Strea (que está como a 10 minutos en coche de Porto Cesareo) encontramos un apartamento por ni más ni menos que por… ¡20 euros la noche! Pensábamos que seguramente se habría equivocado o que el apartamento lo había subido nuevo y por eso tenía ese precio y ningún otro comentario, asique lo cogimos. Tuvimos muchísima suerte de encontrar ese precio, ya que algunos días después volvimos a mirar el precio y pedían por el mismo 120 euros la noche, aunque el apartamento creo que no los valía para nada. La casa estaba bien, más o menos…era antiguo pero tenía aire acondicionado y ventiladores, una cocina y un cuarto de baño donde se nos fue la luz y estuvimos la mitad de los días alumbrándonos con las linternas de los móviles, qué fantasía. Con respecto a la situación… dejaba mucho que desear ya que aunque se encontrase a unos pocos minutos de Porto Cesareo moverse por allí sin coche era prácticamente imposible. No había prácticamente comercios, ni restaurantes, ni buses… ¡no había básicamente nada! Y lo que había obviamente carísimo.
En fin, antes de seguir contando mi experiencia, como consejo me gustaría decir que busquéis algo con más tiempo, ya que si esperáis hasta el último momento como nosotras seguramente no encontrareis nada que esté bien y que sea económico.
Decidimos finalmente ir a relajarnos a la playa, concretamente a la playa de las dunas, donde, hoy sí, no había viento, el agua estaba tranquila, y se veía totalmente transparente. Jugamos a la pelota, nos bañamos, grabamos con la go-pro, y acabamos agotadas viendo la puesta de sol sentadas en un muro de sacos de arena en Lido Balverde, lo que fue un auténtico espectáculo. Por la noche fuimos a cenar al centro de Porto Cesario donde comimos la pizza y dimos un paseo por el lugar.
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