Los acantilados de la costa de Lagos

La ciudad de Lagos, en el sur de Portugal, es un sitio histórico precioso en la costa de Algarve. De todas formas, hay algo que merece aún más la pena, y es la costa llena de acantilados del color de la arena.

La línea costera está llena de bahías, playas preciosas y acantilados impresionantes. Puedes ir desde el centro hasta el mar andando, aunque tendrás que pasar el mal trago de elegir en cuál de los muchos sitios que hay quieres pasar una relajada tarde de playa.

La playa más cercana al pueblo, además de una de las más concurridas, es la Praia da Batata. Es bastante pequeña, y está cobijada en una bahía preciosa rodeada de acantilados. El agua es cristalina, y hay unos pequeños agujeros en los acantilados que llevan a pequeñas calas donde no hay tanta gente. Desde la playa puedes incluso ver la fortaleza Ponta da Bandeira.

Si te apetece andar un poco más (un paseo precioso por toda la costa, por cierto) puedes ir a Praia da Dona Ana. Hay unas escaleras que llevan a la playa de arena, algo parecido a Praia da batata, y también rodeada por acantilados. Desde allí hay unas vistas impresionantes de los acantilados que entran en el mar.

Sin embargo, la playa con mejores paisajes de toda la costa de Lagos está un poco más lejos: si pasas la Praia da Dona Ana, llegarás a la preciosa Ponta da Piedade, desde ahí se hace la famosa foto de las formaciones rocosas y los acantilados, pero verlo en persona es aún más impresionante. La playa que hay allí es muy pequeña, pero la mayoría de la gente solo va a ver las vistas.

Estas son solo unas pocas de las muchísimas playas y bahías que hay por la costa de Lagos. Si quieres evitar las playas con más gente, hay algunas pequeñas bahías que son preciosas y a las que solo se puede llegar andando un poco más y, a lo mejor, atravesando unas rocas y unos senderos estrechos. Si llegas, tendrás una bahía solo para ti, rodeada de arena blanca, acantilados y agua.

Una buena forma de disfrutar de la costa y de los acantilados es dando un paseo en barco. Al principio no estaba en nuestros planes pero, cuando estábamos relajándonos en una de las playas tranquilas, un señor mayor vino en su barco y nos preguntó si queríamos dar un paseo. Además, nos hizo muy buen precio y, aunque no hablaba mucho inglés y nosotros no hablábamos nada de portugués, nos llevó a dar un paseo precioso por toda la costa y nos intentó explicar cosas de los acantilados mediante gestos. ¡Ver los acantilados desde el agua fue una experiencia muy bonita! Además, Paulo (así se llamaba el señor) nos llevó con el barco hasta unas cuevas impresionantes que hay por los acantilados, y hasta pudimos hacer un descanso para nadar un poco delante de ese paisaje. El viaje en barco fue algo bastante espontáneo, pero fue la guinda del pastel e hizo del viaje a Lagos algo inolvidable.