Un día por Jerez

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Se avecinaba otro puente de cuatro días, durante el cual la ESN había organizado un viaje a Marruecos. Sin embargo, ninguno de nosotros se había apuntado, así que decidimos hacer nuestro propio viaje fuera de Cádiz. Tras mucho discutir, acordamos ir a pasar el día a Jerez, porque casi ninguno había ido y estaba a solo 40 minutos en tren. Kath, que ya había estado, nos dijo que no había mucho que hacer allí, así que solo necesitábamos un día. Decidimos quedar en la estación de trenes de Cádiz a las 11 a. m. para coger el tren de las 11:10 a. m. Los trenes dirección a Jerez pasaban cada hora, así que no podía ser difícil llegar hasta allí. Cada uno se compró su billete de ida y vuelta, que solo costaba 7 €, pasamos las barreras y nos subimos al tren. Las máquinas automáticas de la estación eran mucho más prácticas que pararse a hacer cola en el mostrador, además de que, de esa manera, nos ahorramos cualquier tipo de malentendido.

El trayecto no se hizo pesado, fueron unos 40 minutos a través del campo hasta llegar a la estación de Jerez. Los trenes estaban limpios y parecían estar en regla, no como algunos de los trenes que tenemos en nuestro país. Un guardia de seguridad iba pasando por los vagones, pero no nos pidió el billete. De todas formas, hay tornos de acceso a la entrada y salida de cada estación, así que no es tan fácil colarse. Salimos de la estación, y nos dirigimos al casco antiguo de Jerez en busca de los mercadillos de Navidad sobre los que Kath había estado leyendo. Jana y Alice ya habían venido antes, así que sabían guiarse más o menos. El resto nos dedicamos a seguirlas y buscar los esquivos mercados de Navidad.

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Por desgracia, los mercados de Navidad que anunciaban no eran más que un par de casetas con algunos puestos que vendían, sobre todo, figuras para el belén. Era muy bonito, pero no era el concepto de mercado de Navidad que teníamos en mente. Después de ese chasco, decidimos aprovechar el resto del día y ver el el otro punto que nos interesaba: el centro comercial. Kuba se dirigió al la oficina de turismo y cogió unos cuantos mapas para poder guiarnos, porque a nadie le apetecía ponerse a organizar el recorrido en bus y, además, así aprovechábamos para ver más cosas de Jerez. Nos pusimos en marcha, dirección al centro comercial, y vimos algunos sitios importantes, sobre todo iglesias. Uno de los mejores puntos del paseo fue la catedral, que era impresionante. Cogimos unas cuantas naranjas de los árboles que había por las calles, pero creo que no eran comestibles del todo. El paseo fue muy agradable, atravesamos las calles antiguas y llenas de encanto de Jerez, había un montón de iglesias y, por suerte, conseguimos no perdernos. También pasamos por el zoo, pero decidimos que no nos apetecía mucho entrar, así que rodeamos el hospital y por fin vimos el centro comercial, que parecía enorme en comparación con cualquier edificio de Cádiz.

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Bajamos la colina en dirección al centro comercial, y decidimos centrarnos en los edificios llenos de tiendas (¡tienen hasta un H&M y un Primark! ) en lugar de ir a la zona donde estaba Ikea. La entrada estaba llena de restaurantes, así que decidimos parar a comer algo en el 100 Montaditos. Era la primera vez que comía allí, aunque siempre había tenido ganas de probarlo. Me imaginaba que tenía que ser un buen sitio, porque el de Cádiz siempre está a rebosar, y no me equivocaba: la comida estaba rica y había mucho de donde elegir. Kuba decidió que, al ser el único chico, iría a ver tiendas por su cuenta en lugar de seguirnos (no podemos culparle). Después de comer, hicimos la primera parada en H&M, donde pasamos un buen rato (la tienda era bastante grande) y después fuimos a Primark, en busca de jerseys y onesies navideños. Me gustó mucho que el centro comercial estuviera decorado por Navidad, te contagiaba el espíritu navideño en seguida. No compramos mucho porque, como volvíamos a casa por Navidad en una semana, no tenía mucho sentido, pero teníamos claro que volveríamos después de Año Nuevo. El centro comercial era grande y moderno, tenía un montón de tiendas para todos los gustos, una bolera y, sobre todo, una zona enorme de restaurantes. Fue una forma sencilla de pasar un buen rato. Solo me arrepiento de no haberlo descubierto antes, porque habría sido un buen lugar al que ir para comprar las cosas básicas de la casa, como las sábanas y las toallas, que están mucho más baratas en Primark que en cualquier otra tienda de Cádiz. También estaban las típicas tiendas de ropa, que también me parecieron como caídas del cielo.

Kuba nos esperó a las puertas del centro comercial, y decidimos pedir un taxi para volver a la estación en lugar de ir andando. Solo nos costó 9 € y, al dividirlo entre todos, salió más barato que haber cogido un bus. Llegamos a la estación con 15 minutos de antelación, así que nos compramos algo de beber antes de subir a nuestro andén para coger el tren de vuelta a Cádiz.

Estoy segura de que nos queda mucho por ver y hacer en Jerez, como ir a las bodegas o a las cuadras, pero ese no era el objetivo de este viaje. Volveremos este cuatrimestre para ver algunas de las muchas cosas que ofrece la ciudad, sobre todo porque venir es muy fácil.

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