La gran manzana austríaca - Innsbruck (1)
¡Hola a todos!
Por el día de Santa María, una festividad religiosa, se da un día libre a todos los austríacos. Como cayó en lunes, tuve un largo fin de semana para disfrutar al máximo. No se me ocurrió un plan mejor para hacer en dos días que visitar la capital del Tirol, hogar de los Alpes: la maravillosa ciudad de Innsbruck. Me encanta explorar lo desconocido, ir en tren, viajar y dormir en hostales y conocer gente y lugares nuevos. Así que sacrifiqué mucho dinero para hacer este viaje, pero como he dicho más de 100 veces, no me arrepiento de nada. Innsbruck es como Nueva York, lo mejor del mundo. ¡Merece la pena visitarla!
Vamos paso por paso. Innsbruck es, de lejos, la ciudad más cara de Austria por su ubicación entre los majestuosos Alpes. Pero si eres espabilado, puedes ahorrar algo de dinero, no te preocupes. Si compras los billetes de tren SparSchiene en ÖBB (hay solo unos cuantos disponibles de los más baratos porque la gente los reserva muy rápido) y reservas una cama en una habitación de seis de un hostal, se puede adaptar a tu presupuesto.
Yo me quedé en el hostal Jugendherberge, un lugar de encuentro internacional de todo tipo de culturas y personas. Desde adolescentes hasta veteranos de 76 años, este hostal los aloja a todos. En la recepción hay una exposición de billetes de todos los países que los visitantes dejan de regalo. No se trata solo de una muestra material, sino que también muestra la diversa procedencia y orígenes de los visitantes.
Las habitaciones son cómodas y el precio es muy asequible. Pagué 22 euros la noche, que es lo más barato que encontré en Innsbruck. De verdad que recomiendo este hostal. El desayuno venía incluido en el precio.
Tardé seis horas en llegar de Graz a Innsbruck, pero las magníficas vistas de ríos y montañas compensaron el largo viaje. A veces, el tren pasaba durante varios minutos por túneles cercanos a montañas, barrancos y lagos, una ruta preciosa.
Cuando llegué a Innsbruck, fui a pie hasta la villa olímpica (Innsbruck fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1964 y en 1976). También visité el salto de esquí Bergisel, una plataforma de salto de esquí en la cima de una colina.
Antes del anochecer, subí a una colina desde donde pude disfrutar de una vista panorámica de la ciudad.
Me sentía tan pequeña frente a los Alpes... las calles, la gente, las iglesias y las casas eran puntos minúsculos desde mi vista panorámica. En ese momento, entendí que estaba indefensa ante la fuerza y el poder la naturaleza y me sentí vulnerable bajo las montañas. Las montañas representan dignidad, seriedad y dominio. Fue muy interesante observarlas y ser consciente de mis límites como una simple humana.
Al día siguiente, exploré el centro de la ciudad y, por supuesto, subí al Nordkette, lo que me llevó desde el centro hasta lo más alto de una colina.
P. D. Siento la calidad de las fotos, no soy fotógrafa profesional.
Muchas gracias por leerme, Bis später, Dóra
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