Día sano con mi madre

Hoy mi madre y yo íbamos a tener un día sano y de relax. Mientras estuve en Francia mi madre adelgazó mucho y me preguntaba cómo lo había hecho. Aún no lo tenemos muy claro porque empezó a ir a Vacutherm, a comer sano y a hacerse drenajes linfáticos todo a la vez. De hecho, es posible que fuera gracias a mí porque en Navidad le hice el regalo perfecto. Hacerle un regalo a mi madre es complicadísimo porque es muy quisquillosa y nunca se queda contenta. En diciembre pasó lo mismo. Pensé que le gustaría algo para hacer ejercicio porque siempre está hablando de adelgazar, por lo que decidí pagarle una inscripción bastante cara en su sitio favorito, el centro Bein en Hradec Králové. Pero me salió el tiro por la culata. Se enfadó porque decía que hacer ejercicio no es un regalo y que no tenía tiempo para ir. Qué decepción. Pero al final resultó ser un regalo perfecto. Acabó yendo y decidió probar la Vacutherm, una cinta de correr con una especie de sauna incorporada, en vez de hacer ejercicio. Cuando volví a casa estaba bastante más delgada, así que no puede quejarse.

Esto me dio mucha curiosidad. Nunca he creído en estas máquinas que no tienes que hacer nada y adelgazas mágicamente. Ya había oído hablar de Vacushape, pero no podía probarla porque no es aconsejable para gente con varices como mi madre y yo. Además había leído un montón de quejas online, así que ni siquiera quería probarla. Más tarde descubrí que había dos tipos de máquina. La Vacushape utilizaba presión negativa mientras hacías ejercicio y la Vacutherme utilizaba calor. Mi madre no dejaba de hablar del tema. Decía que era perfecto porque solo tenías que sobrevivir 30 minutos andando ahí una vez a la semana y aun así veías los efectos. Nada de duros entrenamientos.

Llamamos al sitio y quedamos para ir esta mañana. Yo ya estaba preparada y la verdad es que lo que me esperaba era estar ahí de pie y esperar un milagro. Primero entró mi madre. Mientras yo opté por calentar en la Orbitrek, una bicicleta elíptica. Vi que mi madre empezaba a sudar, pero no le di importancia. Además, ya estoy acostumbrada al ejercicio porque salgo mucho a correr e intento correr mínimo cinco kilómetros. Cuando terminó mi madre, llegó mi turno.

Era muy gracioso. Me dieron una cosa que parecía una falda y me metieron en la máquina. La mujer me dijo que mantuviera el pulso entre 129 y 139. Me explicó que podía elegir la velocidad y la inclinación. Además, había un botón para activar el calor. Me puse música y empecé. La idea seguía sin entusiasmarme mucho y pensaba que era perder el tiempo, pero quería probarlo, así que le di al botón para empezar.

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En cuanto presioné el botón empecé a sentir calor. Y más calor. Y más calor. Estaba encerrada en la máquina y el calor se volvía más y más intenso. ¡Al minuto ya me sentía fatal! Estaba empapada en sudor. ¿Cómo era posible? Me di cuenta de que andar en esa máquina durante 30 minutos no era tan sencillo. Intenté centrarme en la música, pero no funcionó. ¡Miré el reloj y el tiempo pasaba extremadamente lento! Luego intenté beber mucho, ya que había traído una bebida especial para el ejercicio. Pero nada resultaba. Tenía tanto calor que no podía pensar en otra cosa. ¡Tras cinco minutos estaba hecha un charco de sudor! Era mucho peor que una hora corriendo. No podía creerlo.

Ni siquiera tenía el pulso en 129, pero no podía aumentar la velocidad, tenía demasiado calor. Igual los primeros diez segundos habían estado bien, pero no llevaba ni diez minutos y ya quería salir. No es que fuera un ejercicio difícil, solo era andar, y ni siquiera rápido. Tampoco dolía. Simplemente no estaba cómoda haciendo ejercicio con ese calor. El ambiente en la sala era sofocante. Quizás estoy exagerando, pero en ese momento me encontraba fatal. ¡No podía creer que prefiriera salir a correr durante una hora entera! Ya estoy acostumbrada a correr, así que no estoy atenta al tiempo y me dedico a disfrutar del paisaje y a escuchar música. Pero dentro de la Vacutherm solo podía pensar en dos cosas:

  • Qué calor.
  • ¿Cómo puede gustarle esto a mi madre?

Eso es todo lo que tuve en la cabeza durante los 30 minutos que duraba. Al final no había sido para tanto. Aparte de sudar como un cerdo, habían sido los 30 minutos más largos de mi vida. Cuando terminé no dejé de tener calor hasta que fuimos a comer. Además, el dueño del gimnasio me dijo que le podría haber dado al botón para parar el calor en vez de tenerlo activado todo el rato...

Mi madre estuvo todo el día riéndose de mí. De hecho me pasé el resto del día cansadísima y hasta me dormí dos veces. Aunque yo creo que estaba cansada porque salí a correr los dos días anteriores y había estado estudiando. ¡Claro que voy a volver a probar la Vacutherm! Necesito averiguar si realmente funciona, y el único modo es probándola. No creo que vaya a adelgazar con solo una sesión. Con un poco de suerte, la próxima vez no será tan infernal. Me gustaría ir todo el verano, al menos una vez a la semana.

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Para ceñirnos al día sano había desayunado queso cottage con fresas y a la hora de comer decidimos probar un sitio nuevo en Hradec Králové y tomar una ensalada. La amiga de mi madre nos recomendó el restaurante cerca de la biblioteca, que decía que tenía ensaladas buenísimas. Cuando oí esto me imaginé que tenían una gran variedad de ensaladas. Casi, tenían cinco. Pedí la que llevaba jamón y melón y mi madre se pidió la de salmón ahumado y tomate.

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Cuando nos trajeron la comida dije algo tipo: «Esto lo puedo hacer yo en casa en cinco minutos» porque no me gustó lo que vi. Parecía que se habían limitado a poner un montón de rúcula en el plato y luego le habían puesto un poco de jamón y melón. Pero cuando la terminé me di cuenta de mi error. La ensalada estaba buenísima, me encantó. E incluso me había llenado. Aunque cuando volví a casa me comí un donut y un sándwich pequeño y para cenar, pan con huevo. Así que mi día sano al garete. En el restaurante tenían también un té con hielo muy rico.

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Se suponía que mi madre y yo íbamos a pasar la tarde juntas también, pero nos llamaron de la guardería porque a Juliette le dolía el oído, así que solo estuvimos un rato más las dos solas. No pude estudiar mucho, pero me lo pasé muy bien con ella. Me ayudó a deshacer el equipaje. Bueno, más bien sacó toda mi ropa de la maleta y la dejó por ahí. Todavía no he tenido tiempo para ordenar mis cosas tras el Erasmus. Ojalá terminar ya los exámenes...


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