Excursiones desde Bremen: Hannover
¡Hola!
Como comenté en el artículo sobre el transporte en Bremen, el Semesterticket permite coger una gran número de trenes regionales de manera gratuita. Esto te permitirá moverte por toda esta zona de Alemania, conociendo a fondo algunas de las ciudades más importantes del país, como Hamburgo o Hannover, sin gastarte un duro.
Esta última ciudad fue el destino de nuestra primera excursión de este tipo, allá por principios de octubre. Hannover se encuentra a unos 120 kilómetros de Bremen, distancia que el tren cubre en una hora y veinte minutos. Con medio millón de habitantes, es la capital del estado federado de Niedersachsen (Baja Sajonia), región que rodea por completo a la ciudad-estado de Bremen.
Mis padres me habían hablado de Hannover y su visita a la ciudad en 1984, cuando se dirigían hacia Berlín en coche (sí, desde España). Lo que más les había sorprendido de la ciudad era la presencia de una línea roja pintada en el suelo, que recorría todo el casco urbano mostrando los lugares más interesantes para el turista.
Y, en efecto, allí seguía la Roter Faden treinta años después. Nada más salir de la Hauptbanhof nos la encontramos, por lo que decidimos seguirla y que nos guiase por Hannover, comenzando por la Ópera o "Niedersächsische Staatsoper".
El siguiente lugar de interés que encontramos fue la Aegidienkirche, una antigua iglesia que fue destruida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, tras lo que decidieron no reconstruirla y dejarla a modo de memorial a las víctimas de la guerra.
Tras esto, nos dirigimos hacia el Neues Rathaus ("nuevo ayuntamiento"), este imponente edificio de principios del siglo XX frente al que posan dos de mis compañeras de piso. Resultan bastante interesantes las maquetas de la ciudad que se pueden encontrar en el gran vestíbulo, de acceso gratuito. Lo que no es gratuito es la subida a la torre, desde donde nos dijeron que se tiene una bonita visión de los tejados de Hannover. La cola que había y el hecho de tener que pagar hicieron que decidiésemos no subir.
Bastante bonito es el parque que se puede encontrar a las espaldas de este edificio, el denominado Maschpark. Pese a que el día era frío, disfrutamos un rato de un agradable solecillo a orillas del lago.
Desde aquí nos encaminamos hacia el centro histórico de la ciudad, buscando a su vez algún sitio donde comer. Encontramos por el camino un Flohmarkt (mercadillo de segunda mano) muy chulo, situado en una zona arbolada a orillas de un pequeño río. He de decir que en Alemania se tiene mucha más conciencia de las ventajas de la reutilización y la compra-venta de segunda mano, siendo muy populares este tipo de mercadillos (en Bremen se hace todos los domingos). Asimismo, es muy muy corriente encontrarse muebles y otros enseres por la calle, donde la gente los deja para quien los pueda aprovechar. Sin ir más lejos, varias de las sillas de nuestra cocina las hemos encontrado en nuestra calle.
Después de pasear por las calles más céntricas de Hannover, con un ambiente muy comercial, y comer en un McDonalds, quedamos con un amigo de una de mis compañeras de piso, un chico español que se había venido a estudiar la carrera en esta ciudad. Nos contó que en esas fechas se celebraba en Hannover el Oktoberfest, que pese a ser originario del sur de Alemania, es festejado también en algunos puntos aislados del norte.
Aunque era bastante grande, la temprana hora a la que fuimos hizo que no viésemos el auténtico ambiente de un Oktoberfest. Lo que sí que vimos fue la curiosa interpretación de los churros que tenían en esta caseta, con toda una muy ibérica puesta en escena.
Desde aquí nos dirigimos al Maschsee, un gigantesco lago artificial en el que se practican diversos deportes acuáticos.
Desde allí volvimos a la Hauptbanhof, donde descubrimos que habían cancelado varios trenes en dirección a Bremen por algún problema en las vías, por lo que nos tocó esperar un buen rato hasta poder volver a casa.
La verdad es que, aunque resultó interesante (y muy barato) visitar esta ciudad, no me pareció que tuviese nada especial. Es una ciudad bonita y, por lo que nos contó el chico que estudiaba allí, bastante tranquila, si nada fuera de lo común. Desde mi punto de vista, merece la pena ir si tienes tiempo y te apetece moverte por la zona, pero si tienes que elegir, Hamburgo es muchísimo más recomendable.
¡Hasta el próximo día!
Galería de fotos
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